Paloma está determinada en robar al novio de su hermana mayor y para ello está dispuesta a poner a todo el mundo en contra
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Capítulo 20
Noah
Durante la mañana, no puedo sacarme la imagen de Plumita en ese diminuto short y esa camiseta que le marcaba toda la delantera.
¿En serio van con eso a los partidos? No me lo creo.
Tomo mi celular y busco uniformes de voleibol femenino y efectivamente me salen uniformes similares.
¿Qué es esto? ¿Deporte o algún tipo de show?
Me perturba nunca haberme interesado en lo que le gusta hacer antes, pero siempre fue la hermana pequeña de Michelle y una amiga, nada más, mi foco estaba en su hermana y ahora me doy cuenta de lo poco considerado que fui.
-Oye Joaquín- llamo a mi ayudante, quien está trabajando, como debería estar haciendo yo.
-¿Qué sucede?- pregunta.
-¿Sabes algo de Voley?
Él levanta la mirada desde la mesa donde anota medidas.
-¿A qué viene eso? No me esperaba una pregunta así.
-¿Sabes o no?- insisto.
-¿No? No me interesan mucho los deportes, además del fútbol- responde. -Quizá debas preguntar a Patricia cuando regrese de comprar insumos.
-Mmm- es todo lo que murmuro. Pienso nuevamente en lo linda que se veía Paloma, toda entusiasmada por sus partidos y me entra curiosidad. Pienso en llamar a Mateo para que me acompañe, ya que me siento un poco viejo para aparecer por la universidad solo, pero lo descarto, porque él está más concentrado en su familia, justo ahora.
Patricia llega de la librería y aunque no toco el tema nuevamente, no sale de mi mente.
Me pongo a trabajar, pero de vez en cuando reviso el reloj y cuando ya falta media hora para las cinco, los chicos se preparan para irse, pero los detengo.
-Necesito que alguien me acompañe a ver un partido de voleibol- digo- el que lo haga, lo dejaré faltar mañana y será pagado como un día trabajado.
Ambos inmediatamente levantan la mano, totalmente dispuestos. Me levanto y tomo mi chaqueta.
-Vamos entonces, porque estamos atrasados- digo, mientras ellos se apresuran también.
Cuando salimos, me pregunto si en el caso de que ninguno hubiera querido acompañarme, si igualmente hubiera ido, pero en el fondo sé que sí, porque estoy totalmente intrigado desde la mañana.
El tráfico es un poco intenso justo a esta hora, por lo que cuando llegamos al gimnasio donde se está llevando a cabo el partido, este ya inició.
-Rápido, que ya empezo- dice Patricia, yendo delante de nosotros hacia el interior.
Durante el trayecto, ambos trataron de descubrir, cuál es la razón por la que quería ver este partido, pero me mantuve en silencio.
Una vez dentro del gimnasio, hay gritos por todos lados y es casi como una festividad. Subimos las gradas que rodean la cancha y cuando estamos a la mitad de ellas, es que podemos hacernos un espacio para los tres. Vemos hacia la cancha y la encuentro casi de inmediato, porque tiene el uniforme de un color diferente de las personas de su equipo.
Nos concentramos en el partido, pudiendo ver a las chicas saltar a una altura impresionante y es tan intenso, que probablemente tenemos una expresión de asombro en la cara, ya que nunca antes hemos estado en un partido.
-¿De qué lado es la persona por la que viniste?- pregunta Patricia y le indico.
-Esas chicas son vigorosas- comenta Joaquín.
No demora demasiado tiempo para que entendamos cómo funciona el juego y cuando el equipo de Paloma anota un punto, me encuentro gritando y celebrando, junto con el resto.
Ellas a veces se detienen para reunirse con el entrenador, un tipo que tiene probablemente mi edad, para luego volver a jugar.
Cuando me doy cuenta, un segundo set ya terminó y el partido está empatado. Ellas regresan con el entrenador y el público aprovecha para conversar.
-No sabía que serían tan hermosas o habría sido fan durante mis años de universidad- dice Joaquín, sonriendo, mientras las mira. Lo que me molesta un poco.
-Son grandes, no podrías con ellas- se burla Patricia.
-Pero podría con la de uniforme de otro color, ella es más pequeña- dice, refiriéndose a Paloma y antes de darme cuenta, ya estoy golpeando a Joaquín en la parte trasera de la cabeza. -¡Oye! ¿Y eso por qué fue? No me digas que es tu hermana o algo.
Dudo un momento, pero después lo digo por primera vez. -Es mi esposa- admito.
Ellos mueven sus cabezas de golpe para mirarme, impactados.
-No sabía que tenías esposa- Patricia es la primera en salir de su asombro.
-Hombre, con razón querías venir a ver el partido- comenta Joaquín. -Yo tampoco le quitaría los ojos de encima.
Miro hacia Paloma y aunque sé que este matrimonio es temporal, escuchar a Joaquín me hace sentir orgulloso de que ella sea mi esposa.
Es un sentimiento extraño. Cuando estaba con Michelle, sabía que ella era deseada, pero más que orgulloso, me sentía un poco molesto.
-Perdona que te pregunte, pero escuchamos lo que acabas de decir- dice una de las personas que están en la grada, justo debajo de nosotros. Ella está junto a un joven. -¿Es verdad que estás casado con la líbero de nuestro equipo?
La miro y dudo un momento en si decir la verdad le traerá algún problema a Paloma, pero al final de cuentas, el matrimonio fue su idea.
-Es verdad- respondo, suponiendo que se refiere a Paloma con eso de líbero. Tendré que investigar luego.
-Te dije que era imposible que estuviera soltera- dice a su compañero, mientras este hace una mueca. -Es imposible que compitas con eso- sigue, haciendo un gesto hacia mí- rindete.
-Maldita sea- gime el tipo, viéndose deprimido. Ellos se vuelven para el frente cuando se empieza a reanudar el partido, pero yo quedo un poco confundido por lo que siento.
-Parece que tu mujer tiene admiradores- dice Patricia -es bueno que no hayas sido quedado y la hayas asegurado.
-Tienes suerte- se queja Joaquín -al menos podrías decirle a ella que me presente a la número 7 o la 5.
-Ya quisieras- digo, mirando a Paloma mientras juega y dándome cuenta de que el hecho de que es atractiva, cosa que descubrí hace tan poco, era una cosa obvia para todo el resto del mundo.