Isabella Belmonte siempre obtuvo lo que quiso, más aún cuando era tranquila y lograba actuar como cupido para que su tía Amanda y su madre Marisol consiguieran buenos hombres, pero ¿Qué pasará con ella?
Nunca tuvo novio porque no le atraía nadie, aunque tampoco tenía mucha opción con los hombres que le tocaron en su familia, Celos y Protectores.
Ahora, siendo quién es y cumpliendo sus sueños, chocará con muchos prospectos masculinos sin educación, pero ¿Podrá con eso? ¿Será alguno de ellos diferente?
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Especial- Volver a verte
El hombre desconocido me sonrió y emitió pocas palabras.
— Gracias, hermosa — Agarró el desayuno y me dio un beso en la mejilla para luego irse.
Quedé por unos segundos congelada, pero volví en sí cuando recordé donde estoy y que obviamente, quiero volver a casa.
Lamento haber defendido a ese idiota el día que Bastian dijo que Marcus era un chico que jugaba con todas las mujeres, ya que tuvo mucha razón, pero en ese momento creí que era diferente.
Mientras manejaba a casa, iba en silencio, sin música ni distracciones. La mente la tengo completamente en blanco, no puedo pensar en nada, ni malo, ni bueno.
Llegué a la Mansión y me crucé con quien no quería.
— Llegaste rápido— Dijo Isaías.
—Sí, profe. — Me burlé e iba a seguir mi camino, pero él respondió
— ¿Por qué? ¿No ibas a desayunar con tu noviecito?
— Iba, pero me sentí mal y volví. — Mentí
— Dime la verdad, Marina Belmonte— ordenó.
— Me engañó con una pelirroja y le di el desayuno a un hombre en la calle.
— Que bueno. Me alegra que hayas pensado en los vagabundos
— No era vagabundo. Incluso, ahora que recuerdo, creo que tenía dinero, pero aceptó el desayuno.
— mmm — No estaba muy convencido, pero lo dejó ahí.
— Te quiero — Dije mientras reanudaba el andar hacia mi habitación.
Cuando estaba en la ducha volví a recordar los sucesos de hoy, Marcus con la pelirroja, besándola, abrazándola, ellos con poca ropa y lo que no quería pasó, terminé llorando mientras el agua caía en mi cara porque no había una respuesta convincente para semejante traición.
Durmió con ella y lo descubrí. Me salvé, ya que yo no le di la bendición de obtener mi virginidad, aunque algo en mi interior me decía que no lo hiciera, que él no era el chico ideal, no podía llevarse ese regalo.
Por otro lado, también recordé el hombre al que le di el desayuno y automáticamente, sonreí. Su voz, su porté, su mirada, es hermoso, se nota que entrena en el gimnasio. Es fuerte y hasta mi mente me llevó a pensar en doble sentido cuando él me dijo sobre "las sobras de mi ex" y la verdad, Marcus no había tocado la bandeja, pero mi inexistente lado pervertido pensó que él hablaba de mi cuerpo.
Ya de inexistente no tenía nada, porque se activó con ese hombre desconocido.
Traté de mostrar seriedad, madurez y seguridad; y al parecer funcionó porque la chica pelirroja me lo dijo. Si bien, no los golpearía a ninguno de los dos, quería lastimar a "mi ex" con palabras que lastimarán su ego. Para mi desgracia, fui estúpida y dije que a la Reinauguración iría con un hombre, cosa que claramente es mentira, por lo que evitaré las cámaras todo lo posible.
...
Ya lista, Bella y mamá entraron a mi habitación para avisarme que debíamos calmar las fieras de hombres Celosos, ya que mi hermana irá con alguien a la celebración y de paso me preguntaron si Marcus me acompañaría, por lo que les informe mi nueva situación sentimental.
Bajamos a la sala y el chef de PCARM apareció en busca de Bella, haciendo que papá se ponga inaguantable. Luego el timbre sonó nuevamente y papá me miró a mí, pero Negué, ya que nadie vendría a buscarme.
