Milena es una hermosa joven, buena hija, que sueña con un futuro prometedor en Italia. Las cosas no fueron fáciles al inicio pero salió adelante de la mano de un encantador piloto que la supo enamorar. Luego de cinco años de feliz matrimonio y dos hijos, un día ella descubre que su amado esposo le ha sido infiel desde el noviazgo. Luego de los primeros caóticos días, después de enterarse de las infidelidades, ella planea con mucha frialdad la manera de salir fortalecida de su divorcio. Ella le enseñará a Gabriele su esposo, la importancia de la fidelidad en un matrimonio. Le hará pagar el engaño que sufrió y lo hará vivir en la tristeza, el arrepentimiento y la soledad. No le quedarán más ganas a Gabriele de volver a burlarse de una mujer. Cuando quiera volver a recuperar a su esposa, ya ella no estará ahí más para él. Ella ahora le pertenece a otro que sí la hizo única y especial. ¿Podrá Gabriele recuperar su mujer algún día? ¿Fue domado el infiel? ¿Lo amará aún Milena?
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CAPÍTULO ONCE. SI, CASÉMONOS
Cuando tenía 5 días de disfrutar de este bonito lugar, me llamó mi madre desesperada llorando pues papá estaba muriendo en un hospital. Enloquecida de dolor te llamé Omaira y a Manuel suplicando ayuda para conseguir de inmediato un vuelo a Managua.
Tomé un vuelo a Roma y ya en el aeropuerto buscaba desesperada el primer vuelo a casa. Tanto tú Omairita como Manuel me transfirieron algo dinero extra para que no me hiciera falta nada.
Tuve que permanecer todo el día, toda la noche y parte del día siguiente en el aeropuerto hasta que me lograron meter en un vuelo directo a Nicaragua. Justo cuando estaba ya dentro del vuelo me llamó Andrés mi hermano para decirme que papá acababa de morir.
Todo el trayecto lloré recordando a mi padre. Desde cuando éramos niños, cómo nos cuidaba, sus consejos, como nos protegía a veces de las palizas de mamá. Yo era su consentida, su orgullo, su niña bonita.
Gabriele le caía muy bien. Me aconsejaba que me portara bien con él, que no lo tratara mal. Que le tuviera paciencia a él y a su familia. Me dijo que si él algún día faltara que cuidara bien de mamá y de Andrés. “Llévatelos para Italia hija, si algún día falto yo”
¡Oh padre! ¡Cuánta falta nos vas a hacer! Te dejé solito para irme para Italia, no debí haberme ido, te hubiera cuidado más. Seguramente me extrañaste tanto y yo mientras tanto embobada con un estúpido.
Al salir del aeropuerto ✈️ tomé un taxi. Llamé a mi madre para ver dónde estaban, ella me dijo: “Acá con Gabriele en la funeraria Vallés acomodando todo pues ya no tardan en traer a tu papá “ —¿Qué? ¿Gabriele está ahí? ¿Cuándo llegó madre?
—Hace un par de horas hija.
—Está bien madre, en una hora llego allí.
Gabriele ya estaba allí. ¡No lo podía creer! ¿Quién es este hombre? ¿Por qué hace cosas como esta? ¿Será que tanto me ama? ¿Cómo debo ver esto, como si yo fuera una persona muy privilegiada, o como una marioneta de un payaso?
Lo amo es cierto, pero ¿por qué dentro de mi pecho hay desconfianza? Siento un cierto temor de entregarme en cuerpo y alma a él. A veces me parece el hombre más falso que he conocido, pero otras veces me parece que es el hombre más dulce y tierno que existe en este planeta. Seguramente con el tiempo podré descifrar lo que verdaderamente hay detrás de esa personalidad tan desconcertante. Espero, para mi bien, no salir desilusionada y destruida algún día.
Al llegar a la funeraria ya habían acomodado a mi padre en una capilla. Me abalancé sobre su ataúd a llorar con mucho dolor. Vino mi madre y Andrés y nos abrazamos. Dimos rienda suelta a ese llanto incontenible.
Les pedí que me contaran cómo habían sido sus últimas horas. No había mucho que decir, él estaba bien de salud, estaba trabajando en el campo con algunos obreros y de un momento a otro se llevó las manos al pecho y ya no había nada que hacer. El infarto había sido fulminante.
Mamá me dijo que papá había sido un hombre muy sano, feliz. Que vivía muy orgulloso de mi, de su familia y de todo lo que había conseguido en la vida. Él nunca la maltrató, por el contrario, la amó demasiado.
Estas palabras me transmitieron mucha calma y resignación. Ya más tranquila, vi a Gabriele sentado en una silla cerca del ataúd, hablaba con uno de nuestros vecinos. No me quise acercar a él.
Andrés se sentó a mi lado y me preguntó por qué no me sentaba al lado de Gabriele, le respondí que en ese momento no quería. Él me contó que Gabriele había asumido todos los gastos del funeral de papá, incluyendo los innumerables arreglos florales que había dentro de la capilla.
¿Por qué no me sorprendo? Llegó primero que yo a Nicaragua, sacó a papá de la morgue y había asumido todos los gastos que me correspondían. ¿Privilegiada o títere? Aún no lo sé. Debo agradecerle o sacarlo a patadas. No lo sé.
