Novela finalizada. Escribo con amor, por lo que espero lo mismo de ustedes.
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cap 21
Volver al pasado
Llegar a Austin fue una odisea. El viaje se sintió interminable, y aunque tenía la compañía de la familia Bulgari, una sensación de inquietud se apoderó de mí durante todo el trayecto. Me esforzaba por concentrarme en las conversaciones y en la compañía que me rodeaba, pero mi mente no dejaba de revolotear entre la incertidumbre y la preocupación. Era difícil sentirme completamente en paz cuando sabía que una tormenta se avecinaba.
Durante el viaje, descubrí más sobre la familia Bulgari. Octavio, el esposo de María, es un abogado reconocido, un hombre de palabras medidas y sabiduría evidente en cada gesto. Ariadna, su hija mayor, siguió los pasos de su padre, pero ha enfocado su carrera en la defensa de los derechos de la mujer y la infancia, algo que me impresionó profundamente. Briseida, la hija menor, aún está en plena formación académica, pero ya tiene en mente seguir el mismo camino que su padre y hermana, lo cual demuestra que la vocación por la justicia es una tradición en esta familia.
María y Klaus son quienes manejan el imperio familiar. Durante el viaje, ambas se tomaron el tiempo para asesorarme sobre cómo podría manejar mis propias responsabilidades laborales una vez que mi hijo nazca. María, en particular, me tranquilizó asegurándome que era posible equilibrar la maternidad con mi carrera, mostrándome maneras de delegar y trabajar desde casa. Aunque sus consejos eran valiosos, la ansiedad que sentía no me permitía disfrutarlos plenamente.
Cuando finalmente llegamos a Austin, Thomas, mi abogado, nos estaba esperando. Me sorprendió lo rápido que había organizado todo, encontrando un lugar donde alojarnos mientras estemos aquí. Había alquilado una mansión lo suficientemente grande para que todos estuviéramos cómodos. Sin embargo, la alegría de tener un espacio acogedor se vio opacada al descubrir que la propiedad se encontraba peligrosamente cerca del rancho de los Johnson. La proximidad con la familia de Derek no hacía más que intensificar la tensión que ya sentía.
Apenas bajé del coche, vi a mi mejor amiga, Emilie, correr hacia mí. Su abrazo fue cálido y reconfortante, y durante unos segundos, me permití refugiarme en la familiaridad de su cariño. Sin embargo, cuando miré por encima de su hombro, vi a Eliot, su esposo y también mi amigo, con las manos en los bolsillos y la mirada clavada en el suelo. Se veía devastado, como si el peso de la culpa lo aplastara. Verlo así me partió el corazón, y en ese instante, supe que no podía estar enojada con él. Lo quería demasiado como para guardar rencor.
Acaricié su hombro con suavidad, esperando que entendiera que, aunque la situación era complicada, nuestra amistad seguía siendo importante para mí. No se trataba de buscar culpables, sino de enfrentar lo que venía juntos, como siempre lo habíamos hecho.
A medida que entrábamos en la mansión, una mezcla de alivio y aprehensión se apoderaba de mí. Estaba rodeada de personas que me querían, que me apoyaban, pero no podía ignorar el miedo que sentía por lo que estaba por venir. Sabía que tendría que enfrentar a Derek y a su familia, y aunque no me sentía preparada, también sabía que ya no tenía opción.
Me apoyé en el marco de la puerta por un momento, observando a todos aquellos que habían venido conmigo. María, con su firmeza, Ariadna y Briseida, con su juventud y determinación, Klaus, siempre presente, y Emilie, que se había mantenido a mi lado en los momentos más difíciles. Estaba rodeada de apoyo, pero al mismo tiempo, sentía que la batalla que se avecinaba era mía y solo mía.
Suspiré, recogiendo el valor que necesitaba para lo que vendría a continuación. No era solo por mí, sino por mi hijo. Tendría que encontrar la fuerza que no sabía que tenía, porque ahora había una vida que dependía de mí.
...
Era tarde, todos estábamos agotados, pero la idea de que, si hablaba con Derek antes de que los abogados intervinieran, podríamos evitar un conflicto mayor, no me dejaba en paz. Sin embargo, esa esperanza se mezclaba con un profundo temor de lo que podría suceder si no lograba convencerlo.
Mientras los demás se retiraban a descansar, me quedé en la sala, incapaz de seguirlos. Mi mente no me daba tregua; la imagen de los Johnson, sus rostros llenos de odio y desdén, me acosaba sin cesar. Intenté calmarme, caminando en la penumbra con un vaso de leche en las manos, como si ese simple acto pudiera sofocar la tormenta que se desataba dentro de mí.
