Sofía y Erick se conocieron cuando ella tenía seis años y él veinte. Ese mismo día la niña declaró que sería la novia de Erick en el futuro.
La confesión de la niña fue algo inocente, pero nadie imaginó que con el paso de los años aquella inocente declaración de la pequeña se volvería una realidad.
¿Podrá Erick aceptar los sentimientos de Sofia? ¿O se verá atrapado en el dilema de sus propios sentimientos?
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Encuentro inolvidable
La celebración del cumpleaños número quince de Sofía estaba en pleno apogeo, la familia y los amigos de la niña estaban reunidos en el jardín de su casa. Entre luces y música, Sofía e Ian se alejaron del bullicio para sentarse en un rincón tranquilo junto a la fuente. Ian, quien ya tenía dieciseis años, se había convertido en su mejor amigo y confidente, y siempre sabia cómo hacerla sentir cómoda.
-Bueno, princesa- le dijo Ian esbozando una sonrisa cariñosa- estás espectacular esta noche. Ese vestido, esas luces... parece que todo el universo estuviera conspirando para que seas el centro de atención.
-Gracias, Ian- replicó ella devolviéndole la sonrisa-
Tú siempre dices cosas lindas, ya me acostumbré.
-¡Y las digo con razón! Siempre tienes que ser el centro del universo.
-¿Sabes? A veces pienso que solo me dices esas cosas porque sabes que me gusta escucharlas- comentó como si eso fuera evidente- Creo que te gusta adularme.
-¿Yo? ¿Adulándote?- Ian se hizo el sorprendido- ¡Jamás! Todo lo que digo es la pura verdad, tú sabes que a mí hermana no le gusta que mienta.
-Hablando de verdades... quiero preguntarte algo, pero tienes que prometer que no te reirás.
Ian cruzó una mano sobre el pecho dramáticamente.
-Prometo solemnemente no reírme- dijo, y Sofía bajando la mirada hacia la fuente preguntó...
-¿Crees que Erick podría enamorarse de mí algún día?
Ian se quedó en silencio un momento, sorprendido por la seriedad de su pregunta. Luego sonrió con ternura.
- ¿Sabes qué pienso, Sofi?- indagó, ella hizo un gesto afirmativo- Creo que sería imposible que no lo hiciera.
Sofía levantando la mirada hacia él, sorprendida agregó...
-¿De verdad crees eso?
-Claro que sí- asintió con seguridad- Eres increíble, Sofía. Eres divertida, hermosa, decidida... cualquier tipo con cerebro se enamoraría de ti.
Sofía frunció el ceño con una expresión de duda en su rostro.
-Pero Erick es diferente. Es... no sé, como de otro mundo. Siempre lo he visto como alguien perfecto, inalcanzable.
- Pues te diré algo- replicó Ian- hasta la gente que parece perfecta tiene un corazón, y si hay algo que sé, es que tú tienes una forma de meterte en el de todos muy fácilmente.
Sofía sonríe tímidamente.
-Gracias, Ian. Aunque no estoy tan segura de que Leonardo, mi mamá, o mi papá opinen lo mismo si eso llegara a pasar.
-Oh, definitivamente no- acotó su amigo- Si Erick se atreviera a enamorarse de ti, Leo y tu mamá se infartarían al instante. Y ni hablemos Diego. Él seguro se iría directo a Suiza con un pasaje de ida y un bate de béisbol- Sofía rió divertida al imaginar la escena, aunque sus ojos brillaban de nostalgia.
-Tal vez tienes razón. A veces me siento como si lo que siento por Erick fuera una especie de locura, algo que nunca debería contarle a nadie.
-Sofi, no hay nada de loco en amar a alguien- le dijo poniendose serio- Lo que importa es lo que haces con esos sentimientos. Y si alguna vez decides volver a decirle lo que sientes, yo estaré aquí, apoyándote, como siempre.
-Gracias, Ian. No sé qué haría sin ti- dijo ella abrazandolo.
-Pues seguro te morirías de aburrimiento, porque nadie más sabe hacerte reír como yo- replicó él con diversión- ¡Y ni hablar de aguantarte!
Sofía se río de las ocurrencias de su amigo y le dió un leve golpe en el brazo, mientras Ian la observa con cariño. Para él, Sofía siempre será alguien especial, y aunque no lo dijer muy seguido, haría cualquier cosa por verla feliz.
