Eliza, una noble empobrecida, está desesperada por pagar sus deudas cuando recibe una oferta inesperada: convertirse en espía para Lady Marguerite en el ducado del Duque Richard. Sin embargo, su misión toma un giro inesperado cuando el duque, consciente de las amenazas que rodean a sus hijos, le propone un matrimonio por contrato para proteger a su familia. Eliza acepta, consciente de que su vida se complicará enormemente.
Tras la muerte del duque, Eliza se convierte en la tutora legal de Thomas y Anne, y asume el título de Duquesa de Gotha. Pero su posición es amenazada por Alexander, el hijo mayor del duque, un hombre frío y calculador respaldado por la poderosa familia de su difunta madre. Alexander de Ghota.
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Capitulo 21 "Juramento"
Mi vida comenzó en una humilde casa de comerciantes de especias. Mis padres eran extranjeros, pero fueron recibidos con calidez en el Ducado de Ghota. A pesar de ser forasteros, su comercio floreció, y por un tiempo, nuestra vida fue próspera.
Todo cambió con la llegada de la familia Mariko, acompañando a la primera duquesa. La nobleza y las restricciones impuestas por ellos fueron un desafío para todos nosotros. Aunque la economía del ducado mejoró bajo su administración, sus políticas favorecían a la nobleza sobre los plebeyos. Nuestra familia, como muchos otros comerciantes, se vio despojada de tierras y negocios. Sin un lugar donde quedarnos, mis padres y yo nos unimos a una caravana, ofreciendo espectáculos para sobrevivir.
Los nobles solían burlarse de nuestro aspecto y de nuestros intentos de entretenerlos. Nos ridiculizaban y, al final, nos arrojaban unas pocas monedas, que mi padre siempre aceptaba con una sonrisa agradecida.
—Gracias, señores. Que tengan un buen día —decía con una reverencia.
Eso me llenaba de ira. ¿Por qué debíamos agradecer por su desprecio? Pero mi padre siempre me enseñó a ser humilde y a trabajar duro, sin importar las circunstancias.
Conforme fui creciendo, descubrí que era más fuerte y más diestra con la espada que mis hermanos. Sabía que, como extranjera, nunca podría aspirar a convertirme en un caballero, pero eso no me detuvo. Decidí convertirme en una guerrera.
Con mucho esfuerzo, logré entrar al centro de mercenarios. Sabía que mucha gente no confiaba en la lealtad de un mercenario, pero yo tenía ideales diferentes. En mi corazón, siempre fui un caballero, y esperaba encontrar a alguien que viera esa sinceridad en mí.
Mis primeros contratos fueron decepcionantes. Los clientes pedían misiones que no eran correctas, que iban en contra de mis principios. Por esta razón, nunca fui muy bien valorada en el gremio. Pero mi vida cambió cuando conocí a Eliza.
Ella llegó al centro de mercenarios un día lluvioso, buscando a alguien que cuidara de sus hijos. Cuando me lo pidió, vi algo en sus ojos: una sinceridad y una nobleza que rara vez se veían. No dudé en aceptar su oferta.
—Por favor, cuida de mis hijos —me dijo Eliza, sus ojos llenos de esperanza.
—Lo haré, mi señora. Con mi vida, si es necesario —respondí, sintiendo que finalmente había encontrado mi propósito.
Desde el primer día, supe que esta misión era diferente. Conocí a Thomas y Anne, y en poco tiempo, me encariñé profundamente con ellos. Eran niños adorables, inocentes y llenos de vida, pero también necesitaban protección y amor.
—¡Sofía, ven a jugar con nosotros! —gritaba Anne, corriendo por los jardines.
—¡Cuidado, Anne! No vayas tan rápido —le advertía, aunque sonriendo.
Con Eliza, también desarrollé una relación de confianza. Ella no me veía como una simple mercenaria, sino como alguien en quien podía confiar plenamente. Me trataba con respeto y dignidad, algo que jamás había experimentado en mi vida.
—Sofía, has sido una bendición para esta familia —me dijo una noche, mientras vigilaba a los niños durmiendo.
—Es un honor servirles, mi señora —respondí sinceramente.
Una noche, después de un día agotador, me senté sola en mi habitación. Pensé en todo lo que había pasado, en cómo había encontrado un lugar donde realmente me necesitaban. Sentí una profunda conexión con esta familia, una que no podía ignorar.
Decidí hacer un juramento, no solo como una mercenaria, sino como un verdadero caballero. Tomé mi espada, la sostuve frente a mí y recité en voz baja:
—Prometo proteger a Thomas y Anne con mi vida. Juro lealtad a la Duquesa Eliza y defenderé el honor de esta familia. Que mis actos hablen por mi nobleza, y que mi corazón sea el escudo de aquellos que amo.
No sabía si alguien más escuchaba mis palabras, pero en mi corazón, sabía que este juramento era verdadero. Desde ese día, me dediqué por completo a mi misión. Estaba lista para enfrentar cualquier desafío y proteger a aquellos que me habían dado un nuevo propósito incluso si eso era ir en contra del ducado mismo.
Lo vi en los ojos de Alexander, el no veía a eso niños como sus hermanos, tampoco había respeto alguno para la señora, era como un lobo esperando el mejor momento para devorarlos. Esos tres no estaban seguros en ese lugar, debía sacarlos de ahí, pero nadie podría enfrentar al ducado, más que alguien con la misma fuerza ducal y conocía a una persona así.
Una audiencia con él fue sencilla.
—Sofia...—saludó dejando de lado el chaleco de su traje, entrar en su habitación siempre era sencillo—, ¿Que ocurre?
—¿Recuerdas lo que me prometiste? —pregunté—, necesito que saldes la deuda.
Él sabía a lo que me refería, y no dudo en ceder.
—¿Qué es lo que necesitas? —preguntó.
—Necesito que saques a la Duquesa Eliza y sus hijos del ducado, si te comprometes con la duquesa ella puede salir de ese lugar con los niños.