Cuando una pareja ingresó a casa, casi me muero del susto, incluso trastabille y casi caigo, pero Isaías me agarró.
— ¿Qué te pasa? ¿Te sientes mal?
— Es quién recibió el desayuno— Le contesté en su oído e Isa no pudo evitar hacer mala cara.
— Era mejor un vagabundo — Me retó
Fuimos interrumpidos por la presentación de él, Antonio, es chef.
La cara de Bastian era bastante seria, más podría decir que no le agrada que su mesera esté del brazo de otro hombre, pero para su alegría, la abuela Fátima vino y arregló parejas. Yo no me negaría, ya que sin saberlo, me ayudó por si las cámaras me toman, al menos Marcus verá que estoy con otro hombre, y no me importa si cree que soy una zorra cuando él es quien se comportó mal, su ego será lastimado porque mi compañero es mucho más lindo que él, no es flaco, sin trabajo, ni un niño de papi.
¿Qué carajos estoy diciendo?— Me Reclamé mentalmente.
Antonio vino a mi lado y me tendió la mano para unirse conmigo y dejar a Ariam con Bastian, quien feliz fue por ella sin perder el tiempo.
Cuando partimos, el Chef me abrió la puerta de un elegante auto Blanco y luego subió en el lugar del piloto.
— Así que una Belmonte— Rompió el silencio e inició la conversación.
— Sí, ¿No te lo dije? — Me hice la inocente.
— No, ciertamente solo me dijiste tu nombre, y me regalaste el desayuno.
— Ah, bueno, ya sabes quién soy. — Dije idiota, sonando altanera
— Aja, eh... ¿Tú hiciste el desayuno?
— No. Yo no sé hacer ni un café. Lo hizo una de las cocineras de la Mansión. — Me reí de mí misma.
— Bueno, entonces debes agradecerle de mi parte, estaba delicioso. — Dijo Antonio
— Le diré por supuesto.
— ¿Quién diría que me alegraría por volver a verte? — Susurró aunque lo pude escuchar y me sonrojé.
— Así que eres Chef— Mencioné cambiando de tema.
— Sí, soy el segundo en el PCARM. —Asintió
— El día que Isabella debía hacer la crítica, la comida estuvo muy rica. — halagué.
— Gracias, ¿Cómo sigues de tu desilusión?
— ¿Cómo me ves? — Pregunté inocente.
— Hermosa, pero eso no pregunté— Me miró unos segundos
— Esa respuesta tampoco es la que esperaba — Mencioné — Estoy bien, completa y medianamente feliz.
— ¿Medianamente? —Preguntó sin entender.
— Cuando termine esta noche, estaré mejor.
—¿Te molesta mi presencia?
— No, no es por ti — Claramente me incomoda y no sé porqué. Me estoy comportando como una niña enfrente de semejante hombre.
—¿Cuál es tu edad?
— Dieciocho años, y ¿Tú? — Respondí avergonzada. Quisiera tener más.
—¡Oh, pensé que eras más grande! — Se aclaró la garganta — Tengo 31.
— ¿En serio? No lo aparentas — Dije mintiendo. Más o menos es lo que calculé, pero él no tenía por qué saberlo. Trece años de diferencia.
Antonio se rió y luego frenó en la entrada del Restaurante. Habíamos llegado y mis nervios empezaron a surgir. Las cámaras están para fotografiarnos y no sé si querrá aparecer conmigo o por separados.
Él bajó del auto y dio la vuelta para abrir mi puerta, ayudándome a bajar y colocando una de sus manos al rededor de mi cintura.
Gracias al diseño del vestido, pude sentir su mano tocando mi piel cuando rozó mi espalda y me erizé.
— Sonríe para que el chiquillo de tu ex te vea con otro hombre. Verás como le dolerá el ego — Susurró Antonio en mi oído y le hice caso.
Dentro del Restaurante, él alejó sus manos de mí y nos acercamos a mis padres, con quienes estuvimos hasta que Bella llegó.