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Transferencia y Contratransferencia: Entre la Ética y la Pasión

Transferencia y Contratransferencia: Entre la Ética y la Pasión

Status: Terminada
Genre:Romance / Completas / Yuri
Popularitas:103
Nilai: 5
nombre de autor: Joy campos

Josiane no quería estar allí, pero se vio obligada a ir a terapia debido a las reglas del refugio en el que vive.
Patrícia, su psicóloga, estaba acostumbrada a tratar casos difíciles, pero nada la preparó para Josiane.
Entre la ética y el amor ¿cuál prevalecerá?

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Capítulo 15

⚠️ Este capítulo aborda temas delicados.

Decimosegunda sesión

Patricia abrió la puerta para Josiane, mostrando una sonrisa que, aunque profesional, cargaba algo más. Cuando Josiane correspondió con una leve sonrisa, Patricia sintió que el corazón se le aceleraba por un breve instante. Era raro ver a Josiane tan abierta, aunque de forma contenida.

—¿Cómo fue tu fin de semana? —preguntó Patricia, manteniendo la suavidad en el tono.

Josiane dudó. Sus ojos buscaron un punto indefinido en el suelo antes de responder, casi como si intentara medir el impacto de sus palabras.

—No sé si responder de forma trivial, como todo el mundo hace, o si lo cuento todo detalladamente. —Su voz salió con un toque de vergüenza.

Patricia inclinó la cabeza, intentando incentivarla a continuar.

—No quiero que te sientas presionada… Si prefieres hablar de otra cosa, está bien.

Josiane cortó a Patricia con un gesto de mano.

—Los fines de semana son siempre el mismo ritual aburrido. —La franqueza de ella hizo que Patricia arqueara levemente las cejas—. Comparto habitación con una compañera en el albergue. Solo pueden vivir allí mujeres, pero a veces alguien de la familia, tipo un hombre, aparece para visitar… ¿entiendes? Ella decía tener un “hermano” que vivía intentando conversar conmigo. Él estaba en un albergue para hombres. Creí que estaba interesado en mí… incluso salimos una vez para… —La frase quedó en el aire, y Josiane desvió la mirada, cerrando el asunto abruptamente—. En fin, cada día es más difícil estar allí… eso es lo que pasó esta semana.

Patricia intentó esconder la inquietud que crecía en su interior. La idea de Josiane saliendo con alguien, y el hecho de no saber más detalles, la incomodaba más de lo que debería. Pero se convenció de que era solo "preocupación profesional".

—Quiero saber más sobre eso. —Patricia intentó sonar calmada.

Josiane se encogió de hombros, con una sonrisa irónica, sin decir nada.

—¿Por qué haces eso? —continuó Patricia, casi en súplica—. Empiezas a contar algo y paras a la mitad…

Josiane suspiró, pareciendo resignada.

—Porque no es importante. —Dijo simplemente.

Patricia se inclinó un poco hacia delante, su voz adquiriendo un tono más firme.

—Josiane, deja que yo decida lo que es o no importante.

Josiane se quedó en silencio durante unos segundos antes de preguntar, vacilante:

—¿Estás enfadada conmigo?

Patricia se percató de que estaba demostrando más de lo que debía. Cerró los ojos por un instante, respiró hondo y retrocedió.

—No estoy enfadada. —Dijo con un tono más calmado, pero aún firme—. Lo que quiero es entender lo que te está pasando, por eso es importante saber lo que te está incomodando.

Josiane soltó otro suspiro, como si cargase con el peso del mundo. Ella sabía que debía dejar de evadirse.

—Está bien… Esa chica… Ella mintió. Él no es su hermano. Lo inventó para que él pudiera visitarla en el albergue. Ahora él vive en su habitación. Ellos hacen… ya sabes… cosas. En la litera de abajo, mientras estoy durmiendo. —Josiane gesticuló vagamente, la frustración evidente en su voz—. Y eso me irrita.

Patricia, preguntó:

—¿Te sientes irrespetada por esta situación?

Josiane balanceó la cabeza, pero dudó antes de responder.

—No es eso… Es porque me imagino en su lugar. Pienso en cómo sería… él haciendo lo que hace con ella… pero conmigo. —Su voz adquirió un tono malicioso, algo que la sorprendió tanto como a Patricia.

Patricia sintió el impacto de aquellas palabras. Algo dentro de ella despertó una mezcla de preocupación e inquietud.

—¿Ves? Ahora debes de pensar que estoy loca y que soy una pervertida. —Josiane intentó protegerse con una risa nerviosa, pero su vulnerabilidad era evidente.

