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No Soy La Villana

No Soy La Villana

Status: En proceso
Genre:Romance / Autosuperación / Matrimonio arreglado / Villana / Reencarnación(época moderna) / Romance oscuro
Popularitas:4.5k
Nilai: 5
nombre de autor: Tania Uribe

Nací dentro de una familia con bastante poder y recursos que por culpa mía, terminaron por perderse o cediendo a otros.

Terminé en la cárcel por fraude e intento de asesinato, extorsión y amenaza premeditado hacia la única persona que creyó en mí. Sola en mi celda pagando por mis pecados y errores, en plena oscuridad y un silencio mortal e incesante, sentí una punzada en el abdomen y la sensación de que me había mojado la camiseta, pronto percibí el olor de la sangre y pese a lo oscuro que estaba vi a través de los rayos de la luz de la luna llena que entraban por los barrotes de la ventana que daba afuera, la sangre que brotaba de mi interior, mis manos se mancharon de sangre enseguida y en ese momento de desesperación una voz retumbó en las paredes de mi celda.
"Tu destino será morir a menos de que cambies tu rumbo..."

Rogué y supliqué por cambiarlo y luego de eso la oscuridad invadió mi campo visual y supe que había llegado mi hora.

NovelToon tiene autorización de Tania Uribe para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 20: Boda...

AILA

Nunca me imaginé que el día de la boda sería así. No era feliz. Tampoco triste.

Solo... estaba ocurriendo.

Me vi en el espejo, vestida de blanco, con las manos frías y el pecho sin silencio. Mi vestido caía como una ola de nieve sobre el suelo, sencillo, sin brillos innecesarios, únicamente tela que se aferraba a mi cuerpo como si supiera que no quería llamar la atención. Mis labios apenas se curvaron en una sonrisa cuando mi madre me abrazó. Tenía los ojos húmedos y la voz temblorosa. No dijo mucho, solo: "Estás hermosa, mi niña".

Y eso bastó.

Anna, por supuesto, brillaba más que yo. Con su vestido morado y sus tacones demasiado altos para una pequeña fiesta, era la única que parecía verdaderamente entusiasmada. La cerveza en mano, su cabello rubio cayendo libremente sobre su espalda... era tan libre, tan viva. Le sonreí. Ella me devolvió la sonrisa amplia, como si supiera que yo no era capaz de darla por completo.

Adler estaba apoyado contra una pared, con una botella de vino en mano. No me habló mucho, pero su forma de mirarme fue suficiente. Asintió levemente cuando nuestros ojos se cruzaron. Su manera de decirme que, aunque distante, estaba ahí. Su sonrisa—idéntica a la de papá—me tocó más de lo que debería.

Rhaegar, mi reflejo imperfecto, llevaba un traje gris sin corbata. Neutral, como el día. Su forma de mantenerse en un rincón era un escudo más que una postura. Pero cuando se acercó para abrazarme brevemente antes de salir al juzgado, sus palabras me pesaron más que cualquier velo:"Al menos no estarás sola, Aila."

No supe si eso fue una manera de consolar o tal de resignación. Quizás ambas.

En el juzgado, todo transcurrió como si estuviéramos leyendo un guion. Las palabras eran automáticas, los movimientos ensayados. Firmamos, pronunciamos el "sí", intercambiamos miradas breves pero cargadas. Einar era sereno. Quizá demasiado. Lo noté cuando su mano rozó la mía, cuando su voz tembló apenas al repetir su parte del juramento. Lo vi mirar al vacío por una fracción de segundo. Y supe que pensaba en ella. En su difunta esposa.

Pero no dijo nada. Solo me miró con ese silencio suyo que ya empezaba a conocer. Yo no le pedí más. ¿Qué podía pedirle? Esto era nuestro pacto silencioso, nuestro intento de reescribir destinos torcidos.

Su familia... bueno. Una parte de ella me había juzgado antes de verme siquiera. Me llamaron interesada, altiva, déspota, cruel, engreída y hasta grosera. Pero al conocerme, se quedaron sorprendidos. Me mostré como soy: cordial, educada, dispuesta a escuchar. Supuse que no esperaban eso. Y tuve la clara suposición de que ellos querían tener razón.

