El está enamorado de su mejor amiga. Ella está a punto de casarse. El día de su boda tiene un accidente y "muere" un año después el se encuentra con una chica que es idéntica a ella.
¿Será la misma mujer o una prima lejada muy parecida.?
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¿Es casada sabías.?
...Cristina....
Nicolás se estaba tardando mucho.
— Creó que mejor si voy a buscarlo.
— Ya le dije que volverá pronto. — Insistió la señora Gema.
Me resigné a que ella no me dejaría bajar. Por su actitud parecía que ocultaba un secreto muy oscuro. Hay por favor. ¿Qué hay de malo en que vaya al estacionamiento y lo vea.?
La puerta se abrió y supe que Nicolás estaba de vuelta.
— Amor. ¿Encontraste lo que buscabas.?
— ¿Qué.? — Parecía no saber de lo que yo le habla.
— ¿Encontraste lo que buscabas.? — Volví a preguntar.
— O, si. — No tenía nada en sus manos. Eso me pareció raro.
— ¿Y dónde está.?
— Ha, pues... Lo dejé en el auto. Era un contrato importante y no quería olvidarlo.
— Mm, ven. Siéntate. Vamos a desayunar. — Tomé su mano.
— Empieza primero. — Me dió un beso en la frente y entró a la habitación.
— Señora desayuné.
— Sí gracias. — Tomé los tenedores y parti la comida. La actitud de Nicolás me tiene preocupada. ¿Será que ya no me quiere tanto cómo al principio.? ¿El amor se acaba.? Yo siento que nunca dejaré de quererlo. ¿El me dejará de querer algún día.?
— Señora, ¿está bien.? — Parece que la señora Gema se preocupa más por mi que mi propio marido.
— Sólo estoy un poco cansada. Ya sabes. La escuela.
— Claro. — Empecé a comer y la comida me alegró el estómago. — Mmm, Esto está riquísimo.
— Qué bueno que le gustó. — Me regaló una sonrisa.
— Tienes manos mágicas. Por favor enseñeme a cocinar. Quiero poder hacer estás delicias. — Estoy segura de que a Nicolás también le van a encantar.
— Le enseñaré cuándo usted quiera.
— Empecemos esta tarde.
— Está bien. — Nicolás regresó de la habitación. Y se sentó al lado mío.
— ¿Ya terminaste.?
— ¿No vas a desayunar.? — Ni siquiera observó los tenedores.
— Desayunó en la oficina.
— ¿Porqué desayunar en la oficina si puedes hacerlo aquí.?
— Tengo mucho trabajo.
— Mm, si tienes trabajo puedes irte. Yo me iré después. — Me molesta su actitud. Parece que evita a toda costa pasar demasiado tiempo conmigo.
— ¿No quieres que te dejé en la universidad.?
— No gracias. — Traté de sonar normal para que no se diera cuenta de mi enojó.
— Pero...
— Tomaré un taxi. — Así no vamos a convivir tanto si es lo que buscas.
— ¿Estás enojada conmigo.? — Vaya, hasta que nota lo que siento. Es un milagro.
— No. — Yo no necesito responder cómo está mi humor. El ya se dió cuenta. Aya el si me hace caso o me ignora.
— ¿Porqué no quieres que te lleve.?
— Porqué mi primera hora de clases quedó cancelada. Y tú debes llegar a la oficina. Mejor ve primero. — Lo que dije no era mentira. En verdad se canceló la primera hora. Problemas personales del profesor.
— Está bien. — Intentó besar mis labios y puse un pedazo de papaya en mi boca. — Nos vemos en la noche. — Me dió un beso en la mejilla y salió del departamento. Yo seguí comiendo hasta que la señora Gema me habló.
— ¿De verdad no está enojada señora.? — Ella es muy lista. Pero no pienso decirle la verdad tampoco.
— Si. De verdad. — Más que estar enojada, estoy triste. Me da tristeza pensar que el no me quiere. — Voy a preparar mi mochila.
— ¿No se había cancelado una hora de clases.?— Cuánta atención me pone.
— Si. Pero iré a ver a un amigo.
— ¿Un amigo.? — No se que pensaría cuándo escuchó cómo lo llamé.
— Si, bueno en realidad es mi ex jefe. Se llama José y Nicolás lo conoce. — Le aclaré para que no piense mal de mi.
— No tiene que darme explicaciones señora.
— Lo sé pero no quiero que pienses mal. Yo amó a Nicolás y jamás le faltaría como esposa. — Eso es verdad. Antes de serle infiel prefiero que nos divorciemos y cada uno haga su vida cómo le plazca.
— Lo sé. Sólo con verla estos días me he dado cuenta de lo mucho que usted lo ama. — Se da cuenta de que yo lo amó pero no sé da cuenta de que el parece no amarme.
— Con permiso. — Fui a mi habitación y busqué mi mochila y los libros de la escuela. Los guarde y salí. — Ya me voy.
