"El Misterio del Bosque Encantado" es una emocionante novela de aventuras que sigue a Lucas, un joven aventurero que, desafiando las advertencias de su pueblo, explora un bosque misterioso lleno de secretos. Tras encontrar una puerta oculta y enfrentarse a una criatura mítica, Lucas descubre que su destino está ligado a una espada ancestral y a un portal que lo transporta a un mundo desconocido. Allí, es recibido por un grupo de guerreros que lo guiarán en una nueva misión, mucho más peligrosa de lo que jamás imaginó. Esta es la historia de un viaje lleno de valor, misterio y descubrimientos.
NovelToon tiene autorización de Ronmell Preza para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
La Alianza de los Guardianes
Días después de abandonar el último pueblo, Lucas, Mara y Torak se encontraron avanzando por un sendero sinuoso que atravesaba un denso bosque. Sabían que su misión iba tomando forma, pero también eran conscientes de que el trabajo sería demasiado vasto para que ellos solos lo asumieran. Comenzaba a quedar claro que si querían crear un legado que resistiera el tiempo, necesitarían aliados comprometidos con la misma causa. Y fue durante ese trayecto cuando se presentó la primera oportunidad para formar la alianza de los guardianes.
Al llegar a un claro del bosque, descubrieron una pequeña aldea escondida entre los árboles. Era un lugar apartado del mundo, casi como si estuviera oculto intencionalmente de los viajeros. Aunque no parecía un sitio importante, Lucas percibió algo especial en el ambiente, como si esa aldea escondiera un secreto o tuviera un propósito mayor.
—Parece tranquila, pero hay algo inusual en este lugar —comentó Mara, quien también había notado la calma tensa que impregnaba el aire.
Torak observó a su alrededor y asintió, de acuerdo.
—No es solo una aldea común. He escuchado rumores de un grupo de personas que han aprendido a controlar sus propias sombras, usándolas para protegerse. Podrían ser justo los aliados que estamos buscando.
Decidieron entrar al poblado con cautela, buscando no llamar demasiado la atención. Sin embargo, al poco tiempo de recorrer sus calles de piedra, un grupo de personas se acercó para observarlos en silencio. Era evidente que los aldeanos estaban al tanto de su presencia. Finalmente, un hombre mayor, de barba canosa y mirada astuta, se les acercó.
—Bienvenidos a Aranor —dijo el anciano con una voz profunda—. Aquí no estamos acostumbrados a recibir extraños, pero hemos oído hablar de su causa. Sabemos que buscan un equilibrio entre la luz y la oscuridad.
Lucas inclinó la cabeza en señal de respeto.
—Así es. Hemos recorrido varias aldeas enseñando sobre el equilibrio y preparando a quienes desean aprender. Pero hemos empezado a darnos cuenta de que necesitamos formar una red, algo más grande y resistente. Aranor parece tener personas que comprenden esta dualidad. Quizás podrían ayudarnos.
El anciano asintió, aunque en su expresión había una mezcla de interés y desconfianza.
—Comprender la oscuridad no es tarea fácil —respondió—. Nosotros aquí no solo la hemos aceptado; hemos aprendido a verla como una aliada. La oscuridad puede ser una gran maestra si se la trata con respeto. Pero también puede ser peligrosa.
Torak, intrigado, se adelantó un paso.
—¿Nos permitirían aprender de ustedes? Nosotros tenemos nuestros métodos, pero el conocimiento nunca es suficiente. Queremos comprender cómo logran ese control.
El anciano los miró durante un largo momento, como si evaluara sus intenciones. Finalmente, hizo una señal para que lo siguieran.
—Vengan conmigo —dijo—. Si realmente desean formar una alianza, primero deberán conocer nuestros secretos y mostrar que son dignos de confianza.
Guiados por el anciano, caminaron hasta una gran cueva que se adentraba en una colina cercana. En el interior, había una serie de inscripciones y símbolos en las paredes, pintados en un negro tan profundo que casi parecía absorber la luz de sus antorchas. Los aldeanos habían grabado en esos muros su historia y sus métodos de enseñanza, creando un registro de generaciones dedicadas a mantener el equilibrio en la región.
