Dicen Que Estoy Maldita

CAMILA

Sus besos eran como veneno, me estaban matando y yo quería mas no me importaba el daño que nos podíamos ocasionar yo estaba dispuesta a enamorarlo que solo me mirara a mi, el debía de ser mío y no estaba dispuesta a compartirlo con nadie, tenía que sacar Angélica de la jugada, debía de ser inteligente y no dejarme llevar por mis arrebatos ellas ya habían ganado más de una vez, los besos se hicieron mucho más fuertes sus manos recorrían todo mi cuerpo, el empezó a masajear mi clítoris con la yemas de sus dedos yo estaba desesperada quería mucho más así que:

--- Leonel te necesito lo quiero dentro--- nos fuimos al asiento trasero del coche y ahí lo hicimos, nuestra tensión sexual era mucho más fuerte que la razón, algo pasaba entre nosotros por alguna razón estábamos llenos de lujuria, llegamos a la casa rápidamente subí a mi habitación me metí a la ducha, cuando salí Leonel estaba acostado en mi cama.

--- Tu que haces aquí---

--- Está también es mi habítacion ---

--- No lo eso---

--- Si lo es, ya me dejaste dormir aquí--- me jalo hacia el.

--- Entonces me voy yo--- dije tratando de levantarme.

--- Tu no vas a ningún lado, ahora ya eres mi mujer--- lo dijo de una forma autoritaria y se puso encima de mi, agarro mis manos, beso mi cuello y alguien nos interrumpió era nada más y nada menos que Angélica.

--- Que no puedes tocar-- dijo Leonel muy enojado.

--- Perdón, solo los llamaba porque la cena está lista--- yo aproveche y me levanté, con el pretexto de que tenía hambre acomodé mi bata.

--- Enseguida bajo--- dije, tome mi ropa y estaba a punto de vestirme cuando recordé que no estaba sola.

--- Te puedes retirar voy a vestirme---

--- puedes hacerlo no te estoy tomando de las manos, y si es por pena a qué te vea desnuda recuerda ya te he visto todo,--- dijo con una sonrisa pícara.

Bajamos a cenar y Angélica y su tía ya se encontraban abajo, se que esas arpías debían odiarme, pero no podía echarlas, tenía que encontrar pruebas de lo que me hicieron no las iba a dejar sin antes que ellas sufrieran, aunque tenía miedo ellas podían ponerle veneno a la comida porque claro que las creo capaz de eso y más, no se cuál era el aprecio de Leonel con en ama de llaves pues el conocía algunas cosas y no la había despedido, cual es el secreto que guarda porque el aprecio con ella, durante toda la cena estuve pensando en eso.

--- Mañana ustedes se irán a la casa del pueblo, ya no necesito sus servicios aquí--- dijo Leonel.

--- Pero señor, quien se hará cargo de está casa---dijo la ama de llaves

--- Lo hará otra persona de la servidumbre, no tengo porque darte más explicaciones--- dijo el muy firme, ellas partieron al día siguiente, las cosas entre nosotros habían cambiado ahora sí parecíamos un matrimonio de verdad, habíamos olvidado el pasado y nos consentrabamos en el presente.

Había pasado en mes y éramos muy felices hasta que llegó aquella carta.