— Cuídese señora.
— Si gracias. — Salí del departamento y tomé un taxi. Fuí a la tienda dónde antes trabajaba. Ahí me encontré a don José. — Buenos días.
— Cristina. Qué gusto. — Nos dimos un brazo.
— ¿Cómo estás.?
— Bien. ¿Y usted.?
— Yo no tengo ninguna novedad.— Me vió de pies a cabeza. — ¿Cómo va tú matrimonio.?
— Creó que cómo todos los matrimonios.— Dicen que lo bueno dura sólo un mes. Qué con el paso del tiempo empiezan los problemas y esas cosas. Al parecer el mes de felicidad ya terminó para mí. Ahora viene lo real.
— ¿Ya empezaron los problemas.? — Uff.
— No. — No sé si debería llamarlo problema, yo creó que sería más bien un desacuerdo. — Digo el es un buen esposo, me cuida mucho y me da todo lo que cualquier mujer querría.
— ¿Pero.? — Siempre tiene que haber un pero.
— Pero hay algo que está molestando mi pecho.— Y no es mi enfermedad. Esa ya pasó.
— ¿Tú enfermedad regresó.? — Se preocupó. Supongo que es normal que lo primero que se viniera a su mente fuera eso.
— No. Mi enfermedad no regresó. Pero a veces el corazón me duele más que cuándo estaba enferma.
— ¿Y eso porqué.?
— A veces Nicolás es un poco indiferente conmigo. Trató de pensar que es sólo porqué está cansado. Pero en otras ocasiones no puedo sacar de mi cabeza que el quiera a otra mujer. — Aunque si quisiera a otra, ¿Porqué casarse conmigo.? Lo que pienso es ilógico.
— Son tonterías. Te lo dije la primera vez que el vino a la tienda. El te vió de una forma especial. Tal vez su defecto es estar un poco loco y la prisa por casarse. Pero te puedo asegurar que en verdad te quiere.
— Yo no dudó que me quiera. Lo que dudó es que me amé.
— Cris, un hombre no se casa sólo porqué si. Nicolás parece alguien adinerado, seguro que podría tener a la mujer que el quisiera. Pero te eligió a ti. ¿Si no fue por amor, porqué más sería.?
— No se. ¿Entonces si me ama.?
— Exactamente. El te ama. Dejá de dudar y concéntrate en ser feliz.
— Está bien. Me concentraré en ello. — Sonreí. — Gracias por su consejo.
...Idalia....
El esposo de Cristina es un hombre muy atractivo. No entiendo porqué está casado con alguien tan simple como ella.
— Hola Idalia. — Jeremy vino. Si no fuera porque conocí al esposo de Cristina el aún seguiría en mi lista de posible conquista.
— Hola Jeremy. — Es un chico guapo y soltero. No tengo inconveniente en ser su amiga. Sí no se da nada con el esposo de mi "amiga" el poder seguir siendo un digno candidato.
— ¿Has visto a Cristina.? — ¿Y porqué me pregunta por ella.? ¿No está interesado en mi o que.?
— ¿Porqué tendría que verla.? — ¿Acaso soy su guardaespaldas.? No tengo porqué saber de ella en cada minuto que pasa.
— ¿No es tú amiga.? — ¿Amiga.? Por favor. ¿Porqué yo seria amiga de una chica cómo ella.? No pasa de los 21 y ya está casada. Es una tonta. Yo prefiero tener amigas liberales. Amigas que disfruten su vida y no sólo se aten a un hombre.
— Apenas la estoy conociendo. ¿Te interesa ella.?— Es más que obvio que debe interesarle. No están en la misma facultad así que muy difícil que la busqué por razones escolares.
— Si.
— ¿Es casada sabías.? — Perdóname si te espantó el ganado. Pero no es justo que un chico tan guapo como Jeremy ande perdiendo su tiempo con una mujer casada.
— Si lo sé. — ¿Así que lo sabe y todavía anda detrás de ella.?.Mm, al parecer tiene pegue la chica.
— ¿Y no te importa.? — A cualquier hombre le importaría. Al menos a uno decente si.
— No. — ¿No le importa.? Tal vez es cómo yo en ese aspecto. A mí tampoco me importa el estado civil de un hombre que me guste.
— No entiendo que le ves. — Es bonita, tiene un cuerpo aceptable pero tampoco es la gran cosa.
— Tiene un encanto que no cualquier mujer tiene.— ¿Un encanto que no cualquier mujer tiene.? Me preguntó de qué se trata.
— ¿Enserio.? Yo no he notado ese encantó.
— Es obvio que no lo has hecho. Las personas cómo tú no lo hacen.
— ¿Qué quieres decir con personas cómo yo.?
— Envidiosas. Eso quise decir. — Se fue por ahí. Idiota. Yo que le estuve rogando por bastante tiempo y ni me notó y ella apenas la conoció ya le quiso tirar el perro..