Prisionera Del Sultán

El jeque Karim Bakhur de Burhan observaba con orgullo el imponente desfile militar desde el balcón del palacio real. Su pecho se hinchaba de satisfacción al ver a las tropas desfilar con disciplina y honor frente a él y los dignatarios extranjeros, invitados especiales y la familia de Katherine.

A su lado Katherine sonreía, el orgullo de Karim era tan notable.

Mientras seguía con la mirada el paso firme de sus soldados, una sombra cruzó el cielo. Levantó la vista y vio a su hijo y heredero, Sharif, al frente del escuadrón sobrevolando el cielo a bordo de un F15, el rugido ensordecedor del motor resonando en el aire.

El jeque Karim no pudo evitar sonreír ante la visión de su hijo, tan decidido, liderando la exhibición aérea con destreza y elegancia. Sharif maniobraba el avión con maestría, trazando giros precisos y exhibiendo la potencia de la aeronave con cada pasada.

Mientras el desfile continuaba en tierra, el jeque Karim seguía con la mirada a su hijo en el cielo, sintiendo un profundo orgullo por el legado que estaba forjando. Sabía que Sharif estaba destinado a llevar a Burhan hacia un futuro brillante y próspero. Hacía tres años que Sharif estaba en el ejército y su cambio había sido radical.

Sharif volaba su F15 al frente de su escuadrón sobre los vastos paisajes desérticos de su amada tierra, Burhan. Desde la cabina de su avión, admiraba la inmensidad del desierto que se extendía hasta donde alcanzaba la vista, con dunas doradas y montañas escarpadas que se alzaban majestuosamente contra el cielo azul.

El sol del atardecer pintaba el paisaje con tonos cálidos y dorados, creando un espectáculo visual que cortaba el aliento. Sharif se sentía en armonía con el entorno, conectado con la historia y la esencia misma de su pueblo y su tierra.

Mientras volaba sobre las aldeas y ciudades, podía distinguir la vida cotidiana de su gente: los mercados bulliciosos, los oasis serenos y las caravanas que surcaban el desierto en busca de comercio y aventura. Cada imagen reforzaba su compromiso de proteger y servir a su pueblo con honor y sacrificio.

A medida que el sol se ponía en el horizonte, Sharif sabía que su deber como príncipe heredero de Burhan era más que liderar en el campo de batalla; también era ser un símbolo de esperanza y fortaleza para su pueblo. Continuó guiando a su escuadrón a través del cielo, listo para enfrentar cualquier desafío que se interpusiera en el camino de su nación.

Sharif se destacaba por ser un líder cercano a su pueblo y siempre mostraba interés en las necesidades y preocupaciones de sus súbditos. A pesar de ser joven de alta posición y privilegios, nunca olvidaba que su deber principal era servir y proteger a su país.

Tras saludar a los soldados, Sharif se dirigió rápidamente al encuentro con el rey. La sala estaba llena de dignatarios y ministros, pero su atención fue inmediatamente captada por la imponente figura de su padre.

Su padre era respetado, conocido por su visión de futuro y justicia. Su presencia inspiraba confianza y respeto en todos los presentes.

Sharif se inclinó ante el rey en señal de respeto y recibió una cálida bienvenida.

Tras la reunión, Sharif se unió nuevamente a los soldados, esta vez para inspeccionar los preparativos de seguridad y entrenamiento. Observó atentamente mientras los soldados se alistaban, dando indicaciones cuando era necesario.

Dos meses después con veintiún años Sharif Bakhur ingreso a la universidad de Oxford a terminar sus estudios de economía.

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Isra miraba a su prima bailar, frente al espejo.

Había cosas que su madre no le permitía hacer, pero su prima que solo era unos meses mayor si podía hacer.

— Yo quiero bailar¿porque no puedo bailar ?, pregunto Isra con total indignación.

— Porque tu padre no quiero y no es correcto dijo Aziza.

— Pero yo quiero y papa no está acá dijo Isra molesta se puso de pie y salió corriendo a esconderse en el jardín.

— Creo que lo mejor es que nos vayamos a Marambit dijo Aziza.

— Lo mejor es que dejes que la niña sea una niña, casi no la dejas hacer nada. Solo quiere bailar con otras niñas de su edad y bajo la supervisión de adultos. No seas tan estricta.

— No quiero que Akram se la lleve es que no puedes entenderlo dijo Aziza.

— No lo hará, solo déjala bailar así quemará un poco de energía. Piénsalo al menos dijo Nazira.

Aziza salió al jardín una vez más su hija había trepado a uno de los enormes árboles que había en la propiedad.

— Isra baja de ahí exclamó Aziza mirando a su hija.

— No pienso hacerlo, no me dejas hacer nada respondió Isra.

— No respondas te he dicho que es de mala educación. Baja de ahí que no eres un mono exclamó Aziza preocupada.

— Sí no me dejas bailar seré un mono y viviré aquí exclamó Isra.

— Tan intransigente como el padre exclamó Nazira.

— No hables así que podría escucharte exclamó Aziza.

—Es la verdad, Isra los monos no bailan y si te quedas ahí te caerás y te romperás una pierna exclamó Nazira. — Baja, puedes practicar con Zahra aquí en la casa te enseñará algunos pasos.

Isra miró a su tía — ¿De verdad?, pregunto.

Nazira miró a su hermana— Sí, te dejare bailar aquí en la casa exclamó Aziza.

Isra sonrió y bajo del árbol. Dos semanas después su madre permitió que fuera a clases de baile.

Isra viajo nuevamente a Jaddara para sorpresa de ella sus hermanos estaban ahí, pero eran mucho mayores que ella y no le hacían caso.

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A medida que Isra fue creciendo las restricciones dentro del palacio eran mayores su madre solía llenarla de recomendaciones.

Que no respondiera a su padre, ni discutiera con él. Los miedos de Aziza eran cada vez mayores, obviamente y como era de esperarse su madre la obligaba a cubrirse el pelo y ella lo odiaba, solía quitarse el velo en cuanto su madre la perdía de vista.

Isra volvía con su prima Zahra del colegio como cada vez que lo hacían caminando y se cruzaban con alguna batucada se ponían bailar en el medio de la calle.

Isra cumpliría dieciséis años y ese año lo celebraría junto a su padre, él había dejado que Zahra viajará junto a ella.