Soy Marcela y jamás creí que algo así me sucedería a mí. fui víctima de traición entre mi novio y mi hermana, lo que me llevó a refugiarme en el alcohol y acostandome con quién menos pensé... mi vida dio un giro inesperado en menos de lo que se espera... Ven y se parte de mí historia...
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Confesiones
—Bienvenida— me saluda una voz gruesa y áspera.
De inmediato, la voz se ahoga en una tos y cambia el tono tan brusco.
—Lo siento, estoy un poco mal de la garganta— aclara antes de seguir.
—¿Estás bien?—pregunto.
—Ahora, estoy bien— dice la voz. —Ahora, dile a la diosa de la luna que te preocupa—
—Está bien. Conocí a un hombre...— Le conté todo, le conté sobre mi anhelo de casarme con alguien a quien ame y que también me quiera de la misma manera. Le cuento cómo Leandro y yo terminamos juntos sin intención, en como me salvó del plan tan malévolo de las personas que tengo por familia. Y para finalizar el contrato de Leandro. Susurro, con el peso de la tristeza abrumándome. —Desearía que nada de esto me estuviera sucediendo—
—La Diosa de la luna siempre obra por nuestro bien, y ella te ha llevado a las manos de Leandro. Serás más feliz si aceptas que esto es su voluntad—
—Pero... él no me ama—
—¿Él te lo dijo?— la voz ríe suavemente. —Déjame decirte que lo conozco. Por fuera es frío, tanto como el hielo, pero en su interior, es una llama cálida y amorosa. Solo necesita ayuda para romper la gran coraza que está de camino a su corazón. Déjame decirte que eres lo que él necesita—
—¿Cómo es que estás segura de lo que dices?—
—Eh. ¿Yo?...— de un momento a otro se escuchan muchos ruidos detrás del velo, al igual que un gruñido de una voz masculino.
Por un momento mis manos me picaron, quería apartar el velo y ver quién estaba detrás de este, pero decidí no haberlo.
—¿Sucede algo?—
—Si, por supuesto que sí, solo tengo un resfriado, por eso mi voz se escucha así— dice apresuradamente. —Por todo lo que me has contado, te puedo decir que te arriesgues a todo lo que sete está imponiendo, serán cosas para bien. Que la diosa de la luna te bendiga y te conceda toda la felicidad que anhelás—
POV ANA.

La sonrisa que se ha mantenido en mi rostro durante todo el día comienza a pesarme. Cada gesto de cortesía, cada palabra medida con precisión, me resulta agotador. Ver a Marcela en la capital me ha tomado por sorpresa, esto es un golpe inesperado que descoloca por completo mis planes.
Había planeado todo a detalle siendo muy meticulosa para asegurarme de que algo así jamás ocurriera, y, sin embargo, aqui estaba ella, y para colmo embarazada de Leandro. Esto es muy malo.
Mientras me despido del último invitado, le dedico una inclinación de cabeza, manteniendo intacta mi intachable fachada.
—Gracias, Ana por tu amabilidad— se despide el hombre.
—Es un honor contar con su presencia— digo con una sonrisa forzada.
Veo la puerta cerrarse tras el último asistente, mi expresión de inmediato se transforma. Manteniendo mi compostura me alejo de este salón, para llegar al otro salón privado. Con mi rostro serio, al entrar allí lo veo.
Elijah está aquí, recostado con descaro en uno de los sillones de cuero, sonriendo como si hubiera ganado la lotería. Pero yo no estoy de humor para juegos.
—Me puedes explicar. ¿Qué rayos está haciendo Marcela aquí?—
Él me ve con una ceja alzada, con una actitud de quién disfruta prolongando una conversación solo para irritar a su interlocutor.
—Eso si fue algo que no nos imaginamos— murmura, sin el menor atisbo de preocupación.
Comienzo a cambiar por la habitación con la inquietud de un depredador acorralado.
—¿Debo reírme por esto?— susurró entre dientes, conteniendo mi furia. —¡Habíamos hecho un acuerdo!—
Le he pagado mucho dinero a este imbécil para qué se acercará a Marcela, para que la mantuviera lejos, o para que se decisiera de ella. ¿Cómo demonios esa insignificante terminó en brazos de Leandro?
El idiota de Elijah ahora está aquí, sentado limpiando sus asquerosas uñas sin darle importancia a esta situación.
