El Aliento De Los Suspiros

El sentir aquellos brazos es que pudo volver a respirar, el ver como el rey se marchaba, el ver que se refugiaba en aquella cabaña fue que sintió el alivio de la libertad.

—Evangeline

Despertó, estaba tan angustiada que nunca aparto la mirada de la puerta principal, lo estaba esperando era ya el auto reflejo al haber sido marcada de aquella manera por las garras del terror.

—Quizás, debería contarle todo a su alteza— Menciono —Tal vez ya no la juzgar —.

—No— Grito, apenas se había calmado un poco —Nadie jamás puede saber esto Leticia, nadie—.

Dijo con firmeza antes de salir corriendo escaleras arriba, no deseaba oír más, escuchar más acerca de aquello, sabía lo que hacía, sabía que en el momento en que Killian se hubiera enterado de su desaparición, la estaría buscando, sabía que cartas ya habrían sido enviadas por saber su paradero y por eso mismo, es que no podía hablar, decir su pesadilla no era una opción.

Entendía, que el momento en que su hermano la encontrará asesinarla a todo aquel que la ayude, por eso mismo es que planeaba escapar de ese reino, de dejar a Leticia, de huir más aya de los agarres de su propia familia. Deteniéndose en medio de la habitación fue que logró mirarse en aquel espejo del tocador y fue entonces que volvió a ver aquel camino de sangre.

Las personas que murieron, aquellos que pudieron ayudarla, todas esas personas que representaron su escape, fueron asesinadas por la mano de Killian II Valyrian y Leticia, correría el mismo riesgo en el momento en que le contó todo y nadie más que su exmarido había logrado vivir.

No podía apartar la mirada del espejo, no podía dejar de ver, de sentir el asco que se daba ella misma, cayó sobre la cama derrotada. El destino era cruel con ella, no podía disfrutar de un plato de comida por que jamás había comido uno que no hubieran sido sobras, jamás pudo divertirse cuando era niña pues sus padres se lo habían prohibido, jamás pudo sentirse amada pues aquellos que si lo hacían morían, estaba rota, las gritas se incrementarán con cada desplante, con cada atadura al pasado, con cada muerte que caía sobre sus hombros.

Había tenido una crisis nerviosa, había caído en el poder del miedo que su hermano mayor representaba, podía escucharlo en su oído, podía sentir sus manos en su espalda, en todas partes, podía sentirlo, incluso en su vientre donde aquel pequeño niño fue concedido por los contantes abusos, pero por culpa de su padre al ser castigada injustamente en que lo perdió y sufrió más al enterarse Killian.

Sus lágrimas habían adornado su rostro, salían y empapaban su ropa, sus manos.

No se había dado cuenta, de que había llorado demasiado fuerte, no se había dado cuenta que su amada Leticia la estaba llamando en angustia, no se había dado cuenta de que había caído sobre el suelo alfombrado, no se había dado cuenta que se hacía daño con sus propias manos, quería, no, deseaba poder morir y terminar con el sufrimiento que los de su alrededor sufrían por ella.

Mientras ella se rompía como nunca antes pudo hacerlo, en el pueblo de Wood, en lo más bajo y corrupto del pueblo, en el bar Flecha rota un hombre encapuchado entraba en aquella cueva, las bailarinas bailaban en la tarima para aquellos hombres sucios, las damas ofrecían sus servicios de compañía y otros disfrutaban de la cerveza espumosa.

Caminando entre las mesas llego hasta la parte más oscura de la cantina donde lanzó un mapa con la ubicación de la princesa Valyrian, el hombre en la oscuridad lanzo un morrar con monedas que el encapuchado tomo para después marcharse rápidamente dejando todo lo que había logrado investigar.

La búsqueda constante había dado sus frutos, al ver escuchado rumores de que una hermosa mujer había sido traída por el rey Rafael VI Roosevelt y por sirvientes que servian en el castillo es que habian llegado noticias de que su adorada hermana se encontraba escondida a las afuera del pueblo en medio del bosque, los espías en Wood aún no habían sido erradicado de raíz, asi que, pudo tener la oportunidad de su vida, abriendo el pequeño papel enrollado fue que vio el camino trazado, con la ira al tope fue que se colocó de pie y salió de la cantina, al no haber vuelto a él, lo había enfurecido y cuando la viera, la aria sufrir lo que el sufrió en su ausencia.