El Reinado De Juliette

Juliette y Félix finalmente arribaron a Ino Deseon, siendo recibidos por un bullicio ensordecedor que llenaba el aire de ansiedad y urgencia. Entre la multitud agitada, Juliette intercambió una mirada significativa con Félix, quien simplemente encogió los hombros en gesto de desconcierto. Decididos a adentrarse en medio de la agitación, un contacto en la mano de Juliette la hizo girar instintivamente. Su expresión se suavizó al reconocer a Emir, sintiendo un destello de calma en medio del caos que los rodeaba.

— ¡Emir…! — exclamó Juliette con una sonrisa radiante.

El pelirrojo correspondió con una sonrisa cálida. Juliette, observando la conmoción a su alrededor, decidió indagar con Emir.

— ¿Tienes alguna idea de por qué hay tanto revuelo? — preguntó con curiosidad la joven.

— No tengo ni la menor idea, regresé hace poco de otro reino — respondió Emir, mostrando su interés por el alboroto.

— ¿En serio? Entonces parece que tendremos que averiguarlo juntos... — comentó Juliette, mostrando determinación.

Juliette buscó con la mirada a Félix y finalmente lo localizó.

— Oh, cierto. Emir, él es Félix — presentó a los dos hombres.

— Ah, ¿él es el hechicero al que fuiste a buscar...? — inquirió Emir, intercambiando miradas con Félix antes de volver a posar su mirada en Juliette.

Félix, con una sonrisa, se acercó para estrechar la mano de Emir, quien al principio se sorprendió pero luego correspondió al gesto. Felix se inclinó hacia Emir para susurrarle: "No te preocupes, no le diré a Juliette que ya nos conocimos~". Luego se apartó, dirigiendo una breve sonrisa a Emir que pareció molestar un poco al pelirrojo.

Juliette los observó con confusión, su aguda audición no alcanzaba a captar las palabras secretas intercambiadas entre los dos hombres que estaban frente a ella.

— Chicos, dejen de susurrar cosas en secreto…!~ — Se quejó la albina.

Félix rió, mientras Emir dirigió su mirada nuevamente hacia Juliette. Juntos, decidieron encaminarse hacia el castillo, con la esperanza de hallar respuestas a las incógnitas que los inquietaban. Sin embargo, al llegar descubrieron que sus dudas no serían del todo resueltas…

Las sirvientas se movían de un lado a otro con prisas dentro del castillo, agitadas por un inusual frenesí. Emir decidió abordar a María, una de las sirvientas, para buscar respuestas sobre la situación.

— María, ¿qué está sucediendo? ¿Por qué tanto revuelo? — inquirió el pelirrojo con ansiedad, notando la inquietud en la mujer.

Las piernas de María cedieron al escuchar las preguntas, y Juliette rápidamente la ayudó a sentarse para evitar que se desplomara.

— Verán... No sé cómo decirles... Pero... — comenzó María, sacudiendo la cabeza en señal de desconcierto.

Los jóvenes aguardaban con expectación por su respuesta…

— Él... El rey... El rey ha sido asesinado — sollozó la mujer, desvelando la impactante noticia.

La devastadora revelación cayó como un manto de pesar sobre los presentes. Juliette apretó el puño, llenándose de angustia, y se atrevió a hacer la pregunta que pesaba en su corazón.

— Cyrus... ¿Cómo está? ¡¿Cómo está él...?! — Juliette no pudo ocultar su desesperación al ver el rostro entristecido de María.

María continuó su relato con un tono preocupado:

— El joven amo... ha desaparecido... Al percatarnos del asesinato del Rey, nos preocupamos por la seguridad del joven y entramos a su habitación, pero él no estaba allí... Hemos buscado en todos los rincones, pero no hay ni una sola pista.

La incertidumbre se apoderó del ambiente, dejando a Juliette, Félix y Emir sumidos en la inquietud por la misteriosa desaparición de Cyrus.

"¿¡Lo han secuestrado!?", se preguntaron en silencio cada uno de ellos…

— Cyrus... al menos está con vida — aseguró Félix.

Aunque un atisbo de alivio se hizo presente, la preocupación persistía entre ellos...

Félix exhaló profundamente al ver las expresiones preocupadas de los demás.

— No se inquieten, lo traeré de regreso...

La confusión se reflejó en las miradas de los presentes, cuestionando en silencio cómo Félix planeaba encontrarlo.

Félix, con determinación en la mirada, prosiguió con sus palabras:

— No quiero dar detalles pero... Nuestra conexión me guiará hacia él. Necesito que confíen en mí y mantengan la calma. Mientras buscó a Cyrus, ustedes deberán ocuparse de mantener la estabilidad en el reino. Hay mucho por hacer, y podría llevar tiempo hallar a Cyrus, por lo que deberán considerar el futuro del trono…

Juliette, Emir y el resto de los presentes asintieron, reconociendo la sabiduría en las palabras de Félix. A pesar de la incertidumbre que los rodeaba, se aferraron a la esperanza de que todo se resolvería con el tiempo.

Félix se despidió con determinación y partió en busca de pistas que lo llevaran al paradero de Cyrus, dejando a Juliette, Emir y el resto del grupo con la importante tarea de mantener el orden y la estabilidad en el reino en medio de la crisis. 

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(Flashback)

— Juliette, necesito que escuches con atención — dijo el Rey con solemnidad.

— Sí, padre. ¿Qué sucede? — inquirió la joven.

— Si en algún momento me asesinan y tú no estás, quiero que no pierdas el tiempo llorando mi muerte... Debes seguir adelante. Además, si por alguna circunstancia Cyrus no está en condiciones de tomar el trono, quiero que seas tú quien lo haga — las palabras del Rey resonaron con seriedad en la estancia.

La sorpresa invadió a Juliette ante la firmeza de las palabras del Rey.

— ¿No crees que es demasiado radical pensar en eso? — cuestionó Juliette.

— No, no lo es. Juliette, en el exterior hay personas que ansían el trono de manera injusta. Son individuos ambiciosos en busca de poder y riquezas. No permitas que mancillen el trono y corrompan este reino de armonía e imperfecciones. Las fuerzas del bien deben prevalecer — advirtió el Rey con determinación.