El Imperio De Las Rosas

La fiesta había terminado y todo fue un éxito. Ellie y su padre se encontraban en el carruaje y la rubia estaba sumergida en sus pensamientos respecto Richard, el cómo transcurrió todo; como si todo hubiera sido cuidadosamente planificado.

No había sido la primera vez que se veía, pero sus interacciones habían sido cortas, casi inexistentes. ¿Cómo surgió su obsesión? ¿Por qué le mostró sus secretos? Fácilmente, podría usarlo en su contra, pero él parecía saber lo que quería. El trono.

“¿Qué ocurre, Ellie?” La voz de Dietrich hizo que esta se saliera de sus pensamientos es la primera vez que ella no le prestaba atención; algo había ocurrido.

¿Debería decirle a su padre respecto Richard? ¿Por qué lo estaba dudando? Las voces una vez le dijeron que el enemigo estaba más cerca de lo que parecía ¿Era su padre? Como si Dietrich podría ver a través de su mente, la abrazó.

Todas las preguntas salieron de su mente en un instante, ni siquiera las voces aparecieron; Ellie se sentía segura. El archiduque acariciaba el cabello de su hija mientras ella solo guardaba silencio, Ellie no podía ocultarle nada porque lo ama.

“Mi Ellie, si sucedió algo debes decirme. Soy tu padre”. Dietrich había dado justo en el clavo, su tono preocupado y cariñoso había hecho el complemento perfecto con el abrazo lo que hizo que Ellie con facilidad cayera.

"Él está preocupado por mí..." los pensamientos de Ellie no estaban siendo razonables, había pasado por alto que todo lo que su padre le estaba dando ahora es falso; se podía notar con solo ver sus fríos ojos. Él nunca amó a alguien, solo sabía recibir.

“I-intentaron matarme, pero como me enseñaste no hice ningún escándalo, lo resolví sola y-y el segundo príncipe me buscó en el balcón”. La voz tartamuda de Ellie le parecía horrorosa a su padre ¿no tenía ya 17 años? ¿Por qué se mostraba tan débil?

Richard parecía estar interesado en Ellie, eso la hacía aún más valiosa. A pesar de odiar el contacto físico debía soportarlo, no podía dejar que su hija se fuera a enamorar del príncipe; arruinaría sus planes. El archiduque decidió no hacer más preguntas, debía hacerle creer que confiaba en ella.

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“¿Crees que esa niña nos cause problemas en nuestros planes, Esteban?” Esteban negó por segunda vez hacia su amo, Satanás quien había adquirido un aspecto humano; cabello negro y ojos plateados, un rostro con rasgos marcados y cuerpo musculoso. Golpeó la pared con fuerza, haciendo que a esta se le hiciera un hoyo, estaba estresado debido a que todo se le estaba saliendo de las manos, si no hubiera aceptado el contrato con ese estúpido y odioso humano.

Satanás es consiente de los deseos de Dietrich y a pesar de no estar del todo de acuerdo le dio igual. A cambio estaba recibiendo el alma de la princesa ilegítima la cual estaba rota, la última noche le rogó a los dioses que perdonara a su esposo y esto lo hizo reír; hace tiempo los dioses habían abandonado esas tierras por eso estaba usando a Dietrich, para adueñarse del imperio y deshacerse de una vez del templo.

“Mantenla vigilada, el poder divino debe extinguirse de su cuerpo lo más antes posible”. Esteban solo asintió y repitió “Yorug'lik porlaydi, meni soyalar qoladigan joyga olib boringlar”. Abriendo un portal que lo llevó al archiducado.

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Ellie le había dicho a todo a su padre, no pudo evitarlo al verlo así de preocupado por ella. Estaba nerviosa por su reacción, pero pareció incluso volverse más cercano a ella, la llevó hasta su habitación y le dio un beso de buenas noches.

Parecía estar en un sueño o realmente era una dulce pesadilla, una dulce mentirosa. Ingenua Ellie, pensó. Él solo te está usando. Empezó a jalarse el cabello, desordenándolo.

Necesitaba calmarse, pero los pensamientos intrusivos no la dejaban en paz, necesitaba a su padre. ¿Por que siempre la pasaba mal cuando estaba sin él? ¿Por qué se entristece así? No entendía como todo su cuerpo solo reaccionaba a él, necesitaba su cariño para poder sobrevivir casi pareciera brujería.

“¿Uh?” Un cuervo de ojos rojos empezó a picotear la puerta de su balcón, sabía quien era así que la abrió. Sus emociones por un momento parecieron en orden, estabilizándose casi por completo.

Richard podía ver a través de los ojos del cuervo y al ver a Ellie en pijama no pudo evitar sentir vergüenza, sus orejas estaban rojas y sus manos empezaron a entorpecer. Por estar sobreviviendo nunca se tomó el tiempo de observar el cuerpo de una mujer y el de Ellie, parecía ser tan... ¡MIERDA! ¿En qué carajos estoy pensando?, se regañó así mismo Richard.

Ellie observó la pata del cuerpo en donde estaba atada una nota, la cual decía:

En la penumbra profunda, deseo insaciable,

susurro en el viento, llamado inmortal.

Anhelo que bebas de mi sangre impecable,

y en unión eterna, compartir nuestro umbral.

En la noche eterna, juntos caminaremos,

bajo la luna pálida, seremos uno.

En mi ser, tu esencia, para siempre nos uniremos,

en un pacto oscuro, sellado en la fortuna.

Abraza las sombras, siente el poder que fluye,

en la oscuridad, hallarás la libertad.

Ven, acompáñame, en esta danza que construye,

un vínculo eterno, en la eterna oscuridad.

El cuervo al cumplir su objetivo se retiró del balcón de Ellie, una sonrisa se posó en sus labios al leer el contenido de la nota. Estaba enganchado, debía usarlo ahora o no se le volvería a dar la oportunidad.

“¿Debería ir mañana al palacio del emperador?”. Le preguntó a su fiel amiga, la luna mientras ella colocaba su rostro en medio de sus manos, sentada en la barandilla. Sintió el frío en sus pies.

Ellie lo pensó unos momentos y decidió hacerle caso al consejo que una vez le dio su padre. A los hombres hay que hacerlos esperar y desear, porque si no se aburrirán fácilmente.

...... ...

“Ya está listo la próxima producción de armas de fuego, señor”. Dietrich no pudo evitar sonreir al escuchar esto de uno de sus subordinados. Cada vez más cerca de su objetivo, ser el emperador.