Creyó que la princesa había muerto, pero ella vivió feliz como plebeya, trabajando en las tierras de su propio palacio, todo cambia cuando un Rey por tregua reclama a la princesa en matrimonio, sin saberlo la Reina malvada, ofrece a la plebeya, la hace pasar por princesa, aunque en realidad lo es. La Reina malvada se siente ganadora e indestructible, pero todo cambiará cuando una guerra entre tronos se desate.
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capitulo 22, ALGO ESTALLÓ
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Una gran tropa salió para acompañar a la Reina Alba, tropas a caballo, arqueros, espadachines, no dejarían a su Reina sola.
En seguida se formaron correctamente a la espera de los campesinos y tropas enemigas.Se podía escuchar una algarabía a lo lejos eran gritos de miedo y de auxilio.
Alba estaba inquieta dentro del carruaje así que decidió salir. Su fe y esperanza estaban en encontrar a su padre, se movía de manera nerviosa mientras los caballeros gritaban alertas para formarse y esperar un posible ataque.
A lo lejos se veían los campesinos corriendo, deseando pasar la frontera y poder llegar al Reino Azúl, Alba se comía las uñas, una de las tropas hizó banderas Azules en señal de que eran bienvenidos, ya Alba podía ver los rostros de las personas que dibujaban algunas sonrisas de felicidad.
La multitud comenzó a cruzar la frontera, los caballeros hacían señas para indicarles a dónde dirigirse. Un círculo de caballeros se formó alrededor de la Reina para cubrirla de la horda de campesinos, por qué ella no quiso volver al carruaje.
Una tropa de caballeros comenzó a guiar a los pobladores, la Reina sentía que se le salía el corazón al ver que la gente pasaba y pasaba y no veía a su padre. Hasta el último campesino pasó y Amadeo no apareció.
—¡Su majestad ya todos los campesinos pasaron!, debemos llevarla de vuelta al palacio—le informó un caballero.
—Esperemos un poco más, deben haber quedado algunos perdidos entre los árboles. ¡Levanten nuevamente las banderas!—gritó con voz autoritaria
Los caballeros acataron la orden, un caballero venía a lo lejos sonando una trompeta.
Esto era señal de que las tropas enemigas venían cerca.
—Su majestad, vienen cerca son varias tropas del Reino Blanco y por la colina vienen tropas del Reino Verde, al parecer hicieron Alianzas con la Reina Ofelia, tardarán un día en llegar si no toman descanso—Dijo el hombre en tono nervioso.
—¡Prepárense para recibir tropas enemigas!—ordenó Alba.
La dulce princesa estaba comandando a un ejército completo de guerreros y no dudaba en dar las órdenes, se había tomado muy en serio lo que le dijo Verchiel, si a él le pasaba algo ella debía tomar las riendas.
Los guerreros se formaron y ella se fue a un alto y pudo ver cómo venía un grupo pequeño de hombres y mujeres con niños, tal vez ellos se habían retrasado y no pudieron llegar con los demás.
—¡Vienen mas campesinos, son niños y mujeres!—gritó para informar.
El corazón de Alba latió más fuerte al ver que un anciano venía en ese pequeño grupo.
—¡Padre¡, ¡es mi padre!.—gritó con alegría
Bajo de dónde estaba y comenzó a correr en dirección a encontrarse con Amadeo, se tropezó y cayó, pero esto no impidió que se levantará y siguiera corriendo.
Pero algo hizo que se detuviera, las tropas del Reino Blanco venían tras este pequeño grupo y las flechas comenzaron a caer a su alrededor y por un instante tuvo miedo, aunque luego pensó en su padre en lo lejos que había llegado como para dejarlo morir, en seguida sus guerreros se postraron a su lado con escudos mientras los arqueros atacaban a la tropa enemiga. Alba avanzaba poco a poco junto con los escuderos quienes resguardaron se encontraron con los niños y mujeres que llegaron primero, algunos estaban heridos y los niños lloraban de miedo.
—Llevenselos póngalos a salvó, solo necesito un escudero—dijo ella sin miedo, su fin era su padre.
—Necesitará dos su majestad, me quedaré también—dijo otro escudero.
Alba solo asintió y por un instante se quedaron quietos esperando que dejarán de caer las flechas. Al levantar la mirada ya estaban más cerca los espadachines enemigos, quienes comenzaron a someter a los pocos pobladores que quedaban atrás incluyendo a Amadeo, que ya por su edad no tenía la misma destreza de antes y ya no tenía fuerzas para seguir corriendo.
Cuando Alba vio que un guerrero hirió a su padre algo en ella estalló, sintió como si su sangre se calentara y no sintió miedo o duda, simplemente tomó la espada del espadachin a su derecha y corrió hacia donde estaba su padre.
Con gran destreza usó la espada y corto el brazo del hombre que hirió a Amadeo, este comenzó a gritar y ella en un solo movimiento clavó la espada en su garganta.
Fue rodeada por más guerreros que venían con el fin de atacarla y ágilmente empuño muy fuerte su espada y el primero en acercarse recibió la espada en una pierna y posterior deslizada en su cuello, cortando una arteria, este soltó un gran chorro de sangre.
El siguiente llegó más cerca y jaló el cabello de la Reina tirándole al piso, pero esto fue a su favor, con su espada la enterró en su entrepierna y al hombre inclinarse dejo que se enterrara la espada en el mentón atravesando toda su cabeza.
Se levantó como fiera, en ese momento tan tenso, solo pensó en Martha y en su reprimenda, por haberse ensuciado el vestido tan hermoso que llevaba, sacudió su falda y mientras fijaba a su otro enemigo que apenas levantó su espada, la Reina cortó el brazo de un solo movimiento, al caer al piso ella metió su espada en la espalda del hombre.
Y así fue acabando uno a uno los enemigos que se acercaban, desmembrando y degollando a cada uno de esos hombres, todo pareció haber pasado en cámara rápida, ella no se sintió cansada ni en desventaja, siempre mantuvo a su padre en el suelo resguardado mientras peleaba.
Los demás guerreros también pelearon y estuvieron alerta por si la Reina necesitaba ayuda, pero a la vista de todos ella había actuado mucho mejor que ellos.
Al terminar hubo silencio, un silencio que permitía escuchar las palpitaciones de sus corazones y la respiración agitada de la Reina.
Los caballeros azules estaban impactados mientras que los pocos caballeros blancos que quedaron con vida se rindieron y cayeron de rodillas, pidiendo clemencia.
La Reina había peleado con más de 10 hombres ella sola con una espada que fácilmente podía pesar más que ella y no sufrió ni un rasguño, solo su vestido se ensució.
—¡Reina mía¡— dijo Verchiel parado frente a ella.
Él se había trasladado cuando se enteró que tropas enemigas venían por la frontera y Alba iría a ese lugar. Esa tierna y dulce princesa había desaparecido ahora era toda una guerrera que defiende lo suyo a capa y espada.
Ella lo vió pero no dijo nada, y el se acercó para ver a Amadeo. Ella miró a su alrededor y
al volver a la razón se da cuenta de que su padre está en el piso y se acerca para revisarlo y se dió percató de que estaba herido, enseguida lo llevan al carruaje y se van junto con Verchiel al palacio.
Al llegar ella mandó a Martha a buscar lo necesario para curar a su padre, ya era costumbre tener todo a la mano para ir curando a sus guerreros heridos.
Todos los campesinos fueron curados, alimentados y llevados a las tiendas de campaña para que se refugiaran allí, Amadeo fue llevado a una de las habitaciones del palacio.