Damian Dufort, un empresario con un gusto a las prácticas del BDSM, en una salida conocerá a una mujer que cambiará su mundo, sin embargo en el camino deberán atravesar dificultades, pero las pasiones prohibidas los unirán, enseñando que hay fuerzas más fuertes que la maldad.
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capítulo 21.
Zaidymar:
Cuando vi ese uniforme quedé perpleja, era mi uniforme del trabajo, quiere decir que me ha visto, desde cuándo lo ha hecho, y lo peor es que sabe mi identidad.
Me acerque y toque mi uniforme y maldije por no traer mi celular para poder llamar a Marbel.
Me mire al espejo y respire profundamente, debía calmarme, mientras respiraba fui recordando cada palabra de Marbel sobre él y que debía darle tiempo al tiempo.
Volví a mirar el uniforme hace mucho quería dar un espectáculo privado, pero no me atrevía, mordí mi labio, en lo irónico que estaba siendo la vida, ese hombre quería que se lo hiciera a él y eso me daba mucho nervios.
Sonreí y empecé a quitar mi pijama y a colocarme mi uniforme, tenía todo lo que usaba para arreglarme, el aceite de aroma con brillantina, estaba aquí, ¿como hizo para traer mis cosas?
Me arreglé y puse mi antifaz, me mire al espejo y de verdad me veía sexi.
Mi uniforme es una falda de colegiala que llega a mitad de mis nalgas y debajo un cachetero que queda más arriba de la falda, la blusa es blanca manga corta donde solo le hago un nudo y queda como una brasilera dejando mi abdomen descubierto y mis pechos a punto de salir, la tela de la blusa es tan clara que casi puede decirse que se puede ver atravez de ella, va acompañado de unas botas negras de tacones altos, largas un poco abajo de las rodillas, tambien utilizo unos guantes que se adhiere a mi piel cuando los coloco, son de color blanco; tome el antifaz de gatita que deja ver solo mis labios y ojos, es de color blanco con sus mejillas rosadas dejando ver una tierna gatita.
Solo cambiaba de uniforme cuando iba a presentar mi baile, que en es ocasión mi vestido es negro.
Me mire al espejo y mi corazón quería estallar, estaba a punto de salirse de mi interior, me siento como la primera vez que iba a salir a la tarima a dar mi espectáculo.
Me llené de fuerzas, solo era bailar, no me estaba pidiendo que me acostara con él.
Salí del baño y todo se veía diferente.
La habitación estaba iluminada por una luz suave y cálida que provenía de una lámpara que se encontraba en cada rincón de la habitación y había una música suave y seductora.
Caminé al centro de la habitación, a donde se encuentra la tarima, cuando llegué pude ver mejor el lugar y me encontraba rodeada de espejos que reflejaban mi figura en todas las direcciones, miré hacia arriba y también había espejos ahí.
En el centro, está el tubo de baile, un cilindro de metal que se eleva desde el suelo hasta el techo, rodeado de una barra circular que me permite agarrarse mientras baile. Al frente del tubo, se encontraba la cama grande y cómoda, en donde se encuentra él acostado.
Respire profundamente y decidí volverme profesional en ese momento, subí al tubo, agarrándome a la barra con mis manos y comencé a mover mi cuerpo al ritmo de la música que sonaba. La música era lenta y sensual, me dejé llevar por el ritmo, moviendo mis caderas y mi torso en un baile hipnótico.
Mientras bailaba, me sentía libre y liberada, mi miedo se fue, y empecé a sentir como si estuviera en un mundo propio donde nada más importaba que el momento presente.
Mi cuerpo se movía con gracia y elegancia, dejando que nada a mi alrededor me afectara.
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Damian Dufort.
Mis ojos debían brillar con pasión, en esteinstante.
Ella se movía con una sensualidad que parecía irradiar desde su interior, como si su cuerpo y la música fueran uno solo.
De repente, Zaidymar se quedó quieta sosteniendo el tubo con sus labios muy cerca del aluminio, yo rodé mi cuerpo quedando sentado en la cama, mirándola con una expresión de admiración y deseo.
Me sorprendió su timidez al principio, pero luego me sentí atraído con su mirada, su sensualidad, su destreza de hacer de un corto espacio un universo entero.
Comenzó a bailar con más pasión y energía, sin importar que estaba siendo observada, y deseada por mi, pense qué este momento seria una tortura para ella, ¡pero me equivoque!, el que está a punto de perder la cordura y salirse de control soy yo, quiero que esos movimientos los practique en esta cama arriba de mi.
Continuó bailando, moviendo su cuerpo con una gracia y una elegancia que parecía ser una experta y con su audacia me tenía hipnotizado. La música parecía crecer en intensidad, y Zaidymar se dejaba llevar por el ritmo, moviendo su cuerpo con una pasión y una energía que parecían aumentar con cada momento.
Mi cuerpo quería estallar de deseo bajarla de esa tarima y hacerla mía de una puta vez, pero no quería dañar este poético momento que estaba experimentado con mi pasiflora.
Finalmente, la música se detuvo, y Zaidymar se detuvo también, agarrándose a la barra del tubo de baile y mirándome.
Yo recibí su espectáculo con una sonrisa de satisfacción. Me levanté de la cama y me acerqué a ella, mirándola con una expresión de admiración y deseo.
—"Eres increíble mi pasiflora", dije, ofrecí mi mano, para ayudarla a bajar de la tarima.
En el momento que le ayudé a bajar, sentí una conexión entre los dos que parecía ir más allá de la simple atracción, su cuerpo tembló en el momento que mi piel hizo contacto con ella.
Al momento de bajarla acerque mi rostro quedando muy cerca al de ella, podía respirar el mismo aire que ella con dificultad respira.
Mire su ojos y su mirada decía miles de cosas, se que me desea al igual que yo; la dirigí a la cama y ella se acostó.
Con mis dedos empecé a imitar acariciar su piel, desde sus labios, pero sin hacer contacto, su piel se erizó, mientras mis dedos bajaban, llegue a sus pechos y ahí detuve mis manos, he imite hacer círculos, pero esta vez acerque más mis dedos pudiendo rozar la tela de la blusa que tenía, debajo de la misma no tenía nada así que pude tocar sus erecto pezones que gritaban para salir, eso mostraba lo excitada que se encontraba.
Cruzó sus piernas y un gemido salió de su boca que al instante lo ahogó mordiendo su labio con sus dientes, esa acción me enloqueció y la jale, dejando que su rostro quedara cerca del mío con mi respiración agitada y con dificultad en un susurro dije….