La Princesa Del Pirata

Todos habían llegado al castillo del Rey, el mismo estaba custodiado por los pocos guardias que habían quedado, pero fueron rápidamente derrotados por los piratas que evitaban que ellos se acercaran si quiera a Ares y Malika.

Mientras que aún quedaban algunos intentando luchar ellos ingresaban al palacio. Estaban seguros que encontrarían a esos cobardes muy resguardados en algunas de las habitaciones seguras del lugar, pero contrario a esto los encontraron en el salón del trono.

Malika, mi niña dijo el Rey con felicidad, y es que él pensaba realmente que ella le permitiría seguir siendo el Rey ven acércate, mira tú prometido ha venido a buscarte porque nunca llegaste agregó señalando al Rey de Antares que también se veía feliz con todo lo que ocurría.

Ares, Malika y Lina miraban la situación consternados, no podían creer lo que ese idiota decía. Pensaban que quizá era una treta para ganar tiempo, pero un par de segundos después comprendieron que no era nada de eso, esos hombres pensaban que ella se dejaría manipular.

¡Ja! Miren todos el gran chiste que este hombre está contando ella comenzó a reír a carcajadas resulta que ahora soy su hija amada, y este espécimen de aquí ahora señalo a su supuesto prometido es el novio del año ella reía de manera estridente, todo lo que pasaba por la cabeza de esos hombres le parecía ridículo.

Mali, quiero que sepas que siempre las he amado, a las dos, ustedes son hijas de mi más grande amor y… el hombre quería seguir hablando pero fue interrumpido de inmediato por Lina.

¡Calla! No seas canalla que bien se yo qué clase de amor sentías por mi madre dijo la joven mirando con asco al que es su padre.

Hermana, creo que nuestro padre y nuestro destacable prometido tienen razón, ellos serán recompensados por ser seres tan buenos y amorosos la malicia brilló en los ojos de Malika que ya tenía preparado un regalo muy especial para esos dos hombres.

Si…sí, las amo, ya se los dije son mis hijas… dijo el hombre intentando convencer a su hija menor.

Yo también las amo…de hecho quería que una fuer mi esposa y la otra mi concubina, pero las dos tendrían el mismo lugar en mi corazón, es solo que no podían las dos ser reinas el otro Rey hablaba desesperado por no quedar por fuera de las dádivas de esta jovencita que al parecer le daría algo muy bueno a su padre.

Ares miraba con asombro, no podía creer que esos dos hombres fueran tan idiotas. Realmente no habían entendido nada ¿Verdad?

¡Rey Novak! Es un placer verlo Ares habló para tener la atención de ese hombre sobre él yo seré el encargado de darles a ambos sus valiosos tesoros, les aseguró de que los hará muy felices… estas palabras las dijo con una macabra sonrisa, la hermosa cara del pirata destilaba odio puro. Sus ojos se habían oscurecido aún más de lo que ya estaban y se podía ver que nada bueno les esperaba a los confiados hombres_

Tras terminar esas palabras Ares dio la orden, con solo una mirada, a los hombres que estaban cerca de los reyes. Estos los tomaron a ambos y los inmovilizaron.

Bueno, es hora de la merecida recompensa dijo Malika mientras que Ares tomaba una espada.

Los dos reyes gritaban despavoridos. Miedo los había invadido por completo. Estaban paralizados, no solo porque los tenían sujetos de las manos, sino por el terror que sentían al ver que estaban a punto de ser asesinados. Pero se equivocaban, el destino de ellos iba a ser mucho más cruel, recibirían un castigo acorde a las atrocidades cometidas por ellos.

En otro lugar del castillo, Mirco se había adentrado a las diferentes habitaciones de seguridad. Su misión era clara, debía encontrar al Conde Kox, que era sabido que se encontraba en el lugar. El hombre había sido más astuto que los reyes al buscar refugio, pero no lo suficiente. Aldric acompañaba al joven Capitán. Les quedaba por revisar dos lugares. Se habían encontrado a algún que otro noble, pero nada que opusiera una real resistencia.

Al llegar a la última habitación se acercaron con cautela. Estos lugares eran seguros porque sus entradas estaban completamente camufladas, nunca serían encontradas a no ser, que un miembro de la guardia los guiara y justamente allí estaba Mirco, por eso él había recibido esa misión.

Mirco presionó la palanca secreta y, como en las otras habitaciones, la puerta se abrió. Pero nada había preparado al pobre capitán para lo que vería a continuación. En el lugar se encontraba el Conde Kox, pero no estaba solo, por el contrario estaba muy bien acompañado. Junto a él había varias señoritas de la nobleza, entre ellas su hermana y su prima, pero lo peor no era eso, sino que allí también estaba su prometida, sentada sobre las piernas del conde. La escena era clara, en el lugar había una gran cama y varios sofás grandes, con almohadones de colores. Las señoritas parecían estar en enaguas o camisón. Todo era asqueroso y grotesco a los ojos de un correcto Capitán que nunca se imaginó encontrar una escena tan bizarra como esa.

Parece que el Conde sabe divertirse dijo Aldric que había ingresado junto con algunos otros hombres.

Hermano, te juro que nosotras no… una de las jovencitas se acercó a interceder, pero fue callada por el hombre que estaba terriblemente decepcionado.

¿Es por esto que rechazaste a Cédric? pregunto un consternado Mirco.

Él es demasiado poco para mi prima, nosotras merecemos hombres de alto estatus, que nos den la vida que nos merecemos contestó otra de las jóvenes, que era la prima de los dos anteriores.

Señores, no sé qué hacen irrumpiendo de esa manera, pero elevaré una queja al Rey, de seguro que los castigará por su osadía El conde había hablado al fin. Al ver que ese hombre era del ejército del rey se relajó y comenzó con sus amenazas.

Mirco miró a su aún prometida que permanecía mirándolo en silencio. La joven estaba muy avergonzada, ella nunca esperó ser descubierta de esa manera.

Vamos, hay que llevarlos a todos dijo Mirco dando la orden de someter tanto al conde como a las mujeres que allí se encontraban.

Vociferando a viva voz el hombre fue reducido y con sus manos atadas fue llevado al calabozo, sabía que Ares aún debía estar ocupado con los otros.

Mirco, cariño, no puedes dejarme en este lugar soy tu prometida, y ellas tus hermanas la mujer, que se había dignado a hablar comenzó a suplicar.

Lo siento señorita, pero usted y yo no tenemos ninguna relación, ni tampoco con ellas. Yo soy solo un simple capitán que cumple órdenes dijo el joven un poco molesto por encontrar así a su hermana y prima, pero también feliz, esa mujer no se merecía su consideración y claro que no la tendría. Ahora solo le quedaba esperar que Lina lo aceptara en su vida y entendiera que nunca quiso lastimar a nadie.

Ahora eres libre amigo dijo Marcus que se había enterado de lo ocurrido minutos después.

Sí, solo espero que ella me acepte, yo…realmente la amo contestó el otro sin saber que estaban siendo escuchados por una traviesa princesa vestida de pirata.