La Princesa Del Pirata

La Princesa Del Pirata

Triste vida

El barco se movía lentamente de un lado al otro. El mar estaba picado y una gran tempestad se acercaba pero Diana estaba en calma. Ella había subido a ese crucero porque necesitaba despejarse, aunque no eran esos los planes, pero no quedó otra.

Un suspiro salió de sus labios, se suponía que ese sería su viaje de luna de miel, pero…los peros siempre la habían atormentado y este era el peor. La imagen de su amado novio en la cama desnudo con su amado hermanito fue lo peor que le pudo pasar en la vida.

“¡Era gay!” se dijo a sí misma nuevamente. Su novio era la misteriosa pareja de su hermano, esa que no se atrevía a salir del closet, esa que ella le había dicho tantas veces que tenía que confiar y enfrentar su realidad. Esa por la que le dijo infinidad de veces que luchara, ese era su futuro marido.

¿Estaba molesta? En lo más mínimo. Ella había entendido infinidad de cosas, estaba  decepcionada, mucho a decir verdad, pero no podía odiar a ninguno de los dos. Su hermano lloraba desconsolado y le repetía que él no quería hacerle eso. Idiota, pensó, si no quería no lo hubiera hecho. Dos hipócritas en realidad.

¿Estaba molesta? Sí, definitivamente sí, y cuanto más lo pensaba más molesta estaba, odiaba lo que le habían hecho, ser la idiota que se va a casar con el amante de su hermano.

No amaba al hombre en lo más mínimo, le gustaba sí, pero no amarlo. Era un matrimonio arreglado, había intereses económicos de por medio y la solución fue un compromiso y una boda. Pero ella era muy correcta y había asumido ese compromiso con todo lo que conlleva. Iba a ser un matrimonio real, con hijos y todo porque no estaban acordando un matrimonio a término, sino todo lo contrario.

Claro el hijo de re mil quería permanecer de esa manera junto a su hermano. Lo más gracioso es que ahora todos lo sabían y…contra todo pronóstico los que se casaron fueron ellos y ella se fue de luna de miel sola.

Le juraban que iban a decírselo, que no la dejarían creer una mentira para siempre, pero para ella esas eran puras patrañas ¿De qué le valía que hablaran cuando ya ella hubiera embarcado su vida en un matrimonio absurdo? Egoístas.

¿Los perdonaría? Claro, que lo haría, pero no hoy no ahora.

La tormenta comenzó a mover más el barco y ella se tomó la pastilla que la haría sentirse bien, y le quitaría el mareo. Tomó su cursi libro de amor y continuó con la lectura, no quedaba otra. Las actividades divertidas habían sido canceladas por la tormenta, querían tener a todos controlados ya que esta era muy grande y se extendía a una gran cantidad de kilómetros, intentaban esquivarla pero parecía un hoyo negro que se tragaba todo a su paso.

Le quedaban solo unas páginas para poder terminar. Era una historia de amor tonta, donde los protagonistas luchan con todas sus fuerzas para ser felices y contra viento y marea, viene bien ahora la metáfora, lo logran. Son felices y comen perdices sobre los cuerpos mutilados de sus enemigos y no tanto. La historia era un verdadero mar de sangre.

Finalmente terminó de leer y se durmió con el libro en la mano. Tenía un sueño bastante raro. Se veía a ella misma, en el fondo del océano. Su cuerpo convulsionaba por la falta de oxígeno, hasta que finalmente pareció dejar de luchar. A su alrededor había infinidad de personas, todas intentando llegar a la superficie, solo ella parecía haberse rendido sin luchar. Se miraba a sí misma como hipnotizada. Perecía estar dormida, pero ella sabía que no era así, esa ella que estaba ahí bajo el agua, sin respirar, estaba muerta, muy muy muerta…pero de repente abrió los ojos y se miró fijamente a sí misma.

De repente abrió los ojos, el espanto la había despertado de su largo sueño y espantosa pesadilla. Se sentó en la cama y se restregó los ojos. Esa imagen la había sentido tan real, fue tan vívido que pensó que realmente había muerto. El terror la había invadido.

Con un suspiro se acomodó en la cama, el movimiento del barco ahora era más lento y acompasado, la tormenta finalmente había terminado y ella ni siquiera despertó. Luego recordó que se había tomado una pastilla para dormir y que esa la dejaba realmente inconsciente. No despertaba con nada literalmente.

Estaba un poco adolorida y no recordaba haber hecho ejercicio el día anterior. Apoyó la cabeza en la almohada y coloco su brazo detrás para apoyar mejor la cabeza. Esta acción la hizo notar algo extraño, muy extraño, su cabello se sentía diferente, con rulos y largo, con la mano siguió el largo del mismo y era extremadamente largo, sedoso y ondeado. Ese definitivamente no era su pelo.

