Vuelve

Tras cuatro horas de viaje y siendo la media noche, los futuros padres se han mantenido en silencio todo el viaje, Santino no podía dormir, pero tomó a Belice para durmiera en su regazo, mientras velaba el sueño, le acariciaba el brazo y besaba el cabello. Al llegar a la casa hacienda, Santino apoya a Belice sobre el espaldar del asiento e intenta susurrar al oído.

- ¡Belice!, cariño, despierta, hemos llegado.

Belice está profundamente dormida, por lo tanto, Santino hace arreglos con Mateo, el guardaespaldas de su padre.

- Mateo ¿Tienes las llaves de la casa?

- Sí, señor.

- Pues bien, ve tú para abrir la puerta.

- Señor, no hay luz en casa, por lo que estado deshabitada por años, aquí cargo con linterna, le iluminaré el camino.

- Perfecto, ilumina el camino, mientras cargo a mi esposa, no quiero que despierte, ha tenido un día pesado y su condición le exige descanso.

- Si señor.

Mateo ilumina el camino para que Santino pueda ver el camino, Mateo camina un poco rápido para abrir la puerta, ésta hace ruido, le falta aceite, pero mantiene la linterna al suelo para que Santino vea el camino. Suben las escaleras, pero el encajonado de madera hay que ajustar, la puerta de la habitación es señalada por Santino, él recuerda perfectamente cual es. Mateo voltea la linterna mirando el techo, iluminando toda la habitación de manera tenue, ahora retira la lona con sumo cuidado para no dispersar polvo y la señora Casiraghi pueda descansar.

Una vez que Belice fue depositada sobre la cama, Santino y Mateo salen para organizar ciertas cosas.

- La casa necesita arreglo, pero lo más importante es aceite, las bisagras necesitan con urgencia. - Fue Mateo quien se quejó.

- Me la traes durante el día.

- Los mayores ya nos dieron las instrucciones a mí, a Jason y a Kurt. Vendríamos seguido para dejar víveres, productos y hasta algunas herramientas. Pero le diré a Kurt que no se olvide del aceite, a él toca traer la primera carga de salida de la capital a las tres de la mañana y llegará aquí a las siete.

- ¿Ya tienen horario de trabajo?

- El señor Honorato hizo el cronograma de entrega de paquetes.

- Está bien.

- Con su permiso, tengo que volver.

- Ten cuidado.

El chirrido de la puerta estresa a Santino, por más cuidado que tenga, el chirrido es molestoso. Fue a ver a Belice, pero ella duerme, él se quita los zapatos y se acuesta a dormir, con una pierna protege las de Belice, y con un brazo se asegura de que ella quede a su lado. Esa noche Santino pudo dormir.

El día amanece con un bello sol, no quemaba, algunos pájaros ya están dando los buenos días con sus variadas notas musicales. A las siete y cinco llegó Kurt, la camioneta está bien cargada. Él tenía el duplicado de las llaves, en cambio Jason usará las de Mateo, ambos trabajan para los Casiraghi.

Al abrir la puerta, Kurt hizo un gesto desagradable al sentir el chirrido de la puerta, entendió la urgencia de Mateo cuando le pidió de llevar el aceite. Rápidamente empezó a dejar las cajas con frutas, verduras, y otros tipos de alimentos.

Santino bajó las escaleras, iba con cuidado, pero puso en alerta a Kurt.

- Buen día, señor Casiraghi ¿Durmió bien?

- Algo, ese chirrido de las puertas y de la escalera me estresan.

- En la camioneta tengo el aceite que me sugirió Mateo.

- Genial, quiero usarlo de una vez.

- Enseguida lo traigo.

Cada tipo de fruta con su respectiva caja, granos, cereales y azúcar en sacos de cinco kilos, las verduras también están en cajas. En otras cajas hay frascos de almacenamiento, y muchas otras cosas para ir ordenando la despensa. Kurt llega con el aceite, Santino de inmediato la aplica a las resecas bisagras, al mover la puerta el chirrido desapareció. Ahora los oídos disfrutan de paz para entrar y salir de casa, pero faltan todas las otras puertas restantes. Kurt sigue bajando las cajas y Santino continúa aceitando las bisagras, lo que quedaría es detestable cajonería de la escalera.