—No, Josiane. No pienso nada de eso. —Respondió Patricia, intentando calmarse tanto a sí misma como a Josiane.

Josiane bajó la mirada, pero continuó hablando, vacilante.

—¿Quieres saber? Antes de saber que mentían… Antes de saber que no eran hermanos… Llegué a chupársela… Él se lo contó a ella, y ahora ella me hace la vida imposible en el albergue.

Patricia mantuvo la mirada fija en Josiane, sintiendo el peso de aquellas palabras. Sabía que debía proseguir con cautela, pero la revelación de Josiane ya estaba resonando en su mente, y necesitaba respuestas.

—¿Por qué hiciste eso… con él? —Patricia finalmente rompió el silencio, intentando mantener la voz estable.

Josiane desvió la mirada por un momento antes de responder, casi como si estuviera sopesando qué decir.

—Porque me gusta. —Dijo de forma directa, pero había algo en su tono, como si fuera algo perturbador.

Patricia arqueó las cejas, sorprendida con la respuesta.

—¿Te obligó? —preguntó, su voz cargada de preocupación.

Josiane negó con un leve movimiento de cabeza.

—No. Él quería tener sexo conmigo, pero… yo no quería. —Josiane titubeó antes de continuar, como si estuviera organizando los pensamientos—. Entonces, hice eso. Se la chupé.

—Pero tú… —Patricia se detuvo un momento, eligiendo las palabras con cuidado—. Pero tú, ¿hiciste eso con él? ¿Por qué?

Josiane se encogió de hombros, casi con indiferencia.

—Porque yo quería y me gusta. —Dijo, con una leve sonrisa que parecía maliciosa—. Además, así siento que tengo el control, aunque ellos siempre piensen que son ellos los que lo tienen.

Patricia sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. "¿Ellos?".

La aparente naturalidad con la que Josiane hablaba escondía un dolor y una lógica distorsionada que la terapeuta sabía que debía abordar.

—Josiane, ¿sientes que al… hacer eso, estás evitando algo peor? —preguntó Patricia, su voz ahora más suave, casi susurrada.

Josiane rió, pero el sonido fue vacío.

—Patricia, me gusta hacerlo, siento placer. —Suspiró profundamente—. Es como si fuera un intercambio. Ellos creen que han ganado, pero yo… yo tengo el control. Al menos es lo que parece en ese momento.

Patricia sintió un nudo en la garganta, pero no dejó que sus emociones se transparentaran. Sabía que aquel era un momento crucial y que debía guiar la conversación con delicadeza.

—¿Y cómo te sientes después? —preguntó Patricia, inclinándose levemente hacia delante, intentando mostrar empatía sin invadir el espacio de Josiane.

Josiane miró hacia abajo, jugueteando nerviosamente con las manos.

—Como siempre… sola, a veces satisfecha. Y quizás un poco asqueada. Pero no lo sé. Es complicado.

—¿Cuándo percibiste estos gustos? —preguntó Patricia, manteniendo la voz calmada, pero sintiendo un leve nudo en la garganta.

Josiane bajó la mirada, moviendo los dedos con nerviosismo.

—No recuerdo exactamente… —comenzó, con voz vacilante—. Pero… La tía del albergue… me pedía que hiciera eso. —Hizo una pausa, como si le costase continuar—. Para pagar el alquiler de su casa, cuando yo tenía unos 13 o 14 años, después de que mi madre me dejara en el albergue.

Patricia sintió que el corazón se le congelaba, una oleada de conmoción recorriendo su cuerpo. Intentó mantener la expresión neutra, pero sus ojos delataban la mezcla de horror y tristeza que sentía.

—Josiane… —dijo ella con suavidad, inclinándose ligeramente hacia delante—. ¿Quieres decir que había… personas que le pagaban a esa tía del albergue?

Josiane asintió lentamente, con los ojos fijos en el suelo, como si no pudiera sostener la mirada de Patricia.

—Sí. —Su voz era casi un susurro—. El dueño del inmueble, de su casa, lo descubrió y la echó.

La sala quedó en silencio por unos instantes, el peso de las palabras de Josiane flotando como una sombra densa. Patricia sintió un nudo en el pecho, luchando por encontrar las palabras adecuadas para responder.

—Siento mucho que hayas tenido que pasar por eso —dijo ella, finalmente, con sinceridad—. Eso no debería haberte ocurrido.

Josiane se encogió de hombros, como si quisiera minimizar lo que acababa de decir, pero Patricia sabía que aquello era una herida profunda, que había aprendido a normalizar como defensa inconsciente.

Ella respiró hondo, intentando recomponerse, determinada a ayudar a Josiane a lidiar con ese peso de forma segura y acogedora.

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