Y cuando comenzaron a hablarme como si fuera ya parte de ellos, incluso antes de la ceremonia, sentí una punzada extraña en el pecho. Einar también. Lo vi en su ceño leve, en su forma de mantenerse a cierta distancia. Ambos sabíamos que aquello era solo una farsa cuidadosamente decorada y planificada. Y, sin embargo... estábamos ahí.

La pequeña fiesta que mi Madre preparó fue sencilla. Mesa larga, flores frescas, música suave. Había pasteles, vino y una sensación de pausa. Como sí todo el universo hubiese decidido dejarnos solos unas horas.

Einar se mantuvo a mi lado, sin demasiadas palabras, pero sin apartarse tampoco. Su presencia era un ancla y, a veces, un espejo. No sabía si agradecer o temer.

Me senté a lado de Anna un instante. Reía con una amiga de la universidad, despreocupada.

"Estoy tan feliz por ti", me dijo, y lo creía. Su felicidad era genuina, como siempre. Me abrazó fuerte y me susurró:

"Te lo mereces."

¿En serio?

Mantuve la sonrisa por ella. Por mamá. Por los que aún creían que esto era el comienzo de algo hermoso.

Pero en mi interior..., lo único que sentía era equilibrio.

Una extraña calma.

Ni calor ni frío.

Ni luz ni sombra.

Solo... paz.

Y quizás, solamente quizás, era lo que necesitábamos para comenzar.

Vi a Adler en un rincón, bebiendo como si estuviera esperando a que algo se rompiera. Tal vez esperaba que yo misma lo hiciera. Siempre fue más protector que afectuoso. Nuestros ojos se cruzaron. Me levantó la copa, le devolví un asentimiento. Nada más se necesitó.

Era su forma de decir: "Te creo capaz."

Me acerqué a él. Se giró hacia mí con media sonrisa.

—¿Feliz?—Preguntó sin rodeos.

—No sé sí esa sea la palabra—. Le dije. Y me sorprendió lo natural que sonó eso.

Rhaegar me miró un largo rato. Luego asintió.

—A veces eso es suficiente. Que no duela ya es algo—. Dijo, dándome un golpecito en el hombro antes de volver su vista hacia la calle.

En el fondo, mi madre reía con Anna. Hablaban con los invitados, de la comida, del vestido... incluso hasta de la máscara de Einar, pero pronto Anna se dio cuenta de mi mirada y cambió el tema. Cosas que antes me hubiesen irritado por lo bajo, ante lo último. Pero al ver que mi hermana cambió el tema, eso me dio alivio y paz.

Hablaron de otras cosas, como bordes que sostienen un cuadro en blanco en el que aún no sé qué pintar, qué colores usar y cómo combinarlos.

Busqué a Einar. Estaba afuera, en el jardín, bajo la tenue luz de una farola oxidada. Su máscara plateada resaltaba bajo la luz de la farola, haciendo que sus ojos se vieran más.

Observaba un rosal. El mismo que mi madre había plantado hace años. Me acerqué sin hacer ruido. Él no se giró. Pero habló.

—Tu madre es amable. No me esperaba eso.

—Ella tampoco esperaba a que accediera a casarme conociendo mi historial del pasado, y sobre todo con alguien como tú—. Dije. Sin un tono reprochable o grosero en lo último. Solo había dicho la verdad.

Él bajó la mirada.

—Soy consciente. No te culpo—. Dijo.

—Lo sé—. Respondí.

Y por un instante, no fuimos ni marido ni mujer. Fuimos dos personas heridas por el pasado, sosteniéndose desde sus propios bordes rotos.

Tal vez eso también era amor.

O posiblemente el comienzo de uno...

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💞YeniLu💞
Era toda una villana en su otra vida 😭😭
💞YeniLu💞
Se lee interesante. Espero que no sea cliché como todas las demás. /Smile/
Teresa Perez
excelente día gracias por más capítulos
Tania Uribe: De nada /Good/
total 1 replies
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