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Capítulo 4. Chismes.
Era hora del receso en la academia Edem. Mientras algunos de los estudiantes se reunían en la cafetería para degustar de los excelentes platillos que preparaban los mejores chefs del país, otros preferían reunirse y deambular por sus lujosos pasillos mientras discutían temas de suma importancia en compañía de sus amigos más cercanos:
– "¿Supiste que la hija del conde Louis está embarazada?"
– "¡Si, me enteré gracias a "Liz", según se dice que el responsable es el hijo del barón Strongs!"
– "¿Estás loco?, ella rompió con él para salir con el primo del duque, de hecho estuvieron juntos en la fiesta de primavera".
– "¿El primo del duque?, que lástima, el hijo del barón la amaba mucho".
– "Por cierto, escuché que al primo del duque le está yendo mal, le pidió otro préstamo a su familia, seguro se está yendo a la quiebra".
– “Cierto, cierto, Las últimas publicaciones de "Liz" hablaban de eso”.
– "¿Eh, otra estrella más está cayendo?, ¡Que miedo!, Lo bueno es que podemos meternos con él cuando sea un fracasado".
– "¡Tienes razón!, ese idiota nunca me agradó, se merece una lección".
– "Por cierto escuché que los de la clase 1–A. Están organizando un baile de bienvenida".
– "Mi hermana me lo comentó. Será dentro de siete días, así que iré con ella. Al parecer el alumno recién llegado quiere causar una buena primera impresión".
– "Solo espero que no vayan a invitar a los de la familia Strongs ni al primo del duque, o eso será un verdadero infierno".
– "Tienes razón. Preferiría que fuera la chusma en lugar de tener que lidiar con el primo del duque".
– "Por cierto ¿Se enteraron de que la maestra Delany está teniendo una aventura con un estudiante?"
– "¡No hay forma!".
– "Ya había leído al respecto. "Liz" lo publicó la semana pasada pero la señorita Delany se veía tan centrada y profesional que no me lo creía".
– "¡Los vieron!, ¡ayer por la tarde, mi querida amiga: la hija del marqués Brawn. Encontró una escena no muy grata en la oficina de maestros, y luego vino a mí a toda prisa a contarme lo que ocurrió".
– "¿De quién se trataba?".
– "¡Vamos, dilo, no puedo esperar!".
– "No puedo decirles exactamente quien es, ya que llegamos a un acuerdo, y por guardarles el secreto vamos a aprobar su clase durante todo el año".
– "¡Vamos no puedes dejarnos con la intriga!".
– "¡Tienes que decirnos, no le diremos a nadie, es enserio!".
...
– "¡¿Qué?!, ¡¿La hija de los Fortuna?!, ¡Pero estaba comprometida!".
– "¿Desde cuándo eso ha detenido a alguien?".
– “Ahora que lo recuerdo... Hace 3 meses "Liz" publicó algo muy extraño acerca de uno de los maestros”.
– “¿Te refieres al escándalo del maestro Thompson?, eso seguro debe ser un engaño. Nadie iría tan lejos como para acosar a una plebeya ni mucho menos “poseerla por la fuerza”, simplemente no vale la pena”.
– “Pero si un maestro es capaz de mantener amoríos secretos con un estudiante, ¿no creen que serían capaces de cosas peores?”
...
– “De todo esto tan solo hemos aprendido a no confiar en los maestros de esta institución... Son una porquería”.
Y esas eran algunas de las conversaciones más comunes que los estudiantes discutían en sus tiempos libres. Para ellos no había mejor merienda que tener entre sus dientes un nuevo chisme que contar. Rumores que recopilaban las partes más turbias, privadas y deleznables de su sociedad. Infidelidades, amores prohibidos, crisis financieras. Eran tan solo algunos de los temas de discusión que resonaban por cada rincón de la academia, cuando los estudiantes se reunían en grupo para compartir sus nuevos hallazgos.
Y lo más triste de esta situación es que la gran mayoría de los chismosos, se hacían llamar "amigos" de las personas que destazaban con el filo de sus lenguas.
Y esto mismo era lo que acontecía en una de las salas privadas de la familia de Condes más importante del país: "La familia Wolfang". Gracias a su estatus y al renombre de su apellido, se hicieron de contactos muy importantes en todo el reino, incluyendo a las autoridades que dirigían la academia.
Contactos que permitieron la construcción de una sala privada en el último piso de la torre oeste; en esta habitación, cuya vista daba directamente con un paisaje espectacular de la gran ciudad, había muebles exportados de otros países, y pinturas de artistas muy famosos que la familia había obtenido, y que exhibían únicamente en esa sala privada.
También había una mesa de centro hecha de vidrio, tan limpia que rechinaba con tan solo pasar el dedo por encima. Y sobre ella había un hermoso arreglo floral, y un cesto que contenía frutas frescas recién preparadas. Y aunque los hermanos que ocupaban la habitación se las comieran todas, nunca faltaría ni un solo alimento por más de 5 minutos. Pues en el piso inferior esperaban atentos, un escuadrón de sirvientes, que estaban pendientes todo el día a todas sus necesidades.