—Tienes que dejar de pensar y descansar un poco, cariño. —La voz de Klaus, baja y tranquilizadora, interrumpió mis pensamientos mientras me abrazaba suavemente por la espalda, dejando un beso en mi hombro que me hizo sentir un pequeño destello de alivio en medio de la oscuridad. — Te hará mal si no lo haces.
Me giré en sus brazos, buscando el consuelo de su presencia. Apoyé mi cabeza en su pecho, permitiendo que el ritmo constante de su corazón intentara sosegar el caos que latía en el mío.
—No sé lo que es cerrar los ojos y no visualizar a los Johnson viéndome con odio. —Confesé, mi voz apenas un susurro. — No puedo dormir.
—Entonces, al menos recuéstate, me quedaré contigo hasta que te venza el sueño. —Su tono estaba lleno de una ternura que rara vez mostraba, pero que en ese momento me era vital.
Klaus tomó el vaso vacío de mis manos y, sin soltarme, me guió hacia las habitaciones. Entramos en la suya, un refugio que olía a su perfume, una mezcla de madera y especias que desde que lo conocí me había calmado. Con delicadeza, me ayudó a sentarme en la cama y, de forma muy delicada, me quitó las pantuflas, cuidando de mí de una manera que nunca había imaginado necesitar. Klaus es todo lo que esta bien.
—Duerme conmigo, te prometo que no... ya sabes, no soy…
—Lo sé, gracias. —Lo interrumpí, mi voz apenas un murmullo. Sabía que era un caballero, que su preocupación era genuina.
En cuanto me acosté y el aroma familiar de su piel me envolvió, sentí una oleada de paz. Abracé su cuerpo, buscando en su calor una seguridad que necesitaba desesperadamente. A medida que sus caricias suaves recorrían mi espalda y mi cabello, me fui sumergiendo lentamente en un sueño profundo, uno en el que, por un momento, no había nada más que nosotros dos, y en el que las preocupaciones del día se desvanecían en el calor de su abrazo.
Despertar en los brazos de Klaus, que respira suavemente en mi cuello es algo nuevo, pero maravilloso. No tarde nada en quedarme dormida y qe este a mi lado, es algo que agradezco. Intento apartar el brazo que me rodea pero me aprieta un poquito mas y lo siento sonreir en mi oreja.
—Buenos días, mi Agápi. (Amor)
—Buenos días, cariño. No iba a escapar, solo quiero hacer pipí. —Me gira con delicadeza y besa mis labios.
—Te dejo ir, solo si vuelves enseguida a la cama. Arruinaste mis planes de traerte el desayuno y consentirte como la reina que eres.
Le sonrío y beso sus labios, saboreando ese breve contacto que me deja con ganas de más.
—Volveré, pero solo porque la pequeña Sam y yo tenemos mucha hambre.
—¿Solo por eso? —Hace un tierno puchero que logra desarmarme un poco más.
Asiento, riéndome, aunque en realidad sé que hay mucho más detrás de mi respuesta.
—Solo por eso. —Miento descaradamente, disfrutando de la leve complicidad entre nosotros.
—Bien, si así volverás a la cama para pasar un rato más juntos a solas, lo haré. Además, si la pequeña Sam tiene hambre, la consentiré. —Se levanta de la cama con la elegancia natural que siempre lo acompaña y se pone una camiseta que apenas logra disimular la perfección de su cuerpo.
Mis ojos lo siguen mientras se mueve, admirando la fuerza de sus hombros, el contorno firme de sus brazos, y la forma en que la tela se estira sobre su pecho. Me cuesta apartar la vista de su hermoso trasero, es tan lindo que tienta a querer morderlo. No puedo evitar pensar en lo afortunada que soy por tenerlo a mi lado. Pero más allá de lo físico, lo que realmente me sorprende es lo que está empezando a despertar en mí.
—Eres cruel, Niklaus Bulgari. —Le digo en broma, pero siento una calidez en el pecho que no había sentido en mucho tiempo. Es una mezcla de seguridad y un profundo deseo de seguir descubriéndolo.
Salgo de la cama y me acerco para darle un último beso en los labios antes de entrar al baño. No puedo evitar sonreír al ver su expresión.
—Me siento cosificado. —Dice con una mezcla de humor y ternura, y yo suelto una risita desde adentro, escuchando cómo se cierra la puerta detrás de él.
Mientras me lavo las manos, mis pensamientos se centran en Klaus. Lo que al principio fue atracción, ahora se está convirtiendo en algo más, algo que me asusta y me emociona al mismo tiempo. Nunca había conocido a alguien que pudiera hacerme sentir tan segura, tan vista, ya la vez tan vulnerable. Estoy descubriendo que quizás no sea solo mi cuerpo el que responde a su cercanía, sino también mi corazón.