Me sentía cansada, no había dormido nada. No había comido, no quería hablar con nadie. Nos esperaba una larga noche en la funeraria, así que le dije a mi mamá que me iba a la pequeña habitación a cerrar un poco los ojos.
Cuando creí que me estaba durmiendo, sentí que alguien se recostó a mi lado y me abrazó. Miré y era Gabriele. Le pedí que saliera y me dejara descansar. Me dijo: “Siento mucho la muerte de tu papá mi amor, sé que lo amabas mucho, a mi también me duele Milena. En el poco tiempo que lo conocí le llegué a tener un gran cariño, no me rechaces, no solo tu sufres” —Está bien, ahora salgo. Déjame descansar unos minutos por favor, casi no he dormido nada.
Se me quitó el sueño. ¡Qué hombre tan dulce! Cómo no amar a este desgraciado. Espero no arrepentirme algún día de amarlo tanto. Dormí hasta bien entrada la madrugada. Cuando me levanté casi no había nadie en la funeraria, pero me impactó ver a Gabriele despierto abrazando a mamá que estaba dormida.
Le pedí que fuera a descansar que yo cuidaría a mamá. El aceptó pues también se sentía muy cansado. Antes de pasar a la habitación me abrazó y me besó con mucha ternura. Sentí al instante que lo había perdonado por serme infiel con la desteñida aquel día en la playa.
Luego de enterrar a papá, Gabriele invitó a todos los presentes a casa. Había llamado a un restaurante y había pedido comida para mis familiares y vecinos. El objetivo era pedirles a todos que cuidaran de mamá, que no la dejaran sola.
Pero ahora, debíamos regresar a Italia. Nuevamente Gabriele unió nuestros pasajes y pudimos volar ✈️ juntos. Antes de partir Gabriele le pidió a mi madre y a Andrés venir a vivir a Italia conmigo.
Andrés estaba por terminar el bachillerato, por lo cual debía aprender Italiano ya que al llegar a Italia iba directo a una universidad a estudiar ingeniería automotriz. Gabriele le pidió a mi madre arreglar los asuntos del rancho así viajarían juntos.
Él les compraría un pequeño apartamento cerca de la universidad. Y les prometió que nada les faltaría.
Yo lo miraba y no podía creer cómo Gabriele se adueñaba y dirigía nuestras vidas. Mi madre y Andrés lo abrazaron y dieron muy contentos su aprobación.
Partimos y llegamos a Milán. Dormimos abrazados casi todo el vuelo. El hecho de ir al lado de Gabriele me disipó un poco el dolor por la muerte de mi padre. El saber q en pocos meses mi madre y Andrés vendrían a vivir conmigo también me llenaba de tranquilidad y alegría.
Días después Gabriele me llamó para invitarme a cenar, me puse un vestido con una chaqueta, no sabía que venía en la moto. Me quise regresar para ponerme un pantalón pero no me dejó, me puso una gran bufanda en las piernas y dijo que así iríamos bien.
Cuando arrancó la moto me aferré con fuerza a él intencionalmente, sentir mi pecho en su espalda, apretarlo con mis piernas abiertas y desnudas por el viento, verlo cómo pasaba por en medio de los carros en la autopista, era algo tan excitante que no podía ni quería controlar. Quería más...
Luego de cenar fuimos al mirador de la ciudad. Allí hay un hermoso pero viejo castillo abandonado. Algunas parejas se internan en la oscuridad de la noche para hacer travesuras. Cuando llegamos no había nadie, estaba solo. Como hacía frío nos metimos en una de las casetas en las que cientos de años atrás se metían los soldados que debían mantener la seguridad del castillo.
Gabriele quería saber por qué me había ido a la Calabria sin decirle nada y por qué no respondía sus llamadas en esos días. Solo le dije que quería estar sola, por eso no le dije nada. No le iba a dar gusto de decirle que era porque me estaba muriendo de celos.
Me dijo: ¿Por qué serà que no te creo?
—Le dije: “Me da lo mismo si no me crees”
Entonces comenzó con sus besos y abrazos y me dijo: “¿No sería porque estabas celosa?”
—¿Celosa yo? Ay por favor…
—Tranquila mi amor, yo solo te amo a ti…
Dijo eso y sus manos desabrocharon en segundos mi blusa, tomó mis senos y los empezó a devorar con intensa pasión. Luego una de sus manos se coló bajo mi falda y llegó a mi intimidad. Sentía desfallecer de placer, no quería que se detuviera. Sus dedos se deslizaban dentro y fuera de mi intimidad, de repente sentí por todo mi cuerpo una sensación maravillosa que me hizo estremecer y gemir de placer: Mi primer orgasmo.
—Mi amor, principessa, ¿lo disfrutaste?
—Gabriele te amo. Ya no lo puedo ocultar más. No sé desde cuándo, lo cierto es que lo conseguiste, te amo, te amo.
—Yo te amo más Milena y te lo voy a demostrar. ¿TE QUIERES CASAR CONMIGO AMORE MIO?
Y grité como frenética loca SI, SI, SI, GABRIELE, TE AMO. ME QUIERO CASAR CONTIGO.