Y ahí estaban dos hermanos mellizos de cabello rojizo como la canela, y con sus rostros llenos de pecas. Ambos hermanos estaban a punto de recibir visitas, y ya habían preparado todo para recibir a sus invitados.
Estos dos hermanos se enorgullecían de reunir las historias más interesantes que ocurrían dentro de la academia, algunas con pruebas reales y otras veces tenían que inventarlas. Pero esta vez no hubo necesidad de ello, ya que su fuente en este caso era de lo más confiable; tratándose ni más ni menos que del mayordomo de una familia de nobles, el cual había trabajado con ellos desde hace 20 años.
Esta vez se trataba de un chisme que había consternado a varios miembros de su sociedad, incluyendo a las familias más poderosas y acaudaladas de la nación, cuya información privada, había sido resguardada en las páginas de un diario común y corriente, que cayó en manos en una de las familias menos importantes de la nobleza.
Este chisme que hacía un tiempo tan solo era un rumor curioso y hasta ridículo, eventualmente cobro fuerza cuando las páginas fueron publicadas en la sección de chismes del periódico local. Y los hechos relatados en sus páginas concordaron a la perfección con los sucesos que ya habían ocurrido, y otros que estaban sucediendo en ese mismo instante.
Encontrar al responsable de tal acto de traición, se convirtió en una "cacería de brujas". Y es que al no encontrarlo inmediatamente, y con el paso del tiempo, la lista de sospechosos no hacía más que aumentar, lo que sembró desconfianza entre las familias más poderosas, quienes llegaron a sospechar incluso que el enemigo podría estar en sus mismos hogares. Esta cacería eventualmente acabó afectando a los de sangre roja, ya que hubo una terrible ola de despidos que el país nunca antes había visto.
Cientos de mucamas, voceros, mayordomos, sirvientes y demás trabajadores dedicados a los servicios domésticos, fueron despedidos y algunos incluso fueron acusados por conspirar en contra de sus patrones. Ya que la incertidumbre y la desconfianza había afectado enormemente la mente de las familias nobles. Y para colmo aún no se sabía con exactitud quién había sido el atrevido, temerario, loco y carente de sentido común, que estaba detrás de todo. Lo único que se sabía de él (o ella), era el seudónimo con el que había firmado todas y cada una de sus publicaciones, al final de la página:
Se hacía llamar: "Liz, la observadora".
No fue hasta el día de hoy que finalmente dos jóvenes estudiantes, estaban a punto de desentrañar el gran misterio, y estaban impacientes por compartir lo que sabían con los más afectados por esta situación.
– Se están tardando mucho ¿No lo crees? –preguntó el hermano mayor– Nuestro informante llegó antes de lo acordado y está esperando a los invitados para confesarles la verdad... ¿Cuánto más van a tardar?
– No deberían tardar mucho, estoy seguro de que ya están en camino –respondió su hermano menor, mientras terminaba de comer una manzana que había tomado del arreglo– Invitamos a los más afectados por "Liz", para revelarles la identidad de aquel que los perjudicó, no van a faltar por nada del mundo.
– No puedo esperar, ¡este puede ser nuestro más grande descubrimiento hasta ahora y todos van a saberlo!, ¿quién diría que todo el escándalo del "diario de Liz" fue orquestado por una simple chica de una familia noble de rango inferior?
– Lo sé hermano, yo tampoco podía creer lo que me dijo el mayordomo, y viendo el daño que "esa chica" ha causado entre los nobles de mayor rango, estoy ansioso por escuchar las propuestas para castigarla. Después de todo arruinó el matrimonio arreglado del duque. Esta puede ser una gran oportunidad para destacar, y en cuanto el duque vea el favor que le estamos haciendo, estoy seguro de que nos deberá un gran favor.
– ¡Tienes razón!, y si el duque llega a reconocernos, y a confiar en nosotros, entonces tal vez incluya a nuestra familia en la "mesa de la realeza". ¡Mamá y papá estarán orgullosos!
– Hemos llegado muy lejos gracias a estos chismes tontos, mi hermano. Y por primera vez tenemos una historia cien por ciento veraz, objetiva y comprobable. Sin duda alguna somos los mejores descendientes de la casa Wolfang.
*Toc, toc, toc, toc, toc, toc, toc*. Alguien tocó la puerta siete veces.
– ¡Adelante! –gritó el hermano menor desde su asiento.
Pero la persona que tocó la puerta no respondió. Entonces el hermano mayor saltó de su asiento y se apresuró a abrir la puerta para recibir a sus invitados; y cuando lo hizo estuvo cara a cara con un hombre elegante; era un mayordomo. El hombre de mediana edad se acercó a su oído y susurró unas palabras que hicieron retroceder al joven de cabello rojizo.
– Ella está muerta... –dijo, casi murmurando. Segundos después cerró la puerta lentamente mientras trataba de asimilar lo que acababa de escuchar.
– ¿Muerta? –repitió su hermano menor, él también se exaltó ante la noticia– ¿cómo sucedió?
