En Las Garras De Mi Enemigo

El cumpleaños de Lisbeth, la madre de Cory, llegó acompañado de un clima fresco y un cielo despejado. A pesar de que la celebración sería pequeña, todo estaba cuidadosamente planeado para hacerla especial. Elliot había decorado el jardín con luces y flores, mientras que Cory y su hermano menor, Ethan, ayudaron a preparar la mesa con el pastel y algunos bocadillos.

—¿Crees que a mamá le guste el pastel?— preguntó Cory, asegurándose de que el lazo en la caja del regalo estuviera bien atado.

—Le va a encantar— respondió Ethan con confianza, cargando una bandeja con elegancia.

Ethan era el favorito de sus padres. Era un alfa nato y dos años menor que su hermano omega, con una personalidad segura y carismática que lo hacía destacar en cualquier lugar. Sin embargo, Cory no sentía celos. Ethan no era del tipo que buscara atención, y su relación como hermanos era fuerte y sin rivalidades.

—¿Ya terminaste con los adornos?— preguntó Ethan, revisando el trabajo de Cory con ojo crítico.

—Sí, señor perfeccionista— respondió Cory, rodando los ojos pero sonriendo.

Cuando la familia Griffindoh llegó, la atmósfera se llenó de risas y buena energía. Marlene llevaba un ramo de flores y un pequeño obsequio, mientras que Daryl traía una botella de vino que había reservado para ocasiones especiales.

—¡Feliz cumpleaños, Lisbeth!— exclamó Marlene, abrazándola con calidez.

—Gracias, Marlene. Me alegra mucho que hayan venido— respondió Lisbeth, sonriendo ampliamente.

Acron y Cory se unieron rápidamente, tratando de evitar el ojo crítico de sus padres mientras Ethan les hacía un gesto burlón.

—¿Tu hermano siempre tiene que parecer un modelo de revista?— susurró Acron, mirando a Ethan.

—Déjalo en paz, es perfecto por naturaleza— respondió Cory, con una sonrisa irónica.

La celebración fue sencilla pero hermosa. Una mesa decorada con flores, un pastel decorado con detalles dorados y una selección de platos que todos disfrutaron. Cory notó cómo sus padres parecían irradiar orgullo cada vez que Ethan hablaba o hacía algo, pero él no le daba importancia. Sabía que era diferente, pero no necesitaba la misma atención.

—¿Qué le regalaste a mamá?— preguntó Acron en voz baja mientras comían.

—Un álbum de fotos que hice con nuestras fotos familiares. Creo que le gustará— respondió Cory.

Ethan, por otro lado, le había regalado un collar de perlas que había elegido él mismo, con la ayuda de su padre. Lisbeth estaba encantada con ambos regalos, abrazando a sus hijos con cariño.

—Los dos me han hecho muy feliz hoy. No importa lo que pase, siempre seremos una familia unida— dijo Lisbeth, emocionada.

Cuando la fiesta terminó y los invitados se despidieron, Cory y Ethan ayudaron a recoger todo.

—Hoy fue un buen día— comentó Ethan, mientras doblaba un mantel.

—Sí, mamá parecía muy feliz— respondió Cory, mirando las luces que todavía brillaban en el jardín.

Ethan le dio un leve empujón en el hombro.

—Eres un buen hijo, Cory. No necesitas ser un alfa para demostrar tu valor.

Cory lo miró, sorprendido pero agradecido.

—Gracias, Ethan. Y tú... bueno, no eres tan insoportable como pensaba.

Ambos rieron, dejando claro que, aunque eran diferentes, el vínculo entre ellos era inquebrantable.

Al día siguiente, las noticias llenaron las pantallas de televisión con advertencias urgentes.

—Se recomienda a la población no salir de sus casas debido al impacto del polvo del Sáhara, que ha reducido significativamente la calidad del aire. Manténganse a salvo— anunciaba el noticiero.

Cory apagó el televisor y se dejó caer en su cama. El encierro obligatorio le parecía exagerado, pero al menos tendría tiempo para relajarse. Se acomodó con un libro, pero antes de que pudiera leer una página, escuchó un ruido en su ventana.

—¿Cory?— susurró una voz familiar.

Mirando hacia la ventana, vio a Acron encaramado al árbol que conectaba ambas casas.

—¿Qué haces aquí?— preguntó Cory, abriendo la ventana.

—El polvo no me va a matar, pero moriré de aburrimiento si me quedo solo— respondió Acron, entrando con cuidado en la habitación.

—¿Y tu papá? ¿No te va a matar si descubre que estás aquí?

—Está encerrado en el sótano contando latas de comida. Nadie se dio cuenta de que me escapé— bromeó Acron, dejando caer su mochila en el suelo.

Cory se rió, cerrando la ventana tras él. Ambos se sentaron en la cama, y Acron lo miró con una expresión que mezclaba diversión y curiosidad.

—Por cierto, ¿te acuerdas de la otra noche, cuando estábamos... experimentando?— preguntó Acron con tono casual, pero sus mejillas mostraban un leve rubor.

Cory se tensó un poco, sabiendo exactamente a lo que se refería.

—¿Por qué lo preguntas?

—No sé...— Acron miró hacia el techo, fingiendo despreocupación— Me quedé pensando en si lo hicimos bien.

Antes de que Cory pudiera responder, la puerta de su habitación se abrió de golpe, y Ethan entró sin previo aviso.

—¡Hey, Cory! Mamá dice que no olvides...— Ethan se detuvo al ver a Acron sentado en la cama.

—¿Qué estás haciendo aquí?— preguntó Ethan, cruzándose de brazos.

—Vine a ver a tu hermano. ¿No ves que está aburrido?— respondió Acron con una sonrisa encantadora.

Ethan lo miró con sospecha, pero finalmente se encogió de hombros.

—Lo que sea. Mamá dice que no olvides bajar a cenar— dijo, saliendo de la habitación.

Cuando la puerta se cerró, Cory soltó un suspiro de alivio.

—Tu hermano siempre sabe cómo arruinar el momento— comentó Acron, levantándose.

—¿Qué momento?— preguntó Cory, tratando de sonar inocente.

Acron se acercó con una sonrisa traviesa.

—El momento en que iba a decirte que no me quedó claro lo de la técnica de la lengua.

—¡¿Qué?!— Cory sintió cómo el calor subía a su rostro, pero antes de que pudiera decir algo más, Acron lo tomó por sorpresa.

Se inclinó hacia él, uniendo sus labios en un beso lento y deliberado. Cory sintió su corazón acelerarse mientras Acron profundizaba el beso, moviendo la lengua con cuidado.

Cuando finalmente se separaron, Acron sonrió satisfecho.

—Ahora creo que lo entiendo mejor— dijo, dándole un golpecito en la frente con el dedo.

Cory estaba demasiado aturdido para responder. Acron caminó hacia la ventana, listo para regresar a su casa.

—Nos vemos mañana— dijo, dándole un guiño antes de desaparecer por el árbol.

Cory se dejó caer en su cama, mirando al techo mientras su corazón seguía latiendo con fuerza.

—¿Qué acaba de pasar...?— murmuró para sí mismo, cubriéndose el rostro con una almohada.