En una época donde la alta sociedad, la reputación y las apariencias determinan el estatus de las personas, una joven Baronet se inscribe a la escuela más prestigiosa donde la crema y nata de la sociedad se reúnen para forjar a los futuros nobles y gobernantes del reino. Ahí tendrá que sobrevivir a los abusos y humillaciones de sus compañeros para ganarse un lugar dentro de la alta sociedad y recuperar el honor de su familia que ha sido pisoteado desde hace tres generaciones.
Pero sus planes podrían verse afectados con la repentina aparición de fenómenos paranormales y eventos más allá de la comprensión humana, que asolan la institución. Y que aparentemente iniciaron el mismo día que conoció a un conde atractivo, de figura galante y atractivo sobrenatural.
¿Qué misterios ocultan sus ojos carmesíes y su cabello negro como la obsidiana?, ¿será nuestra protagonista capaz de sobrevivir entre las fauces de dos bestias hambrientas?, ¡échale un vistazo a esta historia de romance y terror!
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Capítulo 3.
Han pasado ya varios minutos desde que el resto de los estudiantes abandonaron el salón de clases. Sin embargo, Lisa Bellstar se ha quedado después de que finalizara la clase por petición de su maestro, quien tiene que discutir un tema bastante delicado.
– Señorita Bellstar, usted ha sido por mucho tiempo una de mis mejores alumnas, ha cumplido en tiempo y forma con todas las tareas, y su desempeño en los exámenes es sobresaliente sin duda alguna.
– Muchas gracias, maestro Thompson, siempre trato de esforzarme.
– Es por eso que no será nada fácil para mí expulsarla de mi clase. –dijo con una frialdad que erizaba la piel.
– P-pero m-maestro ¿p-por q-qué? –tartamudeó Lisa, conteniendo sus ganas de llorar.
– ¿Creyó que no me iba a dar cuenta de que le estuvo copiando a la señorita Magnuson durante el examen que realizamos en la mañana?, vi claramente cuando se inclinó para ver las respuestas que su excelencia había anotado, y no es la primera vez que la atrapo infraganti ¿cierto?
– ¡Yo no estaba copiando! –exclamó la estudiante, casi llorando, con sus ojos azules llenos de lágrimas– ¡Es un malentendido, yo solo!... ¡Hice lo que ella me dijo que hiciera, como en la última vez!
– Que extraño, eso no fue lo que me dijo la señorita Magnuson cuando hablé con ella –el maestro se quitó los lentes y los puso sobre la mesa antes de continuar–: Ella dijo que no había hablado con usted en ningún momento, ni mucho menos que habían planeado algo parecido para responder el exámen. Esta vez si me aseguré de recopilar todas las versiones, señorita Bellstar. Y me temo que esta vez si habrán consecuencias muy graves.
– ¿Ella le dijo eso? –entonces Lisa vio con el rabillo del ojo el pequeño sobre de papel sobre el escritorio del maestro, y los papeles coloridos que sobresalían en su interior. Y entonces lo entendió todo–. Maestro yo... ¡Estoy segura de que podemos arreglar esto!, ¡La última vez creo que hicimos un buen negocio, y estoy segura de que un profesional como usted no deja pasar las buenas oportunidades!
Como si se tratase de borrar el maquillaje con un pañuelo, así cambió repentinamente la actitud de Lisa Bellstar. Ya no parecía preocupada, ni al borde de las lágrimas. Ahora sonreía falsamente mientras demostraba unos falsos aires de seguridad, ya que sabía lo que debía hacer exactamente para librarse de algún castigo. Pero el simple hecho de hacer trampa comprando a un autoridad superior, carcomía su honor y sus valores. Recurrir a tales actos de deshonestidad era algo que no soportaba.
– ¡Espléndido! –entonces el maestro sacó de su maleta un sobre que contenía una carta y se la entregó a su estudiante. Al momento de entregarle la carta acarició sus dedos suaves y delicados, lo que provocó un rechazo inmediato por parte de la adolescente–. Asegúrese de leer esa carta cuando hayan acabado las clases, ahí están todas las indicaciones que debe seguir si quiere permanecer en esta escuela. ¡En fin que tenga un buen día señorita Lisa Bellstar!