La fiesta de quince años de Sofía había sido un evento esperado por todos. El jardín estaba decorado con luces cálidas, flores elegantes y una gran carpa donde los invitados disfrutaban de la música y los aperitivos. Todo estaba perfecto, pero para Sofía, la noche no estaría completa hasta que Erick llegara. Como en cada cumpleaños suyo o de Marco, su hermano menor, Erick siempre encontraba la manera de estar presente, sin importar que viviera ahora en Suiza.
Alrededor de las nueve de la noche, el ruido de un automóvil estacionándose llamó la atención. Sofía, que estaba conversando con algunos amigos, giró instintivamente hacia la entrada. Y ahí estaba él. Erick, impecablemente vestido con un traje oscuro, irradiaba esa elegancia natural, y llegaba esbozando esa hermosa sonrisa que a ella siempre le había fascinado. La joven sintió un nudo en el estómago y no pudo evitar soltar un leve suspiro que no pasó desapercibido para Mónica, su madre, quien la observaba desde la distancia junto a Leonardo, su esposo.
-¿Viste eso?- le susurró a Leo, él hizo una mueva de incomprensión- La forma en que Sofía lo mira…
-Tranquila, amor- le dijo él pasando su brazo alrededor de la cintura de ella- Erick es como de la familia. No va a hacer nada que la lastime.
Mónica no respondió, pero su mirada seguía fija en su hija, que ahora se acercaba a Erick mientras este entraba al jardín con un paquete elegantemente envuelto en sus manos.
- ¡Feliz cumpleaños, princesa! - exclamó Erick mientras ella se acercaba sintiendo que su corazón se aceleraba cada vez más.
-Gracias, Erick. Me alegra que hayas venido- replico ella tratando de controlar sus emociones.
-No podía faltar, eres mi princesa. Ya lo sabes- dijo él extendiendo el paquete para que ella lo tomara- Espero que te guste.
Sofía tomó el regalo con cuidado, sintiendo su corazón acelerarse. Abrió la caja y sus ojos se iluminaron al descubrir un collar delicado, de plata, con un colgante en forma de estrella. Era simple, pero perfecto, justo como le gustaba.
- Es hermoso, Erick. Gracias- le dijo completamente emocionada.
-Me alegra que te guste- le dijo él con ternura- Una estrella para otra estrella.
Sofía sintió que su rostro se ruborizaba, pero antes de que pudiera decir algo más, Erick se inclinó para darle un beso en la mejilla y luego se dirigió hacia donde estaban Mónica y Leonardo, uniéndose al grupo de adultos que conversaban animadamente.
Durante el resto de la fiesta, Sofía no podía evitar mirarlo de reojo, tratando de ser discreta. Y Mónica, atenta como siempre, notó cada una de esas miradas y no pudo evitar que ese pequeño temor que sentía se instalara un poco más en su corazón.
Cuando la fiesta terminó y los últimos invitados se habían ido, Mónica entró en su habitación, donde Leonardo ya estaba quitándose el saco.
-Estoy preocupada, Leo- dijo Mónica suspirando mientras se sentaba en la cama. Leonardo levanto la vista.
-¿Por qué, cielo? Todo salió perfecto. La fiesta fue un éxito.
-No es la fiesta. Es Sofía...- respondió ella mirando hacia la ventana- es por lo que siente por Erick.
-¡Ay , amor!- dijo él- Ya te he dicho que no debes preocuparte por eso.
- No me gusta cómo lo mira- dijo ella con voz suave- Es como si… como si estuviera de verdad enamorada de él.
-Vamos, Mónica- dijo Leo intentando tranquilizarla- Es normal que Sofi admire a Erick. Él es un buen tipo, atractivo, exitoso… Es un modelo a seguir- Mónica sacudió la cabeza negando.
-No es solo admiración, Leo. Yo la vi. Lo mira como... como yo te miraba cuando nos conocimos.
Leonardo se acercó y puso una mano en el hombro de su esposa.
-Escucha, nena- le dijo- Erick jamás haría algo que pudiera lastimar a Sofi. Lo conozco bien, y sé que él la ve como una niña.
- Pero Sofía ya no es una niña- replicó ella sin dejar de mostrar su preocupación- tengo miedo de que mi niña termine con el corazón roto.
-Bueno supongamos que tienes razón- dijo él en un tono lleno de comprensión- Entonces veamoslo solo como un enamoramiento pasajero, Mónica. Esas cosas se pasan. Dale tiempo. Ya verás que pronto estará interesada en alguien más- Mónica suspiró.
-Espero que tengas razón, amor… por el bien de todos.
Leonardo la abrazó, tratando de calmar sus temores, pero Mónica no puede evitar sentir que la situación sería más complicada de lo que parecía.