Esta es la historia de Sofía Bennet, una joven con un sueño muy grande, pero tuvo que dejarlo ir por una tragedia.
Leandro Lombardi un hombre acostumbrado a tener siempre lo que quiere con un pasado que le hizo mucho daño.
Dos personas totalmente opuestas pero con una química impresionante.
¿Podrán dejar fluir sus sentimientos o solo lucharán por evitarlos?
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19 — Ser directo.
Leandro Lombardi.
Es asombroso pensar que ella y yo nos conocimos de pequeños y que ahora tengamos este sentimiento tan especial.
Todo parece tan irreal, y al mismo tiempo, me resulta muy divertido.
Yo, que nunca creí en el destino ni en las almas gemelas, me doy cuenta de que ella es para mí esa alma gemela, la compañera que anhelo tener en mi vida.
Si ella me acepta, haré todo lo posible para que sea la mujer más feliz del mundo.
Por ahora, decidí dejar que se aleje un poco para no incomodarla más.
Sé que las cosas pueden ser sorprendentes, y quiero tomarme el tiempo necesario para que todo fluya con tranquilidad.
— Ya he vuelto, y veo que has avanzado bastante — comenta mientras entra en la cocina.
No me cansaré de repetir lo hermosa que es; podría pasar horas simplemente observándola, disfrutando de cada uno de sus gestos y movimientos.
— Sé que solo me pediste que te ayudara a picar los vegetales, pero también quise hacer algo más — le respondo mientras retiro la pasta de la olla, sintiendo la satisfacción de colaborar en la elaboración de la comida.
Ella asiente con una ligera sonrisa y me quita el cuchillo, dejándolo cuidadosamente en el mesón.
— Ahora me toca a mí ayudar, así que puedes irte — dice con tranquilidad, mientras se dirige al refrigerador en busca de la carne.
Su determinación y dulzura en la voz iluminan aún más la cocina, haciendo que cada momento a su lado se sienta especial y significativo.
— ¿Por qué no me dejas seguir ayudándote? — pregunté mientras me acomodaba en la silla, sintiendo la tensión que se empezaba a formar en el aire.
Sofía me dirigió una mirada momentánea, pero, casi de inmediato, apartó sus ojos de los míos, como si mis palabras la hubieran sorprendido.
— No quiero aprovecharme de tu generosidad. Además, a mi tía le encanta mi manera de cocinar; soy la mejor en la cocina — respondió con un tono de orgullo que iluminaba su rostro.
Su sonrisa tiene un efecto hipnótico en mí, y el destello en sus ojos es comparable a la belleza de las estrellas brillando en un cielo despejado.
— Me gustas. Desde el primer momento en que te vi, no he podido dejar de pensar en ti — confesé, sintiendo que la sinceridad era lo único que podría romper la barrera que se había formado entre nosotros.
En ese instante, Sofía dejó caer la cuchara que sostenía, y el sonido metálico resonó en la habitación, como si el eco de mis palabras hubiera hecho que el tiempo se detuviera.
— Suelo ser una persona bastante directa, y aunque sé que apenas hemos tenido oportunidad de vernos después de tantos años y que esto es un poco apresurado, quiero ser honesto y decirte que me gustaría intentar algo contigo.
Sofía abrió los ojos, visiblemente sorprendida por la declaración.
— Yo... yo no... no sé qué decir — tartamudeó, completamente nerviosa — Hace tan solo unos minutos, tú eras un completo desconocido para mí, y si la señora Raisa no hubiera mencionado nada, ni siquiera te recordaría.
Mi ceño se frunció al escucharla.
— Tranquilo, me refiero a que me acuerdo de ti cuando éramos niños, pero no tenía idea de que eras tú — explicó, con un tono que transmitía confusión y sorpresa. — Todo esto me resulta muy extraño e inesperado. Tal vez también sienta algo por ti, pero...
Sin darle tiempo para terminar su frase, me acerqué rápidamente a ella, atrapado por una mezcla de emociones que no pude contener.
La besé, impulsado por un deseo irrefrenable.
Ella se quedó completamente inmóvil, paralizada en el instante, y en ese momento maldije en mi interior la falta de autocontrol que había mostrado.
— Lo siento, es que me emocioné al oírte decir eso y no pude contenerme, y... — intenté explicarle, pero mis palabras se detuvieron cuando, inesperadamente, fue ella quien me besó.
Envolvió sus brazos alrededor de mi cuello, mientras yo sostenía su pequeña cintura con firmeza.
La manera en que se movía era torpe y pausada, lo que me reveló que se trataba de su primer beso.
Este descubrimiento hizo que mi ego se elevara a las nubes, al darme cuenta de la intimidad de aquel momento.
Decidí tomar el control del beso; coloqué una de mis manos en su nuca, buscando profundizar la conexión entre nosotros, y la atraje aún más hacia mí.
Intenté ser suave y delicado, consciente de su inexperiencia, pero tan pronto como sentí la suavidad de sus labios, mi autocontrol se desvaneció por completo.