Volvió a incorporarse rápidamente. Recién ahí pudo notar que estaba en un barco, no había duda, pero era un barco muy diferente. Todo se veía muy extraño, incluso viejo. Era una especie de barco antiguo, pero también contenía artefactos extraños.

Tenía la confusión pintada en el rostro cuando una mujer ingresó a la habitación.

Mi señorita, al fin despierta. Estaba tan asustada de que no lograra sobrepasar esa fiebre dijo la mujer con lágrimas en los ojos demostrando una verdadera felicidad.

Lía se señaló a si misma confundida. No tenía ni la más mínima idea de quien era esa mujer, ni por qué la llamaba de esa manera.

¿Me habla a mí? preguntó bastante incrédula.

Si mi señorita, a usted a quién más contestó la otra un poco conmocionada ¿no me recuerda? dijo casi ahogando un grito desesperado.

Lía Smith, era una rica heredera de la multinacional más grande del continente. Ahora estaba en ese barco, distinto a aquél hermoso crucero en el que se había subido. Para peor una mujer con trajes antiguos de sirvienta le hablaba con familiaridad y se veía preocupada por ella.

¿Me puedes decir quién soy? preguntó curiosa siguiéndole el juego a esa señora que parecía estar un poco loca.

Usted es la tercera princesa Malika Hilt, del reino de Merlán iba a seguir hablando pero Lía levantó su mano para que la mujer hiciera silencio y sintió un frío recorrerle el cuerpo.

Estaba intentando comprender todo lo que había pasado. Se encontraba en un barco sí, pero era uno diferente a aquél en el que ella se había subido hace dos días. Además estaba su cabello que era muy diferente al que realmente poseía. No solo estaba el hecho de que ahora era rojo, pero no del rojo común sino rojo fuego, también era largo y con ondas. Observó todo el lugar y encontró un espejo, se acercó tambaleante para intentar ver su reflejo y convencerse de que no estaba loca y ella era ella.

Pero la mujer que la miró desde el otro lado era diferente…muy diferente. Era en primer lugar blanca…blanca como la leche…en otro lugar había quedado su encantador color chocolate. Si de algo estaba ella orgullosa era de su hermoso color de piel. Sus ojos ya no eran café sino violeta. Nunca había visto ojos de ese color. En definitiva esa no era ella…nada de lo que se veía era ella.

Levantó un mano esperando que el reflejo no la siguiera y ver que no era ella, pero…esa mujer del espejo levantó la mano. Hizo otra prueba, ahora le sacó la lengua y…ese desagradable reflejo le sacó la lengua.

Estaba anonadada…ella no era ella…era otra mujer, una que se llamaba Malika Hilt y…de pronto…como una epifanía algo llegó a su mente.

Malika Hilt…la tonta mujer que se suicida por no casarse con el rey de Antares ya que ella estaba enamorada del Conde Fiodor Kox el prometido de su hermana. Sí, era el personaje de la novela que había leído para matar el tiempo esa noche de la tormenta, esa misma noche en la que ella se soñó muerta en el fondo del mar.

¿Habrá sido realmente un sueño?

Una corazonada la invadió. Por alguna extraña razón ella sentía que no era un sueño, sino que estaba realmente muerta…muy muerta y…no sabe cómo…ni por qué…había despertado en el cuerpo de esta estúpida mujer que se dejó manipular y pisotear por todos a su alrededor hasta que terminó estúpidamente con su vida.

¿Y ahora? De algo estaba segura, ella no pensaba quitarse la vida, ni tampoco iba a permitir que otro se la quitara. Ella iba a vivir, y disfrutar de esta segunda oportunidad. Solo que ahora tenía que descubrir cómo hacer para no morir, ese era su único pensamiento.

Su nana Teresa la miraba aún como si estuviera loca y…es que realmente lo estaba y de remate, pero ella no tenía que saberlo.

Gracias Tere…creo que lo mejor es que siga descansando un poco…creo que tengo muchas cosas que asimilar en este momento le dijo a la mujer mirándola a los ojos con seguridad.

Teresa soltó un suspiro, ella sabía que su señorita tenía realmente mucho que considerar, lo que no sabía es que lo que ella pensaba que iba a reflexionar Malika y lo que Lía tenía en mente eran dos cosas sumamente diferentes.

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Comments

jmlanena

jmlanena

Empezó muy bien, espero que la protagonista aproveche esta segunda oportunidad de hacer algo mejor por su existencia que el pasar su vida lamentándose.

2024-08-11

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jmlanena

jmlanena

En éste momento estás muy dolida, sólo disfruta del viaje y deja que pase el tiempo.

2024-08-11

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jmlanena

jmlanena

Bueno pensándolo bien te hicieron el favor de que te dieras cuenta de que lo que sentías por tu novio no era lo suficiente cómo para casarse y consolidarse como pareja unida en matrimonio.

2024-08-11

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