Hace más de dos décadas, misteriosos pilares gigantescos surgieron repentinamente en diferentes puntos del planeta. Su aparición no solo marcó un cambio físico en el paisaje, sino que también transformó a quienes estuvieron cerca de ellos. Las personas y animales expuestos se vieron alterados, volviéndose más agresivos y hostiles hacia cualquier ser vivo que no compartiera su nueva naturaleza. Esta transformación no solo afectó la apariencia física, sino también sus comportamientos, generando una sensación de temor y desconcierto en quienes presenciaron estos eventos. La devastación causada por estos pilares marcó un antes y un después en la historia de la humanidad, dejando un misterio sin resolver y cambiando el curso de la vida en el planeta
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Rescate
Siento algo recorrer mi espalda, giro rápidamente y veo que es un perro. Parece estar acostumbrado a los humanos, ya que no me gruñe ni ladra. Le acaricio la cabeza mientras sigo pensando en cómo rescatar a mis amigos. De repente se me ocurre una idea: el perro podría distraer a los cocineros en la entrada, mientras yo entro y ataco a la sacerdotisa. No es lo mejor, pero tengo prisa. Agarro un palo y lo arrojo. El perro lo persigue y los cocineros van tras él. Aprovecho el momento y me escabullo sin hacer ruido. Veo que la sacerdotisa sigue haciendo sus rezos al aire. Me acerco a la jaula donde están Abigaíl y Denis. Trato de despertarlos, pero no responden.
La mujer sigue sin notarme, pero cuando me doy la vuelta, me ve y grita:
—¿Quién eres tú y qué haces aquí?
—No te importa, anciana. Sigue diciendo palabras al aire.
—Oye niño, sabes que dé un solo grito, los cocineros estarán aquí, ¿verdad?
—No te preocupes, ya me encargué de ellos. Están persiguiendo a un perro.
—Esos inútiles... Bueno, solo yo basto para detenerte.
—Solo eres una anciana, ¿qué puedes hacer? Mejor dame la llave de esta jaula.
Ella se queda en silencio y quieta, pero algo se siente raro. Es como si quisiera golpearme. No le doy importancia y busco la llave, pero de repente se abalanza contra mí, dándome un fuerte golpe que me deja aturdido. La veo en una pose de pelea y vuelve a tratar de golpearme.
—Señora, ¿cómo golpea tan fuerte a pesar de que es una anciana? —digo mientras sigo esquivando sus golpes.
—Es por el poder de Dios, que me entregó las escrituras y me dijo cómo volver a cuando era joven.
—Está loca. Un trozo de piedra no puede tener ese poder, así que no diga tonterías.
—No es la piedra, es lo que hay escrito en la piedra.
No le doy importancia. Si bien es más fuerte que una persona promedio, sigue siendo una anciana. Agarro mi bate y la golpeo en la pierna, pero ignora el dolor y sigue arremetiendo contra mí. Es como si hubiera entrado en un estado de trance. Ya no habla, tampoco está pensando, solo quiere matarme. Sigo esquivando y le doy un golpe en la cabeza, tratando de dejarla inconsciente. Me toma tiempo darle los suficientes golpes, pero después de un rato la anciana queda inconsciente debido a los golpes y al cansancio. La dejo, tirada en el suelo, busco la llave de la jaula en uno de sus bolsillos, y abro la jaula. Despierto a Denis.
—Oye, ¿estás bien? ¿Qué pasó?
—Uno de los cocineros entró donde estaba trabajando y me empezó a perseguir. Justo entonces llegó Abigaíl. Cuando me distraje, me noquearon, y también a Abigaíl.
—Bueno, parece que se encuentran bien. Toma a Abigaíl y vete al refugio. Yo me quedaré aquí a destrozar todo este lugar.
—Está bien, solo ten cuidado y asegúrate de volver.
—Tranquilo, he salido de peores.
Mientras veo cómo se van, tomo la piedra y empiezo a leer su contenido. "He aquí la forma de tener el cuerpo de Cristo. Aquellos desdichados que no pudieron aceptar la palabra de Dios y se descarriaron tienen que servir de ejemplo de lo que no se debe hacer. Aquellos que no fueron afectados por estos pilares tendrán que asimilar la esencia de los que sí fueron corrompidos para así acercarse más a Dios y ser un ser perfecto." Me parece una tontería, así que mejor solo lo guardo en mi mochila. Encuentro un par de cerillas en una mesa y procedo a quemar el lugar con las cosas inflamables que hay. Salgo de la habitación y todavía veo que hay mucho que quemar. De repente veo un conjunto de barriles con gasolina, supongo que están aquí para usar como combustible de cocina. Agarro uno y lo extiendo por el lugar hasta la entrada de la cueva. Agarro un palo, lo envuelvo en tela, y lo mojo con gasolina. Prendo una cerilla y enciendo la antorcha improvisada. Antes de lanzarla, confirmo que los barriles están conectados a la línea de gasolina que hice.
Arrojo la antorcha. La línea que hice se prende. Me alejo rápidamente, protegiéndome detrás de un par de árboles. Después de unos segundos, todo explota en un gran estruendo. Veo cómo todo salta por los aires. Antes de irme, veo al perro que usé como distracción volver a mí con el palo que le lancé al principio. Le digo "Buen perro" mientras sacude su cola, feliz.
Los cocineros que perseguían al perro están a las afueras de la cueva ya explotada. Me acerco sigilosamente a ellos y golpeo fuertemente en la cabeza a uno de ellos, mientras el otro es mordido en el cuello por el perro.
—Te voy a poner un nombre. Te llamarás Lucas.
El perro mueve su cola en forma de aprobación y me voy con él hacia el refugio.