Cuando la estudiante abandonó el salón de clases, admiró por varios minutos el sobre que llevaba en sus manos. Era una carta que en resumidas cuentas le indicaba al alumno cuánto dinero debía depositar en su interior, a más tardar el último día de la semana. No era la primera que recibía y mientras estudiara en esa academia tampoco sería la última.
– Disculpa Lisa... –llamó en voz baja una de las compañeras de clase de Lisa. Se trataba de una jovencita menor que ella por un año, de cabello negro como el carbón y de piel pálida como la nieve. Esta tímida señorita ocultaba la mitad de su rostro con sus largos mechones, y hablaba siempre en voz baja. Era otra de las "intocables"– El maestro... ¿Te dijo algo?
– Oh, buenos días mi estimada Esther Rhodes. –saludó Lisa con cordialidad a su compañera. (Esther Rhodes también provenía de una familia de baronets, de hecho solo habían tres familias con ese estatus en todo el país, y entre ellos mantenían una muy buena relación)– Solo me volvió a chantajear para sacarme dinero, ya sabes cómo son las cosas por aquí. Ahora tengo que pagarle si no quiero que me expulsen.
– ¿Fue todo? –preguntó Esther, bajando todavía más la voz– T-te p-pidió algo... A-algo... ¿Más?
– Dinero como la última vez –respondió Lisa adelantándose a tomar la mano de su compañera– ¿Por qué lo preguntas?, sabes que puedes confiar en mí para lo que sea. Los baronets debemos cuidarnos entre nosotros.
– ¡Por nada! –respondió sorpresivamente exaltada–. Solo... Ten cuidado ¿Si?, nos vemos luego.
Y Esther huyó a toda prisa, sin mirar atrás.
– Sé lo que estás tratando de decir Esther, yo también he escuchado los rumores acerca del maestro Thompson, y su abuso de poder sobre las estudiantes... Solo espero que no te... Lo siento, no debí asumir cosas antes de tiempo. Talves un día me contarás todo. *Suspira* Por ahora tengo que averiguar cómo voy a hacer para pagarle lo que me pide en esta carta. –cuando revisó la cantidad indicada en el papel se alteró–: ¡Es mucho!, incluso más que la primera vez «Y esto fue culpa de Lilliette» –pasó por su mente.
Aunque el precio a pagar no representaba un mayor problema para las familias pudientes de la nobleza, para su familia si podría significar un gasto importante e innecesario tomando en cuenta lo excelente alumna que era. Después de todo Lisa provenía de una familia de baronets, que a pesar de poseer un título nobiliario, este era más un adorno que otra cosa:
Los baronets a diferencia del resto de familias nobles, no recibían ningún puesto de trabajo muy importante, tampoco obtenían propiedades o bienes importantes tras la obtención de su título. Apenas tenían lo justo y necesario para sobrevivir, ni un Arcoin más ni un Arcoin menos (Arcoins: Moneda oficial de Nueva-Arcadia), y por eso debían valerse por su propio esfuerzo para conseguir más ingresos. Y debido a su estatus que fácilmente hacía pensar que de alguna manera servía de algo, la realidad era un poco diferente:
Resulta que el título de "Baronet" no motivaba a otros nobles a participar en sus proyectos o negocios (ni como socios bajo ningún término, ni como clientes), ya que el título no tenía prestigio alguno, lo que les resultaba una pérdida de tiempo enorme en su constante búsqueda por añadir prestigio a sus apellidos. Y debido a esta falta de apoyo estos negocios eventualmente fracasaban. La situación con las personas comunes (de sangre roja) era un poco complicada, ya que hubo un tiempo en el que aquellos que obtenían el título de baronet, hacían alarde de una gloria que no poseían, y trataban al resto de personas tal y como lo hacían los otros nobles de mayor rango (y a veces hasta podían ser peores), por lo que esta mala fama llevó a muchos a alejarse especialmente de ellos; eran como reyes de un pequeño castillo arruinado y reducido a escombros, que por más que fuese un castillo, jamás pertenecería a la realeza.
