Historia de Amanecer, que se va a estudiar Historia del Arte a la Escuela de Artes Plásticas de New York.
Ahí conoce a Paul Jones, su Maestro de Apreciación Artística.
Amanecer es una jovencita sincera y directa, es auténtica, muy parecida a su Madre Marisa Salvatierra.
Paul Jones hace ya algunos años que enviudo y no ha vuelto a tener relación sentimental alguna.
Paul Jones tiene 62 años, una hija de 30 años y un nieto de 5 años.
El destino tiene caminos sinuosos que los va a llevar a donde Amanecer y Paul nunca imaginaron llegar.
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RESIGNACIÓN
Después de haber dejado las cenizas en la cripta, los Jones se fueron adaptando poco a poco a la ausencia de Francis, Paula retomó ya sus clases con toda regularidad y Paul hizo lo mismo con sus cátedras universitarias. Sonia se fue alejando poco a poco.
Paul ya se dedicó a pasar todo su tiempo libre con su hija. Había ocasiones en que escuchaba llorar, sola en su habitación a Paula, pero no intervenía, la dejaba que se desahogara, un Domingo de cada mes iban al cementerio a dejar flores en la cripta, hablaban con Francis y se despedían con una oración. Luego iban a comer a algún restaurante y regresaban a casa, la tristeza poco a poco se iba convirtiendo en resignación, la vida seguía y había que enfrentarla.
Así lo hicieron, seis meses después, Paula le dijo a Papá que iba a ir a una excursión con su grupo escolar, le entregó la hoja de permiso a Paul para que la firmara, Paul no dudó y la firmó, al día siguiente fue a la escuela de su hija para informarse más detalladamente y el viaje va a ser a las Cataratas de Niágara y le detallaron las medidas estrictas de seguridad y salió con la seguridad de que le ayudaría mucho a Paula.
Karl Simmer era ya un amigo que acompañaba a Paula a todas partes, preferían ir a estudiar juntos a la biblioteca, Paula ya casi no pasaba las tardes en casa, poco a poco comenzaba a superar la tristeza. El dolor se iba haciendo menos pero nunca faltaba al cementerio en compañía de Paul y ahora también de Karl. Un día vió Paul a los jóvenes despedirse con un beso en la boca y pensó que la adolescente ya pronto sería una señorita. El baile de graduación, Paula ya no bailó el vals con su Padre, lo hizo con Karl Simmer y ahí conoció a los Padres de Karl y le parecieron unas personas muy agradables, le dieron el pésame por la muerte de Francis y que admiraban a Paula por su entereza. Paul les comentó que todavía escuchaba en las noches llorar a su hija, pero ya de manera más espaciada y no a diario como era a los primeros meses después de la muerte de Francis.
Invitaron a Paul a visitar a los Simmer cuando quisiera hacerlo, siempre sería bienvenido en su casa.
Paul Jones dijo que aceptaba la invitación y que se pondrían de acuerdo.
Paula fue a la excursión y al regresar estaba sumamente contenta, pero la tristeza no desaparecía de sus ojos.
Platicó con mucho ánimo su experiencia y todo lo que le había gustado, aunque ya conocía las cataratas, ahora las vio con otros ojos, sobre todo por la compañía de Karl. Ahí le declaró su amor a Francis, a pesar de que ya se saludaban y despedían con besos.
Paul fue con los Padres de Karl a la playa y fueron a tomar una cerveza al Bar Heavy Metal y se encontró con la música que tanto amaba. Los Señores Simmer eran también amantes del Heavy Metal y pasaron un rato muy agradable en el bar. Después fueron a la casa de los anfitriones y ahí se encontró con Paula y Karl, estuvieron platicando largo y tendido, además de beber Tequila. Paul, tengo unos amigos que están vendiendo su casa, es muy bonita y por su tamaño, podrías hacerla un Hotel. De verdad?. Paula podríamos ir a verla mañana temprano. Si te gustaría Papá?, preguntó la jovencita.
Si hija, la quisiera más que nada, pensando en un patrimonio para ti.
Al día siguiente fueron los dos a ver la casa y a los dos les impactó y Paul se comunicó a una Corredora de Bienes Raíces, para comenzar a tramitar una Hipoteca para así poder comprar la casa.
El proceso de compra fue más rápido de lo que Paul esperaba, ya que tenía un historial crediticio impecable y tenía un muy buen sueldo en la universidad así que el trámite fue rápido y cuando Paul se dio cuenta ya era dueño de la propiedad, más bien, de Paula, ya que la propiedad pasaría en automático a propiedad de su hija al cumplir los 21 años.
Si, la vida había dado un giro de 360 grados y la resignación, más no el olvido, había llegado.