Salgo con una sonrisa dibujada en el rostro, pero se borra rápidamente al escuchar el escándalo que se escucha desde afuera. Reconozco esa voz, esos gritos y bajo rápidamente.
Margaret. Está en la entrada luchando con el personal de seguridad que le evita entrar a la propiedad.
—Dios mío, ¿Qué demonios está haciendo aquí tan temprano y quien le dio que yo ya estaba aquí? —Digo en voz alta, aterrada y nada lista para enfrentarme a esa lunática tan temprano.
—Tranquila, no tienes que salir, llamaré a la policía y que se encarguen de ella. —Dice Klaus deteniéndome cuando estoy dirigiéndome a la puerta para darle cara.
Lo que no sabe Klaus es que aquí, la justicia esta comprada por esa familia y no harán nada.
—No, tengo que salir. —No quiero hacerlo, pero es lo que tengo que hacer.
Abro la puerta y Klaus sale detrás de mí claramente preocupado, pero dándome toda la seguridad del mundo.
—¡Al fin sales y das la cara, perra asquerosa! —Me grita — ¿Creíste que me iba a enterar que estabas aquí? ¿Eh? ¡Estás a metros de mi casa!
Me acerco poco a poco a la entrada, las rejas se mantienen cerradas pero, ella patea como una cabra loca para que a dejen pasar.
—No tengo nada que hablar contigo, vete. —Digo con la voz tranquila aunque por dentro, todo tiemble de pánico. — No tengo que darte cara de nada, todo lo que tenga que decir, se lo diré a tu hijo no a ti.
Se ríe en mi cara y me acerco un poco más a las rejas y me cruzo de brazos. Klaus se mantiene a una distancia prudente y llama a uno de los hombres que contrato Octavio y este corre a la casa.
— ¿Cómo hiciste para embarazarte de mi hijo, eh? ¿Lo drogaste? Seguro fue tu plan desde el principio para quitarnos dinero, no eres más que una zorra oportunista.
Ahora es mi turno, me rio como si me hubieran contado el mejor de los chistes.
—No seas ridícula Margaret, tu dinero es lo que menos me interesa. ¿Qué podría querer yo de una mujer como tú? Largo.
Me doy vuelta y veo venir a María y a Octavio apresurados.
—Por tu culpa mi hijo cancelo su boda con una buena mujer, una mujer con clase. Todo por una cualquiera que se preño vaya a saber de quién, porque dudo mucho que la semilla de mi hijo haya brotado en ese cuerpo podrido que tienes.
Entonces me volteo, Klaus toma mi mano cuando nota mi rostro enfurecido.
—Largo.
Entonces la mujer que dice ser de alta alcurnia, me escupe el rostro.
Me limpio con el brazo asqueada.
—¡Me iré cuando tengas el valor de pararte frente a mí y confieses que ese bastardo que tienes en el vientre no es de mi hijo!. — Grita como desquiciada y yo agradezco cada una de las palabras que está diciendo, cada insulto y humillación, porque eso me da el coraje que necesito para defenderme. —Seguro es de ese don nadie que te sujeta del brazo.
—Abre la reja. — Le ordeno al hombre que mantiene las rejas cerradas.
Klaus no me suelta y yo avanzo dos pasos más para quedar cara a cara con la maldita que me ha vuelto la vida un infierno desde el momento en que la conocí. Pero, como es una maldita demente, ni bien me detengo delante de ella me propina una fuerte bofetada. Mi mano viaja a mi mejilla al sentir el ardor y Klaus reacciona metiéndome nuevamente a la propiedad.
—¿Acaso se ha vuelto loca? —Dice Klaus, pero yo ardo de furia y de ira al no poder ponerla en su lugar. — ¿Esta mujer carga en el vientre a su neto y así es como la trata?
Todo pasa muy rápido, aria forcejea con el hombre de seguridad y logra salir, Margaret sigue maldiciendo, yo soy prácticamente arrastrada a la mansión y Derek aparece en escena tratando de separar las mujeres mayores que se quieren comer una a la otra, pero es Margaret quien golpea a María y luego de sonreír vuelve a entrar a la propiedad.
—Suéltame, suéltame Klaus. Tengo que hablar con Derek, esa loca me golpeo, golpeo a tu madre. —digo e medio del llanto.
—Mi madre sabe defenderse, tú no puedes.
AY... Y ESTO TIENE SEGUNDA PARTE.
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Notita: Hasta no firmar el contrato que solicite para esta novela, no actualizare nuevos capitulos. espero la gestion sea rapida. No se impacienten, seguire escribiendo mentras tanto.
Besitos.