El título de Baronet podía ser obtenido de dos formas: una era como castigo para los nobles que poco a poco perdían su posición y prestigio, y con el tiempo eran degradados. Y la otra era otorgarle este título a alguna familia común y corriente, que estuviera un poco mejor acomodada que los demás.
Aquellos que aceptaban este título, inocentemente pensaban que el recibirlo significaría que sus vidas mejorarían de alguna manera, y tan solo el tiempo (a veces meses, semanas o incluso algunos días) se enteraban de la realidad de las cosas: Que no era más que un título inútil. Se les llamaba: Nobles de papel.
Pero Lisa Bellstar no se avergonzaba de su título, ni de su familia. Fue criada con valores y principios muy superiores a la educación que otros nobles de mayor estatus recibieron en su casa. Pero sobre todo hubo amor, ya que sus padres eran personas maravillosas que se esforzaron para convertir su casa en un hogar para sus dos hijos y siempre trabajaron para que nada les hiciera falta nunca. Ellos los amaban incondicionalmente, y ese amor era correspondido.
Para corresponder a su sacrificio, Lisa tenía una única ambición que anhelaba cumplir con todo su corazón:
Ella anhelaba conseguir un rango mejor acomodado entre la nobleza, e iniciar un negocio exitoso. A ella siempre le gustaron los cosméticos de belleza, como las cremas, el maquillaje o las lociones, que le venían de maravilla a sus compañeras de clase y las hacía ver siempre hermosas y seguras de sí mismas, y eso era lo que a ella le faltaba: Un poco de confianza. Y es que ella a diferencia de las jóvenes que la rodeaban, no podía permitirse el lujo de invertir en su belleza oculta. Habían cosas más importantes y como ella lo veía, necesitaría una fortuna para arreglarse "decentemente", ya que cada uno de estos accesorios tenían un valor elevado en el mercado. Las marcas famosas, los proveedores exclusivos y la comercialización de la belleza en Nueva-Arcadia era un negocio redondo, muy amplio y con una feroz competencia entre aquellos que se adentraban en él.
Pero cuando Lisa haya completado su plan, ninguno de ellos tendría que trabajar fuera otra vez. Sus padres eran contadores excelentes, por lo que podía dejarlos a cargo de la contabilidad, y su hermano mayor (quién en su opinión se había llevado todo lo mejor y a ella le había dejado las sobras), estudiaba en el gremio de comerciantes y también trabajaba para ellos (hasta dónde ella sabía).
Con su negocio bien plantado y organizado, no tendrían que separarse nunca más y solo así recuperarían todo el tiempo que habían perdido, durante los últimos años. Ella no los veía desde que tenía 13 años.
Hacía tanto tiempo que no había visto a toda su familia reunida, y era su mayor anhelo reunirse con ellos una vez más, y si tenía suerte, en un par de años ese sueño se haría realidad. Para ello antes tenía que graduarse con honores de la supuesta mejor academia del continente, y si quería lograrlo antes tendría que sobrevivir a sus compañeros y a sus profesores. Hasta ahora se las había arreglado, el primer año fue muy difícil y aún tenía pesadillas con los abusos que tuvo que vivir en ese entonces. Cada vez le era más difícil superar cada día con una actitud positiva.
***
La última vez tuvo que usar todos sus ahorros que juntó durante los últimos seis meses para pagar el soborno que exigía el maestro. Con ese dinero pretendía mejorar un poco el estado de sus prendas y de sus útiles escolares para cuidar su presentación. Pero esta vez seguramente tendría que empeñar algo; algunos de sus aretes de plata que recibió por parte de su madre hace unos años, o el collar de oro de su primera comunión. Ambos eran tesoros de valor sentimental invaluable, pero trataba de tranquilizarse a sí misma, con la idea de que no era una despedida, simplemente los estaba prestando para recuperarlos más adelante.
Ella regresó al edificio en donde estaban los dormitorios femeninos, que visto desde fuera parecía una torre digna de la realeza, y su interior al igual que la academia, desbordaba de lujos y opulencias. Ella fue directamente a su habitación un poco menos ostentosa que las demás, a buscar entre sus cajones y estantería. Y encontró aquellos tesoros que había decidido empeñar. Y cuando finalmente los tuvo en sus manos, los contempló con tristeza y angustia por lo que estaba a punto de hacer. No quería intercambiarlos por dinero, ya que el valor sentimental que le tenía era enorme.