Belice se estira sobre la cama, al abrir los ojos se percata que no está en su casa, y tampoco es la habitación donde vivió con Santino el tiempo que duró su matrimonio. Mientras piensa en cómo llegó hasta aquí, la puerta está abierta y aparece Santino echando aceite y moviendo la puerta.

-Buenos días, señora Casiraghi ¿Cómo amaneció?

- Buenos días ¿Dónde estamos, Santino?

- Estamos en la casa hacienda Casiraghi, aquí nací y viví mis primeros años de vida.

- ¿Qué le haces a la puerta?

- Las bisagras están resecas y con aceite evito los molestos chirridos.

- ¿Qué tan molestos pueden ser? – a Belice le pica la curiosidad.

- Acompáñame a la otra habitación y verás.

Belice se levanta, se pone los zapatos y acompaña a su esposo. Al llegar a la entrada de la siguiente habitación, Santino abre y el terrible chirrido da la bienvenida.

- ¡Qué molesto!

- Pero si le pongo aceite verás la diferencia.

Y Santino hizo la magia con la ayuda del aceite y Belice notó los cambios. Estaba muy a gusto, pero la curiosidad gana a Belice.

- ¿Qué hay adentro?

- Era mi dormitorio de niño. Entra.

La habitación quedó intacta, la cama, los juegos y el lujo en cuanto a acabado. Al rincón, se había quedado la cuna, Belice acaricia la cuna, Santino aprovecha la oportunidad para abrazar a su esposa, pero ella lo aleja.

- ¿Por qué me evitas?

- Por favor, Santino.

- ¿Es por las hormonas de tu embarazo?

Belice queda en silencio, acaricia una vez más la cuna y se va.

- Belice, ¿Mi amor, que pasa? Cuéntame lo que tienes.

- Santino, creo que lo nuestro no va a funcionar.

- ¿Qué es lo que te desanima tanto?

- ¿Valdrá la pena una oportunidad? La mujer que amas es Paola, tú y tu padre dicen que ya no es una amenaza. Ella se fue la primera vez, pero se fue y volvió, esto se va a repetir.

- Belice, cuando dije que ella no es una amenaza, es que ella ya recibió su lección.

- ¿Así? ¡No me digas que le diste un pasaje sin retorno!

- Efectivamente no hay retorno.

- ¡Santo sea el cielo, Santino!

- ¿Cómo se llama el sin retorno?

- ¿Qué insinúas? ¿Acaso ella está…

- Bajo tierra. – culmina la frase.

- Santino, no estoy de humor para tus bromas.

- Ella está muerta, los muertos, ¿los muertos están bajo tierra? Ella no podrá interferir en lo nuestro.

Belice se siente sofocada, se lleva un mano a la cabeza y la otra sobre el pecho.

- Mi amor ¿Qué pasa? Cariño ¿Qué sientes?

- Necesito aire, Santino. Me falta el aire.

- Salgamos a dar un paseo.

Santino toma de la mano y la lleva a dar un paseo por las afueras de la hacienda, le presenta cada rincón y le narra cada travesura que hizo en el lugar. Tras una amena caminata, Belice se sintió mejor, el aire del campo le está haciendo bien, pero el hambre empezó a llamar, las tripas hacen ruido tanto en Belice cómo en Santino.

- Kurt trajo comida, te preparo algo, estás embarazada y necesitas comer bien.

- ¿Sabes cocinar?

- No, pero por ti daré mi mejor esfuerzo ¿Qué tal una ensalada de frutas?

- No está mal.

-Te llevo a la cocina, es un espacio grande. Te va a gustar.

Santino, muy contento, lleva de la mano a su esposa a casa y luego entrar a la cocina.