La Niñera

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El cuerpo de Clara era tan diferente al de su hermana, todo en ella era natural, sus senos, sus glúteos hasta su rostro, ella no tenía ni una sola cirugía era tan natural que le aportaba algo magnífico, algo atrayente.

Mientras voy entrando, veo una lágrima salir por sus ojos, algo que me alertó bastante, pero que al momento de enderezarme, me di cuenta, de la parte de abajo había un rastro de sangre.

No lo saqué, porque si lo hacía sabía que le iba a doler más, me acerque nuevamente a ella y empecé a besarla de nuevo, para qué empezará a relajarse y olvidará lo que yo estaba haciendo.

Era tan excitante, sentirla tan apretada estar de nuevo con una virgen, tenía que controlarme no quería decepcionarla.

- Pensé que ya tenías experiencia. - mi voz salió en un susurro. - Es un honor para mí ser el primero y el único espero.

Cuando me aseguré de que ya estaba todo adentro ella empezó a hablar.

- ¿Por qué te detienes?

- Sientes dolor.

- Pero, necesito llegar...

No la dejé terminar y de nuevo me apoderé de sus labios mis manos tomaron las suyas por encima de su cabeza, mis caderas empezaron a moverse, primero lento y seguro.

Al igual que mis caderas las de ella también empezaron a moverse pidiendo más, y como podía negarme a ella, le comencé a dar todo de mí, los minutos pasaban y nuestros cuerpos sudaban y se fundían en uno solo.

El éxtasis llegó a los dos al mismo tiempo y no pudimos controlar nuestros gritos, le suelto las manos y caigo encima de ella, su respiración se mezcla con la mía agitada y sedienta por descansar.

Nos sobran las palabras, después de ver qué ya estábamos más relajados nos acomodamos para poder descansar.

- Eres única. - le hablo mientras paso mis dedos por su desnudo hombro.

- Lo mismo le dices a mi hermana. - mi mano se aprieta en su hombro no quería hacerle daño pero su comentario me mata.

- ¿Por qué tienes que nombrarla a ella?.

- Por ella me dejaste plantada el día de nuestro aniversario, hace tres años.

Paso mi mano por el rostro y luego por mi cabello. Ella tiene razón y puede que de ahora en adelante solo la utilice por satisfacer mis necesidades sexuales, que más que engañar a una niña diciéndole palabras bonitas para que caiga a tus pies.

- Podemos dejar de hablar de ella, quiero pasar tiempo contigo y sales con esos comentarios.

Ella solo se encoge de hombros, estableciendo un silencio relajante que da paso a un sueño profundo.

A la mañana siguiente me despierto y me encuentro solo, pero sé que ella no se ha ido la puedo escuchar en la cocina, el olor a café llega hasta mí, ese olor es una invitación a que me levanté. Poco a poco me quito la sabana que me cubre y veo una mancha de sangre una risa se forma en mis labios recordando la noche tan magnífica que había pasado.

- Buen día, princesa. - me acerco a ella y le doy un beso.

- Buenos días, en la cafetera quedó tinto. - ella que habla y su celular que suena, ve la pantalla y se le forma una sonrisa. - Hola, ¿cómo estás?. - no sé dé que hablan, pero ella no borra la sonrisa de sus labios. - Déjame me organizo y nos vemos donde siempre.

Clara cuelga el teléfono, se termina de tomar el café y va hasta la habitación, en dónde escucho la ducha.

Mi humor se pone muy mal, cojo la taza del café que estaba tomando y la estrelló contra la pared, corro hacia la habitación y ella ya se encuentra vestida pensé que por ser mujer se iba a demorar un poquito más.

- ¿A dónde vas?.

- Me acaba de llamar tu hermano. Voy. a verme con el. - la cojo del brazo bastante fuerte.

- De esta casa no vas a salir. - ella mueve con mucha fuerza soltándose.

- No tengo por pedir permiso, ya obtuviste lo que querías de mí, así que porque he de quedarme.

Sus palabras me hieren, al punto de que me siento al borde de la cama y mi cara reposa en mis manos.

- Quisiera al menos compartir un tiempo contigo, esto no tenía nada que ver con que estuvieras conmigo. - aunque al principio si fue así, ahora ya no estoy seguro de nada. - Por favor quédate este fin de semana conmigo.

Ella pone los ojos en blanco y sale de la habitación, me quedo como un idiota en la cama esperando el sonido de la puerta cerrarse, pero eso no llega, así que salgo y la escucho al teléfono, está en una videollamada.

Espero al lado de una columna y escuchar con quién está hablando y la voz la conozco perfectamente.

- ¿Dónde andas?.

- No te preocupes por mí, estoy bien, pero no podré verte hoy.

- Habías quedado de cuidar a los niños.

- Lo sé, pero tengo cosas que hacer.

- ¿Estás con mi hermano verdad?.

- No te lo puedo negar. Tarde o temprano te enterarás y que mejor que lo hagas por mi boca. - ella está sentada en el sofá y le puedo ver sus hermosas piernas, las cuales me provocan una maldita erección.

- Por favor cuídate, y hablamos el lunes.

- Antes de que cuelgues, discúlpame con Caleb, me fui sin despedirme de él.

- Con mucho gusto.

Apenas ella cuelga yo me acerco por la espalda y le doy un beso en su cuello descubierto.

- Gracias. - me mira un poco enojada. - Deja de hacer esa cara, sé que no debí de ponerme así, pero no me gusta para nada ala confianza que tienes con mi hermano.

- Lo quiero mucho y he trabajado para el también, solo tenemos una muy bonita amistad.

- Solo eso, parece más un esposo preocupado por donde anda su mujer. - mi comentario mordaz la enoja de nuevo.

A lo cual ella se pone de pie y corre hacia la puerta principal, pero le bloque el camino, su mano queda en el pomo y la mía queda sobre su cabeza cerrándola con fuerza.

- Siento mi comentario, pero tú haces que me salga de control

- ¿Yo?.

- ¿si tú?, eres hermosa los hombres se quedan viéndote a dónde vayas, tienes una relación más íntima con mi hermano que con tu propio esposo. - mientras voy hablando la mano que tengo libre comienza a subir por su costado, lo que le provoca escalofríos.

Puedo sentir su respiración agitada, mi mano se desliza por su entrepierna y puedo sentir su humedad.

- Estás muy feliz, que vamos a hacer con lo que tienes hay.

- No...

- Noo, mi amor vas a ser mía durante estos dos días. Te voy a marcar por todo tu cuerpo y vas a pensar en mi de ahora en adelante.