—No pude seguir haciéndolo— su tono es aburrido. —Todo esto es un negocio, me pagaste bien, eso sí. Pero Lina me pagó mejor—
Me acerco a él y le doy una fuerte bofetada. Su mandíbula se tensa y sus manos se aferran a mi vestido.
—Si osas de tracio...— mis palabras fueron interrumpidas antes de que pudiera terminarlas.
En un movimiento rápido, se inclina hacia mí, reduciendo la distancia entre ambos hasta que su aliento me roza la piel.
—Cuidado con lo que haces. No quiero que después te vayas a lastimar. La nobleza es tan delicada— me susurra enfrente de mi rostro. Siento cómo el calor de mi rabia se extiende por mis mejillas, Pero antes de que pudiera reaccionar, él vuelve a hablarme con un tono más venenoso. —Si te traiciono, no hay nada que puedas hacer al respecto. ¿O ya lo has olvidado, Ana? Sabes perfectamente que yo conozco tu sucio secreto—
Una sonrisa maliciosa se dibuja en el rostro de Elijah antes de marcharse. Su actitud despreocupada me exaspera aún más.
Cuando quedo sola en la habitación me voy hacia una figura de cristal, la tomó y la lanzo con todas mis fuerzas a la puerta por donde él ha salido, junto con un grito sofocado de furia, está se hace añicos arrojando cristales por todas partes.
Empiezo a contar para calmarme.
Cuando me logro calmar, enderezé mi espalda y aliso el vestido con rapidez, para volver a ensayar esa sonrisa perfecta e impecable.
Salgo de la habitación con la cabeza en alto, luciendo tan serena y sofisticada como siempre. Tengo trabajo aún por terminar.
POV MARCELA.

Mi vida siempre ha sido aburrida, sombría y difícil. Pero desde que conocí a Leandro, mi mundo se volteó dejándome de cabeza.
Después de divagar por todas partes, egresé a casa tarde por la noche, y lo hice porque me dolían los pies y no tenía a donde más ir, no conozco a nadie aquí.
Nunca en mi vida he tenido a alguien esperando por mí en casa. Pero cuando entró, ahí está el, apoyado en el mar o de la puerta, observándome. Sus ojos azules me escanean con una expresión impenetrable.
—Es muy tarde— su voz suena llana. —Ve a tu habitación e intenta descansar. Mañana quiero que me acompañes a un lugar—
—¿Qué?— digo con desconcierto dejando las llaves en la pequeña mesa de la entrada. —Leandro, nose que está sonando, pero yo fui muy clara cuando te dije que...—
—Lo sé— continúa. —Pero no puedo aceptar que simplemente te alejes y ya Marcela, llevas en tu vientre a mi hijo—
Suspiro y camino en dirección a la habitación.
—Yo nunca te quitaré ese derecho, pero no puedo hacer más—
—¿Por qué no aceptas lo que te he pedido, Marcela?—
Me doy la vuelta para verlo y poderle responder.
—Porque ya no quiero seguir recibiendo migajas, ya no quiero seguir siendo más la pobre Marcela, quiero vivir mi vida como corresponde, Leandro. Una cosa muy distinta es que seremos padres y otra es que tenga que casarme solo por eso ¿Lo comprendes?—
Su mirada está en mí. Pero carente de alguna expresión, solo me observa detenidamente, es como si pudiera leer mis pensamientos.
Iba a seguir con mi camino, pero su voz me detuvo.
—Marcela— lo miro. —No hagas esto, ya te presenté como mi esposa, eres la madre de mi primer hijo, debemos casarnos—
—Lo lamento, pero prefiero seguir viviendo mi vida como miserable, que quedarme atrapada en un matrimonio sin futuro y sin amor—
Sin decir más, le doy la vuelta y entro a la habitación apresurada para no darle tiempo a que me retenga...
y si tiene que luchar para ser feliz qué haci sea ..excelente historia felicidades escritora
ella quiere tener un amor que sea para ella que la quieran a ella ..no le importo el dinero del príncipe ella solo quería una familia que estuviera ahí y darle un buen ejemplo a su hijo que trae en sj vientre ..
y si tienes razón ya no te dejes humillar por nadie quiere a ti misma y sal de ese infierno que estas viviendo ..
excelente historia..que destino le traerá la diosa de la luna ..
Aún está inconclusa, a ver cuándo la termina la escritora.
Éxito.
porque ella es la qur se cuesta con tu novio que ya no lo es ..
mujer abre los ojos por una vez en tu vida no seas tan ingenua...
excelente historia