El anciano comenzó a explicarles su filosofía.
—La oscuridad que ven aquí no es solo ausencia de luz —dijo, señalando las inscripciones—. Es una fuerza en sí misma, algo que vive dentro de cada uno de nosotros. La clave está en no rechazarla, sino en aceptarla y, en ciertos momentos, dejarla guiar nuestras decisiones.
Lucas sintió un estremecimiento. Había comprendido la importancia del equilibrio, pero esta perspectiva era diferente, una visión que iba más allá de lo que habían aprendido en Azaroth. La idea de que la oscuridad podría ser una guía y no solo una amenaza lo intrigaba profundamente.
Después de varias horas escuchando las enseñanzas del anciano, los tres amigos fueron invitados a participar en una ceremonia que se realizaría esa noche. En ella, los aldeanos compartirían su poder ancestral con aquellos que demostraran merecerlo, convirtiéndolos en Guardianes de la Sombra, protectores del equilibrio desde las sombras.
Cuando la noche cayó, el cielo se llenó de estrellas y la cueva se convirtió en un espacio sagrado. Una docena de aldeanos se reunieron en el centro, formando un círculo alrededor de Lucas, Mara y Torak. Cada uno de ellos portaba un amuleto hecho de una piedra negra, brillante bajo la luz de las antorchas.
—Si desean ser nuestros aliados, deben demostrar que están en paz con su propia oscuridad —dijo el anciano, mientras entregaba a cada uno una pequeña daga ceremonial—. La oscuridad es parte de su ser. Deben aceptarla y dejar que los guíe. Solo así podrán entender y mantener el equilibrio.
Uno por uno, Lucas, Mara y Torak tomaron las dagas, dispuestos a enfrentar su prueba. Cada uno debía atravesar un corredor oscuro de la cueva, sin ninguna fuente de luz, guiados únicamente por la intuición y la conexión con su propia sombra. La travesía sería corta, pero simbólica. Aquellos que lograran pasar sin temor serían reconocidos como Guardianes de la Sombra.
Lucas fue el primero en entrar. A medida que avanzaba en la oscuridad, sentía cómo el ambiente se hacía más opresivo, como si sus propios pensamientos lo desafiaran. La oscuridad parecía hablarle, recordándole sus inseguridades, sus dudas, todo aquello que lo había frenado en el pasado. Pero en lugar de resistirse, Lucas aceptó esas partes de sí mismo y avanzó, permitiendo que esa oscuridad fuera parte de él.
Cuando salió del corredor, los aldeanos lo esperaban con expresiones de aprobación.
Mara y Torak enfrentaron sus propias pruebas, cada uno descubriendo los secretos que yacían en lo profundo de su alma. Mara, que siempre había confiado en la naturaleza y la luz, tuvo que reconocer que la oscuridad también podía nutrir y fortalecer. Torak, que había lidiado con su ira, aprendió a ver su furia como una fuente de energía, algo que podía usar para proteger, no solo para destruir.
Al final, los tres completaron el recorrido. El anciano los recibió, satisfecho, y les colocó un amuleto a cada uno, el símbolo de los Guardianes de la Sombra.
—Ahora están listos —dijo solemnemente—. La oscuridad y la luz son sus aliadas. Cuando partan de aquí, recuerden que cada rincón del mundo tiene su propio equilibrio. Si logran transmitir esta sabiduría a otros, estarán ayudando a construir un legado que ni la oscuridad podrá derribar.
Esa noche, Lucas, Mara y Torak abandonaron Aranor, sabiendo que tenían nuevos aliados. Habían establecido el primer eslabón de su red de guardianes y comprendían que la verdadera batalla no era solo contra la oscuridad externa, sino también contra la que cada uno llevaba en su interior.
Mientras caminaban bajo las estrellas, se dieron cuenta de que su misión acababa de tomar una dimensión completamente nueva. La Alianza de los Guardianes no solo defendería el equilibrio en la tierra, sino también en los corazones y almas de quienes desearan mantener viva esa paz.
La era de los Guardianes del Equilibrio había comenzado, y aunque su camino sería largo y arduo, sabían que, juntos, estaban preparados para enfrentarlo.