Hace años, Ilán le mintió a su exmarido, Damon, diciéndole que el bebé que había dado a luz había muerto. Lo hizo por la profunda decepción que sentía hacia él, quien lo había abandonado en el momento más vulnerable, cuando estaba a punto de dar a luz.
Ahora, Ilán se ve obligado a enfrentarse nuevamente a Damon, ya que su hijo/a necesita desesperadamente un donante de médula ósea.
¿Cómo reaccionará Damon al descubrir que su hijo/a sigue vivo y está gravemente enfermo debido a la enfermedad que padece?
—Cásate conmigo otra vez, Ilán —dijo Damon, su voz impregnada de autoridad, mientras las feromonas alfa llenaban la habitación, abrumando a Ilán con una mezcla de tensión y deseo reprimido.
—Acepto... —respondió Ilán, conteniendo la respuesta instintiva de su cuerpo al poder que emanaba Damon—, pero después de que quede embarazado y dé a luz, nos separaremos.
El aire cargado de feromonas hizo que la atmósfera se volviera insoportable, incrementando la tensión entre ambos...
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21
—Si no te casabas conmigo, ¿qué pasaría con la salud de Gio?— susurró Damon, con su voz grave y profunda, mientras su presencia llenaba el espacio. Observaba a su hijo, Gio, quien seguía concentrado en su comida, ajeno a la tensión que emanaba entre sus padres. La fragancia de las feromonas de Damon comenzaba a impregnar el aire, envolviendo a Ilán en una neblina densa y abrumadora.
Ilán dirigió la mirada hacia Gio, antes de soltar un largo y pesado suspiro. Sabía que Damon tenía razón. Aunque conociera las andanzas del alfa con otros, especialmente con Juan, no tenía otra opción más que aceptar el matrimonio. Lo hacía por Gio, siempre por él, pero las feromonas de Damon, esa mezcla entre poder y deseo, lo desarmaban, haciendo que sus emociones se agitaran de manera confusa.
—Además, lo que tengo con Juan no es lo que piensas— dijo Damon de nuevo, su mirada fija en Ilán, intentando captar alguna señal en su rostro. El silencio del omega comenzaba a inquietarlo.
El olor dominante de Damon era imposible de ignorar, y la mente de Ilán empezaba a nublarse. Sentía que su propio aroma omega reaccionaba, su cuerpo respondiendo involuntariamente a la química entre ellos, a pesar de que intentaba resistirse. No quería ceder, no frente a él.
—¿Qué es lo que creo? No te hagas el listo. No me importa lo que pase entre tú y Juan. Después de todo, lo nuestro no es más que por Gio. Nada más.— Las palabras salieron frías, casi como un susurro venenoso, cargadas de sarcasmo. Pero a pesar de la dureza en su voz, Ilán no podía evitar sentir que las feromonas de Damon afectaban cada rincón de su ser, avivando su molestia y algo más que no quería admitir.
Lejos de sentirse ofendido, Damon simplemente sonrió. Ese tipo de confrontaciones le resultaban casi entretenidas. Su mano se movió suavemente hacia el cabello de Ilán, acariciándolo con una ternura que contrastaba con su abrumadora presencia alfa.
—Perdón si te he hecho enojar... o poner celoso.
—¿Celoso?— Ilán dejó escapar una risa amarga, negando con la cabeza. Su cuerpo reaccionaba, traicionándolo con la cercanía del alfa. —Te lo dije, no me—
—Papi, ya estoy lleno,— interrumpió Gio, levantando la vista para observar a sus padres, con su inocente voz rompiendo momentáneamente la tensión en el aire.
Gio había estado observando, notando la extraña atmósfera entre sus padres, incluso aunque sus voces eran bajas. Sabía que sus padres estaban juntos otra vez solo por su enfermedad, pero en su corazón, deseaba que realmente pudieran estar unidos como una verdadera familia, como las que veía en sus sueños.
—¿Podemos ir al parque después de esto?
Ilán negó suavemente con la cabeza, aún sintiendo las feromonas de Damon revoloteando a su alrededor, afectando su capacidad de pensar con claridad.
—No, amor. Tenemos que volver a casa. ¿Recuerdas lo que dijo el doctor? No puedes—
—Pero quiero ir al parque con papá y papi,— insistió Gio, con esos grandes ojos que solían derretir el corazón de Ilán. Pero la presión de la presencia de Damon le hacía cada vez más difícil mantener el control.
—No, cariño. Además, tu papá tiene que volver a la oficina. Hay personas importantes esperándolo, ¿verdad, Damon?— Ilán lanzó una mirada afilada hacia su pareja, buscando alguna forma de escapar de esa situación abrumadora.
Damon sonrió, disfrutando el juego. Sabía exactamente lo que Ilán estaba intentando hacer, pero no iba a permitir que se saliera con la suya tan fácilmente.
—¿Quién dijo que tengo que volver al trabajo?— replicó Damon, con una chispa de diversión en sus ojos. Se esforzaba por no reír, sabiendo que eso solo avivaría más el fuego del omega. —Vamos, campeón. ¡Al parque como prometí!— añadió, dirigiéndose a su hijo con una sonrisa, mientras las feromonas se intensificaban a su alrededor.
Gio saltó de alegría, ignorando completamente el mal humor de su papi, y tiró de la mano de Damon para arrastrarlo hacia la salida. Ilán, a pesar de su creciente frustración, no tuvo más remedio que seguirlos. La cercanía de Damon lo alteraba, y la reciente imagen de él con Juan seguía rondando su mente, oscureciendo aún más su estado de ánimo.
—No puedo creer que sigas con Juan,— murmuró Ilán para sí mismo, observando la espalda de Damon mientras caminaban detrás de Gio. Después de todos esos años, no podía comprender por qué Damon seguía aferrado a ese omega que lo había traicionado. Pensó que Damon habría encontrado a alguien más, a otro omega, quizás alguien que le ofreciera estabilidad. Pero no, Damon seguía enredado en una relación con Juan, ese hombre que lo había herido.
"Te dije que no te hicieras ideas equivocadas." Se dijo así mismo Ilán.
Ilán, perdido en sus pensamientos, se sobresaltó al sentir la presencia de Damon a su lado, cargando a Gio en brazos. El alfa aprovechó la cercanía para inclinarse y plantar un beso rápido en la mejilla de Ilán, lo que hizo que las feromonas estallaran de nuevo, esta vez más intensas, creando una atmósfera sofocante y cargada de deseo reprimido.
—Tú...
—Mira, Gio, ¿no es papi hermoso cuando se enoja?— bromeó Damon, mientras Gio soltaba una risita inocente, sin entender del todo lo que sucedía entre sus padres.
Ilán, irritado por el comportamiento juguetón de ambos, decidió ignorarlos y se subió al coche primero. Prefería estar lejos del efecto que Damon tenía sobre él. Las feromonas del alfa lo estaban afectando de una manera que no quería admitir.
—Ojalá pudiera embarazarme rápido para poder alejarme de este maldito,— murmuró Ilán para sí mismo, acariciando su vientre plano. Las feromonas alfa de Damon seguían flotando a su alrededor, un recordatorio persistente de lo atrapado que se sentía en esa situación, donde el deseo y el resentimiento se entremezclaban en una batalla constante dentro de él.
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