Lágrimas De Cristal

Anya pasmada por las palabras de Bastian, y estaba totalmente triste, supo que nada había cambiado, que se habían hecho amigos, pero al final todo era igual, solo que él era amable para que ella no se sintiera privada de su libertad.

— ¿así que todo fue mentira?, no sé qué fue peor, si haber creído que verdaderamente te preocupabas por mí y que me dejarías ir, o darme cuenta que todo lo hiciste por conveniencia.

— tú sabes que lo que estás diciendo no es cierto, porque si ese fuera el caso, jamás te hubiera ayudado a encontrar tu familia, porque en el momento en el que recibí la información, sabía que estaba arriesgando el trato que hicimos, pero no me importó porque lo que yo quería era hacerte feliz.

— ¿me estás diciendo malagradecida? Te recuerdo que yo no pedí nada de esto, fuiste tú quien me trajo a la fuerza, fuiste tú quien me compró, que hicimos un trato, si, pero fue porque no tuvo otra opción, y si la hubiese tenido, créeme que no estaríamos aquí.

— no te estoy diciendo malagradecida, sé perfectamente que soy yo el culpable de todo, pero traté de recompensarte, creí que era la única forma de que te sintieras bien a mi lado, y también porque sé que eres la chica más fuerte que conozco, la que no se rinde a pesar de los obstáculos, en ti vi las ganas de salir adelante y realizar tus metas, yo solo quería ayudarte abriéndote el camino a nuevas oportunidades, no es por caridad, si no porque tengo muy claro que tú misma te lo has ganado, porque que te esfuerzas cada día para ser mejor, y te lo he dicho siempre, que esa es unas de las cosas que más admiro de ti.

— pues a mí ya no me interesa nada que venga de ti, lo único que quiero es irme, prefiero volver con mi tía que estar a tu lado, prefiero mil veces eso que verte la cara.

— ¿sabes porque hay personas que tienen más exitos que otros? Por esas personas aprovecharon cada oportunidad que se les presentó, ¿prefieres huir al primer problema que aprovechar la oportunidad que yo te estoy dando?, pero esta bien, entiendo que estás molesta, y no piensas en nada, no seguiré discutiendo contigo, me iré a dormir.

— ¿crees que estoy haciendo un berrinche?

— mañana cuando te calmes y estés mejor podemos hablar, ahora estás molesta y no escuchas nada de lo que te digo, buenas noches.

— bien, ¿ahora quién es el que está huyendo de la situación?

— yo no estoy huyendo, solo te dejaré para que te puedas calmar, porque es imposible hablar contigo en ese estado, lo único que te puedo decir es que, aunque no lo quieras creer, tú eres muy importante para mí, y disculpame por haberte gritado no fue mi intención lastimarte, yo jamás te haría daño.

Bastian fue a su habitación y la dejó sola en la cocina, Anya dejó salir su ira descargándose con lo único que tenía a la vista, era una maceta Bon-sai jazmín de invierno, lo tomó y la arrojó contra la pared, Bastian quien ya había subido, al oír ruidos bajó corriendo las escaleras y fue donde se encontraba Anya, se sorprendió cuando la miró de rodillas tratando de arreglarlo.

— ¡perdón! No fue mi intención, lo siento mucho, no tienes la culpa de nada.

— ¿qué haces?

— le estoy pidiendo disculpas, yo las arrojé.

— déjalo, ven y siéntate.

— no, no quiero, ¿no escuchaste que lo tiré y por eso se dañó?

— está bien Anya, no pasa nada, lo arreglaré, es solo una maceta.

— no, aunque lo arregles no volverá a ser igual, mira, está rota como yo, pagó siendo inocente.

— bien, la recogeré con cuidado y la dejaré aquí, mañana veremos qué hacer con ella, ahora te llevaré a la habitación para que descanses.

Bastian la llevó a la habitación y Anya se recostó para dormir, él se quedó a su lado mirándolo hasta que ella se durmió, luego fue a su despacho y buscó en unos de los cajones la cámara fotográfica con la que le sacó fotos a Anya por primera vez, y recordaba el momento cuando cruzaron palabras y reía solo, dejó la cámara sobre el escritorio y se fue a dormir.

Al amanecer Anya despertó algo confusa, al ver que era la habitación de Bastian se levantó de inmediato, fue a la ventana y miró a través de ella como caía la nieve, volvió a recostarse en la cama que también tenía su aroma, no sabía cómo descubrirlo, era un olor dulce, suave y amaderado, pero a la vez refréscate, jamás en su vida había sentido esa sensación de calor en el cuerpo respiración agitada, y lo más extraño para ella era que, sus pezones se endurecieron y un sinfín de sensaciones extrañas que jamás le habían ocurrido a su cuerpo, tiró la almohada que trasmitía ese olor que la volvía loca y corrió al baño, al mirarse en el espejo, su cara se veía más sonrosada y sus ojos brillan.

— ¡qué me está pasando!

Expresó para luego lavar su rostro, pero no funcionaba, así que se quitó la ropa y entró a la ducha para mojar su cuerpo con agua fría, al punto que temblaba al salir de ella.

— ¡estás loca Anya!, como te vas a duchar con agua fría en pleno invierno.

Ella seguía hablando sola cuestionándose y sonreía de sus propias locuras, salió del baño envuelta en una toalla y para calentarse frente a la chimenea, pero no encontraba el control, entró al clóset y ahí estaba, la encendió y fue de nuevo al clóset para quitarle prestado algo de ropa a Bastian, él por su parte ya estaba listo para salir y fue a ver cómo estaba ella, tocó la puerta, pero ella no respondió.

— Anya, ¿estas ahí? Responde, voy a entrar, Anya, si no abres la puerta entraré.

Anya no podía oírlo porque estaba entretenida mirando los relojes y oliendo los perfumes de él, como estaba acostumbrada a pasearse desnuda en su habitación, olvidó que esa no era la suya, así que cuando Bastian decidió entrar, ella salió completamente sin ropa con una sudadera de él en la mano, Bastian la miró boquiabierto, y se dio la vuelta, mientras ella gritaba aún más sorprendida y apena que él.