Conocerte fue un disparo al corazón
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Capitulo 22
Te quiero para volvernos locos de risa, ebrios de nada y pasear sin prisa por las calles, eso sí, tomados de la mano, mejor dicho... Del corazón"
^^^Mario Benedetti ^^^
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Después de la llamada, el ambiente en la pequeña casa de playa se relajó nuevamente. Fernando y Samantha se sentaron a desayunar, disfrutando de una comida sencilla Pero deliciosa que Fernando había preparado. Había algo profundamente íntimo en compartir ese momento cotidiano, en la manera que se miraban y sonreían entre bocados, en la certeza de que estaban en el lugar exacto donde querían estar.
Tras el desayuno, Fernando se levantó de la mesa, extendió una mano hacia Samantha y le sonrió con una chispa traviesa en los ojos.
- ¿Qué te parece si aprovechamos que tenemos tiempo libre? - dijo Fernando con tono sugerente.
Samantha tomó su mano, dejando que él la guiará hacia el baño. Una vez allí, el ambiente se cargó nuevamente de deseo. El vapor del agua caliente llenó la habitación, envolviéndolos mientras sus cuerpos se buscan con urgencia. Cada caricia, cada beso era un recordatorio de lo mucho que habían anhelado ese momento. La pasión entre ellos era intensa, una mezcla de ternura y necesidad que los hacía perderse el uno en el otro.
Después de saciar sus deseos, se vistieron y se prepararon para salir. Samantha escogió un conjunto hermoso y cómodo, mientras que Fernando optó por algo casual que resaltaba su físico atlético. Ambos estaban de buen humor, con sonrisas cómplices que dejaban entrever la conexión profunda que habían forjado. Decidieron aprovechar esos tres días al máximo, explorando los alrededores, caminando por la playa, y disfrutando de la compañía mutua sin preocupaciones.
Mientras tanto, en otro lugar, Mía estaba lejos de sentirse tan en paz. La conversación con Fernando la había dejado furiosa y frustrada. Se paseaba de un lado a otro en su apartamento, dándole vueltas a lo que había escuchado.
- ¿Quién será esa mujer?.
Desde que Mía había conocido a Fernando en el comando de SWAT, había estado convencida de que él sería suyo. Si determinación de conquistar a Fernando se estaba convirtiendo en una obsesión peligrosa.
La idea de que alguien más lo tenía comenzó a carcomerla. No podía soportar la idea de perder a Fernando antes otra persona. La situación la estaba consumiendo, y aunque intentaba racionalizar sus sentimientos, la obsesión comenzaba a dominar sus pensamientos. Mía no estaba dispuesta a rendirse tan fácilmente. Su mente ya empezaba a tramar como podría alejar a esa mujer de Fernando y tenerlo solo para ella.
Fernando y Samantha disfrutaban de la playa. El sonido de las olas y calidez del sol en sus pieles los hacían sentir tan felices y a gusto. Sus risas se mezclaban con el viento mientras nadaban en el mar. Sintiendo cómo el mundo solo les pertenecía a ellos dos. Disfrutaban de su día, ajenos a lo que se avecinaba.
Después de disfrutar de ese día de playa, regresaron a casa a disfrutar de una deliciosa cena que preparo Fernando. Luego se acomodaron en la sala de la casa, cada uno con una copa de vino en la mano. La calidez del ambiente y la intimidad del lugar creaban el escenario perfecto para abrirse el uno al otro.
Samantha tomó un sorbo de vino, sintiendo cómo el suave calor de la bebida la relajaba. Miro a Fernando, quien la observaba con una mezcla de interés y ternura.
- Sam, ¿qué tal si me cuentas algo de ti? - le pregunto Fernando.
- ¿Algo de mí? Mmm - dijo pensativa - Buenos ya sabes que antes de Venir a Los Ángeles, era parte de Narcóticos en Nueva York. Era un trabajo duro, pero estaba orgullosa de lo que hacía. Allí conocí a Pablo, mi compañero. En realidad, Pablo es mi mejor amigo, casi mi hermano.
Fernando escuchaba en silencio, captando la nostalgia en la voz de Samantha. Ella continuo.
- Pasamos muchas cosas juntos, misiones complicadas, momentos difíciles. Él siempre estuvo ahí para mí, y yo para él. A Pablo... - se detuvo y tomo un sorbo de vino y desviando la mirada - a él nunca le conté sobre mi relación con Richard, ni la verdadera razón del porqué había aceptado la vacante de Los Ángeles y no la de New York.
Samantha sonrió, sintiéndose más cercana a él que nunca. A medida que la noche avanzaba, siguieron conversando, compartiendo historias y anécdotas.