No Hay Lugar Para El Arrepentimiento

Mientras tanto, Dafne lloraba debajo de las sábanas, no quería ni siquiera mirar su cuerpo. Samael entró en silencio y la escuchó llorar sin siquiera notar su presencia, él sintió un dolor en el pecho y apretó los dientes. Clair llegó y al verlo en la habitación le dio una mirada extraña, él notó de inmediato que ella ya no lo miraba con respeto y podía entenderlo.

-Señora, ya le traje un poco de comida.

Dafne se sentó y al ver a Samael tembló, él vio todas las marcas que le había provocado en medio de su lujuria, pensó que esa era la forma de pisotear su pequeño intento de lucha, pero al verla en ese estado tuvo mucho arrepentimiento.

-Me retiro.

Samael se marchó tirando la puerta con fuerza, Clair buscó ropa que cubriera todo el cuerpo de Dafne, de esa forma su señora se iba a sentir más tranquila.

-La ayudaré a cambiarse señora, luego puede comer.

Dafne asintió y se dejó ayudar sin ningún problema.

-¿Clair, luego de comer podemos salir?

-¿Está segura?

-Si… No quiero respirar el aire de esta habitación.

Cuando terminó de comer, Clair la escoltó mientras caminaba por el jardín, ella miró el cielo que era gris, el sol había estado oculto por días, el aire era cada vez más frío y sintió un cosquilleo en su nariz. Mientras caminaba se encontró con Das quien miraba todo lo que ella había cultivado en el invernadero, ella se acercó a él y suspiró.

-¿También quieres cultivar?

Él la miró fijamente y negó con la cabeza, ella lo examinó y notó que él tenía marcas en su cuello, las mismas que Samael había dejado en ella, también miró sus labios que habían perdido su hermoso color rosado, ahora solo se veían pálidos y cuarteados, él se veía débil.

-¿Estás enfermo?

Ella se acercó a él y al tocar su frente sintió como su mano se quemaba por el calor de su piel y su frente estaba llena de sudor.

-¡Clair! hay que llevarlo a un hospital.

Clair se apresuró en tocar su frente y se asustó, luego lo tomó del brazo para ayudarlo a ponerse de pie, pero él era pesado y su cuerpo estaba sin fuerzas. Dafne tuvo que ayudarla y las dos salieron del invernadero arrastrando a Das quien ya había perdido la conciencia.

Estando en el hospital, Clair llamó a Samael y le informó lo que había pasado, él llegó a la media hora, su rostro se veía asustado y preguntó de inmediato por Das. Al entrar en la habitación donde Das estaba y al ver a Dafne a su lado sintió una pequeña molestia; Dafne lo miró y caminó hacia él con un rostro inexpresivo.

-¿De verdad lo amas?

Samael la miró con enojo y luego vio el rostro pálido de Das que respiraba con dificultad y su expresión fue de dolor, Dafne sonrió con sarcasmo mientras miraba el rostro triste de Samael.

-Los médicos dijeron que tiene bronquitis, se ha alimentado mal estos últimos días y sus defensas están muy bajas, lo más probable es que se haya resfriado y como no se cuidó… terminó en esto.

-Yo… No me di cuenta.

-¿Estás seguro?  o ¿simplemente lo ignoraste?

-¿Qué insinúas?

-Por favor Samael, hasta yo noté que él no estaba bien. ¿Hace cuanto no se come todo lo que le sirven en su plato?  Y estoy segura que no está comiendo sus almuerzos.

-Yo no pensé que esto pasaría.

-Claro Samael, tú nunca piensas que tus acciones pueden terminar en algo malo.

Dafne se acercó a Das y tocó su frente y luego miró a Samael.

-Mira lo que le has hecho a este niño ¿Vale la pena?

Samael bajó su mirada y fue incapaz de responder.

-Siento pena por ese niño, estoy segura que aun te ama mucho y aun así lo has descuidado tanto que pudo haber muerto. Tú no lo mereces.

Luego  de decir esas palabras, Dafne salió de la habitación y buscó a Clair para ir de vuelta a casa, el chofer las llevó de vuelta y Dafne se encerró en su habitación sin cenar, había perdido el apetito después de todo lo que había pasado durante el día. Clair tocó la puerta y Dafne la hizo pasar.

-Señora, debe comer.

-Hoy no, Clair. ¿Quién atiende a Das?

-¿Disculpe?

-Tú estás a mi cargo ¿No? ¿Quién atiende a Das?

-Nadie señorita.

-Cuando salga del hospital se le  asignará una empleada que esté con él, ¿De acuerdo?

-Sí, señora.

-Ahora déjame sola por favor.

-Si, que descanse.

Dafne se acostó en la cama y recordó el cuerpo de Das, estaba lleno de mordidas y chupetones, recordó la cara de preocupación del médico mientras veía el delgado cuerpo del muchacho y su corazón se conmovió. Ella se quedó dormida y cuando despertó vio a Samael durmiendo a su lado, ella se revisó y vio que aún tenía puesta su ropa y sintió alivio.

Ella lo miró fijamente y suspiró, olía a alcohol y era todo un desastre, ella se alistó y bajó hasta la cocina donde estaba Clair con otra empleada.

-Clair, prepara una sopa y algo de fruta. Vamos al hospital.

-Sí, señora.

Las dos mujeres fueron llevadas al hospital por el chofer, ninguna de las dos dijo nada en el camino pero era obvio que las dos sentían la misma empatía por Das. Cuando Dafne entró en la habitación lo vio mirando por la ventana, podía ver la tristeza en sus ojos.

-Hola, Das.

Él la miró y le sonrió con dulzura, Dafne le sonrió de vuelta y se acercó.

-Te traje sopa ¿Quieres tomarla ahora?

-No tengo hambre.

-Debes comer, no me iré de aquí hasta que termines de comerte todo.

Ella se sentó en una silla al lado de él mientras vigilaba que se comiera todo.

-Perdón por las molestias, se que no querías involucrarte conmigo, perdón.

Dafne suspiró y luego sonrió con tristeza mientras lo miraba.

-Es cierto… Sin embargo creo que no podemos ignorarnos sin que sea doloroso ¿Verdad?

Das empezó a llorar, llevó sus esbeltas manos a su rostro mientras sollozaba.

-Yo me siento mal cada vez que te veo, incluso ver al gato es doloroso porque me recuerda lo mucho que te he quitado.

Dafne se puso nerviosa y miró hacia todos lados, tenía miedo que llegara alguna enfermera y la regañara por alterar al paciente.

-Aunque amo a Samael, para mi ya es imposible estar con él,  es doloroso su amor, me asfixia y siento que me está matando lentamente y no tengo la forma de pararlo.

Dafne lo escuchó en silencio, era claro que Das necesitaba desahogarse, estuvo aguantando mucho tiempo en soledad.

-Me doy asco por no poder odiarlo, siempre he sido así. Nunca puedo odiar a las personas que más me han lastimado, al contrario, siempre guardo las esperanzas inútiles de que las cosas cambien y sean diferente, incluso ahora tengo la esperanza que Samael recapacite.

Dafne se puso de pie y acarició la espalda del muchacho,  sintiendo los huesos de su columna haciéndolo aún más vulnerable a sus ojos.