– Dicen que tuvo un accidente y se golpeó la cabeza... La encontraron varias horas después y ya era demasiado tarde... La llevaron al hospital y no pudieron hacer nada por ella.
Una leve ventisca helada sopló en la habitación y los presentes comenzaron a temblar. En ese momento sintió el ambiente un poco más pesado.
– ¿¡Qué vamos a hacer!? –exclamó el hermano menor– ¡Muerta no nos sirve, tenemos que averiguar en dónde ocultó el diario con toda la información del resto de los nobles, o quedaremos como unos idiotas!
– ¡Le prometimos a nuestros invitados recuperar esa información y eliminarla!, ¡ellos cuentan con nosotros y no podemos quedar mal!
– ¡Nos van a matar, es seguro que nos van a matar si les fallamos!
Y en ese mismo instante ocurrió algo muy extraño a su alrededor:
Las luces que iluminaban el interior de la habitación parpadearon varias veces hasta finalmente extinguirse. Cuando solo hubo oscuridad y los hermanos fueron incapaces de distinguir lo que tenían de frente; se escucharon ruidos extraños, como si todo se estuviese cayendo a su alrededor, con el rechinido de los muebles que se arrastraban de un lado a otro, y el estruendo de la vajilla de porcelana haciéndose pedazos una y otra vez, retumbando en sus oídos.
Pero cuando el hermano mayor alcanzó a abrir la puerta, para que la luz del exterior iluminara un poco la habitación. Se encontró con un terrible escenario:
Los cuadros y los muebles costosos estaban flotando, la fruta estaba en el suelo y repentinamente parecía podrida, y vio que las pinturas lo seguían con la mirada y que lloraban sangre azul.
– H-hermano –suspiró el hermano menor mientras flotaba hasta casi tocar el techo–. Hermano... ¡Ayúdame! –tan pronto como dijo eso, los tenedores y cuchillos de mesa, hechos de plata que había en la habitación, volaron hacía él y se clavaron en sus antebrazos y en sus rodillas.
Paralizado por el miedo, el pelirrojo no se pudo mover ni un milímetro. Tampoco podía gritar, ya que el miedo le había comido la voz, lo único que podía hacer era mirar todo en frío silencio mientras el frío aumentaba. Tan solo unos segundos después vio una tijera liberarse de uno de los cajones de la cómoda, y la misma fue directamente a la boca de su hermano, y no mostró su filo hasta que el desafortunado estudiante abrió la boca, pero cuando lo hizo, fue incapaz de volverla a cerrar como si una fuerza misteriosa se lo impidiera, hasta que finalmente su quijada se entumió.
Finalmente la tijera fue por su lengua, que serpentaba tratando de evadir su filo, pero era inútil; el arma parecía tener vida propia. Y entre llantos y quejidos la tijera chasqueó al cerrarse. Y cuando la tijera chasqueó; algo cayó al suelo acompañado por un chorro de líquido espeso y azulado que brotaba en gran cantidad. Y tras eso no hubo sonido alguno, solo un silencio total.
Entonces el hermano menor que aún contemplaba todo, sintió una extraña sensación que acariciaba su hombro. Cuando trató de girarse finalmente sintió como si hubiese alguien parado detrás de él, y el miedo una vez más le impidió moverse un solo milímetro.
– "Ustedes ya saben demasiado" –dijo una voz ronca y profunda, directamente en su oído. Y cuando esta voz se hizo presente, el hermano más joven volteó lentamente para ver sobre su hombro y con horror, vio una mano completamente negra que sostenía unas tijeras relucientes, tanto que pudo ver la expresión en su rostro reflejada en el filo de la hoja.
Él ya parecía un fantasma de lo pálido que estaba, y sus ojos estaban completamente rojos. Quería llorar pero no podía, y no lo haría, hasta que la misteriosa persona que controlaba cada movimiento de su cuerpo se lo permitiera.
– Esto es por lastimar a mi... "Prometida" y para enviarle un mensaje a sus padres –dijo el sujeto misterioso, cuyos ojos rojos como rubíes comenzaron a brillar– “Es hora de que asuman las consecuencias de sus actos”.
Y entonces la puerta se cerró lentamente y tras un fuerte estruendo que sacudió el piso superior; surgió un líquido azulado que se escurría por debajo de la puerta blanca, hecha de abedul. Y tan solo unos centímetros a su izquierda, yacía el cuerpo extendido de un hombre de mediana edad cuyo traje elegante había sido destrozado, y a su alrededor tan solo había un líquido carmesí que brotaba de sus heridas, y que también manchaba las paredes.
“Te... Te... Tem... Pes... Tad”
Fueron esas las últimas palabras que salieron de su boca antes de perder su último aliento.
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“Sé que puedes escucharme a través del eterno silencio que hay en esta oscuridad que me impide encontrarte y alcanzarte... ¿Te duele mucho?, ¿sufres?, ¿tu consciencia teme no poder hacer las paces con aquellos a quienes lastimaste?, yo puedo sanarte... Y te dejaré como nueva... Solo déjame...”
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