La besé con una mezcla de pasión e intensidad que parecía irresistible.
Finalmente, tuvimos que detenernos, ya que la falta de aire se hizo evidente entre nosotros, rompiendo aquella mágica burbuja que habíamos creado.
Ella apoyó su rostro suavemente en mi pecho, y sentí cómo su aliento cálido me provocaba cosquillas.
Su respiración era irregular, entrecortada, y noté que su cuerpo temblaba levemente, como si estuviera pasando por una mezcla de nerviosismo y emoción.
— Yo... no soy así, no sé por qué... — balbuceó, evitando mi mirada, como si le costara aceptar lo que estaba sintiendo.
— No te preocupes, yo también reaccioné de la misma manera. Ambos lo deseábamos — le respondí con calma, tratando de tranquilizarla.
Ella se apartó un poco y finalmente me miró a los ojos.
Lo que vi en su mirada me sorprendió: sus ojos brillaban intensamente, como si reflejaran una luz interior; sus labios, de un rosado delicado, estaban ligeramente hinchados, y sus mejillas tenían un tono sonrojado que acentuaba aún más su belleza.
— Eres preciosa — murmuré suavemente, casi en un susurro, mientras acariciaba sus mejillas, que se encendieron aún más ante mi toque.
Sofía simplemente negó con la cabeza, como si no pudiera aceptar el cumplido, y rápidamente retiró mi mano de su rostro.
— No sigas diciendo esas cosas, mi rostro está ardiendo y, además, estamos retrasados; la comida se va a enfriar — dijo con un tono apresurado.
Su nerviosismo me hizo reír.
— No puedo evitar mencionarte que eres la mujer más hermosa que he tenido el placer de conocer, y es la pura verdad — respondí, mirándola a los ojos —. No sé qué me sucede desde que te vi por primera vez, pero no quiero estar lejos de ti. Espero tener la oportunidad de ganarme tu corazón, si me das esa oportunidad.
— Es muy pronto para que... — la interrumpí, sin dejarla terminar.
— Lo entiendo, y por esa razón quiero tomarme las cosas con calma, quiero que tengas la oportunidad de conocerme de verdad, así como yo también deseo conocerte mejor. Antes, cuando éramos unos niños, nuestras vidas eran muy diferentes, pero ahora las circunstancias han cambiado y siento que necesitamos un nuevo comienzo.
» Si tú lo aceptas, me gustaría convertirme en tu compañero y confidente, alguien en quien puedas confiar y que esté a tu lado en todo momento. ¿Qué opinas de esto?
Mi declaración la dejó sin palabras, pero su respuesta fue una sonrisa.
— Está bien, intentemos establecer una relación, a pesar de que me parece un poco loco, considerando que solo nos hemos visto unas pocas veces. No puedo negar que me gustas — dijo, desviando la mirada con un toque de timidez al confesarlo. — Pero en realidad, necesitamos apresurarnos porque es tarde.
» Así que propongo que dejemos esto en pausa por ahora y continuemos con lo que estábamos haciendo. ¿Te parece?
Asentí con la cabeza, y sin pensarlo demasiado, le robé un pequeño beso, algo que no pude resistir.
Sofía frunció el ceño, visiblemente sorprendida.
— Lo siento, no pude evitarlo — le susurré al oído, sintiendo que la emoción me desbordaba. — Me encanta besarte y estoy convencido de que se convertirá en mi pasatiempo favorito.
Sin embargo, ella rápidamente se apartó de mí, dejando en el aire una mezcla de sorpresa e incertidumbre.
— ¡Quieto, Romeo! Creo que tengo que recordarte que aquí vamos despacio. Además, no seas tan descarado — reprochó, colocando sus manos en la cintura, con una actitud decidida — A mí me gustan las cosas románticas, y no porque parezcas un modelo vas a venir a endulzarme el oído. Conmigo eso no funciona, así que, ¡más juiciosito!
Sus palabras llevaban un tono de firmeza, además de su actitud autoritaria que la hacia ver tan tierna, me hizo contener una carcajada.
— Ah, y pásame la sal que está en la repisa.
Levanté mis manos en señal de rendición, reconociendo su punto, y busqué lo que me había pedido.
Le entregué el recipiente con la sal y ella me agradeció con una sonrisa.
Después, le guiño un ojo, lo que la hizo sonrojarse nuevamente, y eso me provocó una sonrisa a mí también.
Continuamos cocinando juntos, pero de vez en cuando nuestras manos se rozaban, y en esos momentos, esa corriente seguía presente entre nosotros.
Es increíble cómo, a pesar de ser simples desconocidos, sentimos una atracción tan intensa y reaccionamos de inmediato al contacto con la piel del otro.
Vuelvo a reafirmar mis palabras: las almas gemelas existen, y jamás querré estar lejos de la mía.
Porque para mí, Sofía es la mujer que siempre he estado esperando.