Pero el precio que el maestro había pactado en la carta era muy elevado, se sabía de hecho que era un hombre mujeriego y codicioso que no tenía problemas en perjudicar a otros, tal y como ya lo había hecho antes. Ella no podía molestar a su familia con un gasto innecesario como ese, si ese problema debía solucionarse, entonces ella lo solucionaría.
Pero cuando se disponía a salir de su habitación, alguien tocó la puerta una vez.
Justo cuando estuvo a punto de girar la perilla para abrir la puerta y ver de quien se trataba hubo otro toque, y otro más unos segundos después, sea quien sea se estaba tomando su tiempo entre los golpes, Solo uno cada tantos segundos. Y no fue hasta que se concluyó con un séptimo, que no hubieron más golpes en su puerta después del séptimo.
Lisa finalmente abrió la puerta y se sorprendió al no encontrar a nadie, vio a ambos lados del pasillo y no encontró ni una sombra, ni ninguna pista del responsable de tocar su puerta hace tan solo unos segundos, pero había algo muy extraño en el ambiente que la obligó a permanecer alerta.
Una extraña sensación recorrió su espalda, como si estuviese siendo observada. Y vio entonces que a sus pies había un sobre blanco que contenía una carta, ¿acaso era una invitación?, en el sobre había un sello que nunca antes había visto (Una luna sangrienta en su fase menguante que era atravesada por una espada). Ese debía ser el sello perteneciente a algún clan.
Extrañada por el suceso se apresuró a encerrarse en su habitación para revisar el interior del sobre. Y utilizó una tijera para cortar el papel, sin dañar la carta que había en su interior, y tan pronto como leyó el contenido, se quedó en shock:
Resulta que el estudiante recién llegado: el conde Tempest, estaba organizando un baile de bienvenida en el que invitaba a todos sus compañeros de clase para celebrar su llegada y también para conocerlos mejor.
Cuando leyó las palabras:
"Lisa Bellstar, eres cordialmente invitada al baile de bienvenida organizado por su excelencia el conde Tempest, este domingo 9 de octubre".
Lisa se enmudeció por completo y levantó la vista al techo por varios minutos. Tuvo una alegre sensación que la envolvió y llevó su imaginación al límite, hasta imaginarse un maravilloso escenario en donde asistía al evento, vestida de gala, y compartiendo en paz y tranquilidad con todos los invitados, y para finalizar compartiría la pista de baile con el anfitrión.
«¿Acaso es un sueño?, ¿una fantasía?, ¡si es así no me despierten!, aún así es impresionante que su excelencia no haya perdido ni un solo minuto en planificar todo esto. El conde recién acaba de llegar y ya organizó un evento tan grande, y hasta repartió las invitaciones. Supongo que nunca se debe subestimar el poder de la nobleza para estas cosas... Aunque si la señorita Lilliette lo ayudó esto no es de extrañarse» –pensó.
Ella no podía creerlo, y tenía muchas ganas de asistir a un evento formal y elegante, pero lo mejor para ella sería no asistir, ya que no quería lidiar con los desprecios de sus compañeros ni con sus comentarios despectivos, incluso fuera de la escuela, exponiéndose también a una humillación pública. Por lo que tomó la difícil decisión de buscar al conde para agradecerle en persona de todo corazón por su invitación, y también para disculparse por no poder asistir a su evento. Si se había tomado la molestia de invitarla entonces lo correcto era agradecerle y disculparse en persona. Y con esa nueva resolución en mente salió de su habitación en busca del conde Tempest. Sus problemas con el maestro Thompson podían esperar un día más.
Pero ella no lo había notado... Que al momento de usar las tijeras para cortar el sobre, sangre que brotó del papel, y manchó el filo de la herramienta. Y la misma sangre que de ahí había brotado, era la misma sangre que ahora goteaba de sus dedos, creando un camino carmesí por los pasillos.
Algo muy extraño estaba a punto de pasar.