Maximiliano, un hombre lobo es transportado a otro mundo cuando huía de alguien que lo quería matar, en donde se topa con una humana muy peculiar, quien no solo le atrae, sino que trastoca su mundo y su ser. Juntos descubren que la humana no es de este mundo sino de donde viene Max, un mundo lleno de diferentes razas además de los humanos, y que hay un secreto detrás del encuentro entre los dos, que no solo los pone en peligro, también a sus mundos.
¿Descubrirán cuál es ese secreto? ¿Por qué los pone en peligro ese secreto?
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Capítulo 21
Rápidamente Raven se puso ropa limpia, sintiendo a Max sentirse más tranquilo porque antes parecía estar listo para gruñir en cualquier momento. Cuando estuvo bien tapada y él mismo se puso un pantalón de mezclilla, escuchó a Max emitir un aullido, dejándola sorprendida de cómo él podía emitir ese sonido tan intenso, que incluso lo sentía retumbar en su propio pecho.
Luego de ese aullido, varios hombres se asomaron cerca del río en diferentes lugares, todos con ropas ajustadas y oscuras, con un emblema bordado en la ropa que era la cabeza de un lobo plateado aullando a la luna detrás que era de color azul zafiro y una espada en medio.
Se sorprendió al ver que todos se arrodillaban con una pierna y se inclinaron ante Max con un puño sobre el pecho donde debía estar el corazón, y al unísono dijeron:
-¡Saludamos a su alteza imperial!
Max sonrió.
-Está bien, levántense. Me da gusto verlos de nuevo.
Todos se levantaron y se mostraron un poco más entusiastas en cuanto escucharon las palabras de Max. Él no perdió el tiempo de extender su mano hacia ella. Raven aceptó el gesto y rápidamente fue envuelta en los brazos fuertes de él, sintiéndose cohibida por ser vista por mucha gente.
-Quiero que conozcan a mi futura princesa, Raven More.
Raven se quedó boquiabierta ante la declaración de Max, porque aunque ya le había prometido algo similar, muy en el fondo, creía que sería difícil que se cumpliera, sin embargo, podía ver por ella misma, que Max realmente quería hacer valer su promesa.
-¡Saludos a su alteza imperial Raven!
Los hombres volvieron a saludar con seriedad, haciendo sentir a Raven abrumada por todo. Miró a Max dudosa, pero él solo le respondió con una sonrisa tranquilizadora y un beso en su mejilla.
-Está bien, están asustando a mi princesa.
Los hombres se levantaron y miraron con curiosidad a la mujer que sería la esposa de su alteza, aunque se veía como alguien común, no podían descartar que la elección de su príncipe debía ser seria y acertada.
Rallye sonrió ante la posesividad del príncipe. Anunciar que sería su esposa era solo un eufemismo de decir que era suya, pero estos bastardos detrás suyo eran jóvenes y solteros, aun no sabían lo que era querer cercar a una mujer para casarse y formar una familia. Así que solo aceptaron la declaración del príncipe sin renuencia ni cuestionamientos.
Max estaba orgulloso de presumir a su pareja, aunque no pudo evitar estar un poco alerta de las miradas de estos hombres solteros, percibiendo que nadie tenía alguna otra intención sobre su mujer, se relajó lo suficiente para que estuvieran cerca para protegerla mientras se dirigían al imperio, por ahora acamparían para descansar. Ellos, al ser hombres lobos no se sentían tan exhaustos por una rápida carrera, pero Raven, aunque era una hechicera, su cuerpo era diferente a un cambiaformas, ella ya estaba cansada, además del viaje, el pequeño interludio de placer también la había agotado.
Max se trasformó en lobo y se acurrucó al lado de Raven, protegiéndola del frío de la noche. Para Raven fue algo nuevo poder dormir con un cuerpo muy peludo y suave pero no estaba en contra, el calor corporal hiso que rápidamente caiga en el sueño.
***
En el mundo moderno, Russel comía el almuerzo con todavía el rostro un poco somnoliento, su madre también comía una papilla ligera de avena y observó a su hijo que tenía el cabello revuelto.
-¿El trabajo es pesado?
-Para nada – negó Russel – Es muy fácil y termino temprano.
-Entonces ¿por qué tienes ojeras?
Russel se frotó los ojos y al fin pudo abrirlos un poco más.
-Me he encontrado algo raro en el trabajo y no he podido dejar de pensar en ello.
-¿Algo raro?
-Sí – miró a su mamá y murmuró – Cuando no hay nadie, y bajo por el ascensor para regresar mi carrito de limpieza, el ascensor siempre me lleva al sótano, y se ve que solo personal autorizado se le permite bajar, pero por alguna razón siempre puedo bajar sin algún pase. Además – miró al frente, recordando la sensación de ese sentimiento – Siempre siento que alguien me llama.
Margaret se quedó pensativa.
-Tal vez sea un laboratorio que experimenta con… extraterrestres…
-¿Extraterrestres? – Russel la vio con cierta burla – ¿En serio?
Pero viendo que lo miraba con intensidad, entendió a lo que se refería. Extraterrestres o no, aun había algo que lo instaba a entrar, desafortunadamente no había encontrado la oportunidad y Max y Raven ya se habían ido al mundo de Max. Encontró un mensaje de texto en su teléfono y era de Raven quien explicaba que no estarían por un tiempo, tampoco sabía cuánto sería ese tiempo.
-Aun así… quiero saber…
-Debes tener cuidado – le interrumpió su madre – No quisiera que te descubran y te atrapen. No sabes de que son capaces las personas ante lo desconocido.
-Lo sé madre – tomó la mano de su madre y la apretó, tranquilizándola – No te preocupes, seré cuidadoso y no pasará nada.
Eso creyó Russel hasta que conoció a esa chica, y entonces ya no pudo estar bien.
***
Raven iba de nuevo en el lomo de Max, con la diferencia que había otros cinco lobos escoltándolos con Max y ella en medio. Nadie bajó la velocidad y ella solo podía aguantar la sacudida de la carrera rápida. Hasta que ya estaba oscureciendo de nuevo, se vio una ciudad a lo lejos. Casas con tejados rojos y hasta más atrás un enorme castillo con colores blancos y azules.
Antes de llegar, se asomó un carruaje grande y lujoso, de color plateado y adornos de oro, con una corona en el techo del carruaje y un emblema como los que tenían bordado en su ropa los soldados.
Ella se bajó del lomo de Max y él se adentró en el bosque un momento mientras era vigilada por los soldados, cuando salió Max, llevaba el mismo uniforme que los soldados traían antes de convertirse en lobos, dejó su cabello suelto y con un gesto caballeroso la invitó a subir al carruaje. Ella no lo evitó y subió, quedando maravillada por el interior espacioso, con pequeñas lámparas en las esquinas, los asientos de terciopelo rojo y cortinas azules en las ventanas. Pronto el carruaje se puso en marcha con suavidad, y Raven no pudo evitar mirar por la ventana, viendo a la gente ajetreada a pesar de la noche y todos vestían esas ropas victorianas, parecía como si estuviera dentro de un set de grabación, pero sabía que esta era otra realidad.
Pronto llegaron al castillo ya iluminado con cristales luminosos y había gente esperando en las escaleras.