Flor de Loto ha muerto. Su misterioso asesino ha desaparecido. La policía lo busca con desesperación. Nadie se imaginaba que Flor de Loto regresaría de la muerte hasta encontrarlo y hacer justicia.
No obstante, en aquel camino descendiendo a la oscuridad y a la locura, nada es lo que parece y el mero hecho de encontrar a aquel vil asesino sería el menor de sus problemas.
¿Podrá encontrar la justicia que tanto anhela?
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Capitulo 21. Maria Cristina en la empresa
Capítulo 21.
El asesino de Flor de Loto.
Maria Cristina en la empresa.
Autor: Elsa Elena Isasa.
Estaban desayunando Sara y Cris cuando ella como al pasar dijo:
– Realmente necesito una secretaria particular, con buena presencia y excelentes modales de atención a clientes. Algún conocimiento de informática y algo de idiomas ayudaría. Es una pena que dictes catecismo en la iglesia. Creo que me vendrías muy bien en la empresa.
– Oh. Pero la policía me prohibió dar clases de catecismo. Su hijo…
– Mí hijo es un idiota. Algo tienes que hacer para no aburrirte. Yo debo ir diariamente así que conducción y guardias tenemos. ¿Qué dices?
– Sería el cielo para mí. En realidad la plata se va acabando y …
– No sé hable más. Empezarás a trabajar conmigo y vivirás en mí casa. Aquí ningún asesino te localizara.
– Señora Sara. Quizás su hijo se oponga. El me vendrá a buscar hoy si no hubo problemas en el departamento y…
– Con mí hijo me arreglo yo. ¿Tienes tu vestido gris seco?Salimos en media hora. Si hoy encajas, te mostraré tu salario, te adelantaré un mes para que puedas equiparte y si estás de acuerdo ya tienes trabajo.
– Oh. Yo…
– Me alegro que te parezca bien. Vístete amor. En media hora salimos -
Maria Cristina Kioto quedó asombrada. No tuvo más remedio que planchar rápidamente su vestido gris y antes de bajar hacer un mensaje al investigador.
– “ Señor Riera. Su madre me ha ofrecido trabajo. Quizás hoy mismo me despida y mañana podré regresar a mí departamento”.
Luego se revisó en el espejo su coleta, se puso su colonia de rosas y bajó las escalinatas.
La señora Sara la miró con aprobación un segundo y salió al parque a tomar su coche.
Maria Cristina tenía el presentimiento que todo le saldría mal ese día. Llegaron al Holding, atravesaron pasillos donde todos saludaban con la cabeza a la señora Sara y luego tomaron el ascensor para subir al piso de los ejecutivos.
El ascensor se abrió en una gran sala repleta de gente parada esperándolas.
La Señora Vilma se acercó con una carpeta en las manos y se quedó frente a su nueva jefa.
– Señora Sara. Su agenda de hoy. - dijo con una sonrisa.
– Vilma querida,gracias. He decido ascenderte a supervisora de esta planta. Tu sueldo se ha duplicado. Tú trabajo fue excelente. Hoy empezará esta niña como mí secretaria personal.Veremos como se desempeña. -
Vilma las miraba con ojos abiertos como platos. Pero lo del doble salario le hizo de inmediato sonreír gratificada.
– Muchas gracias jefa. Pequeña que Dios te ayude - le dijo al oído a Maria Cristina.
Cris temblaba. Solo se alivió cuando escuchó la voz de su hermana en su cabeza.
“Estás en el lugar correcto”.
Le señalaron su escritorio junto al de la jefa y apareció de inmediato la agenda de la Señora Sara en la pantalla.
El señor Lui chuank venía en media hora. Debía dar su opinión a su jefa.
Una joven se acercó a ella y le mostró lo básico de la máquina que tenía enfrente. De hecho entendió poco o nada. Con un repentino arranque miró en el currículo de Lui Chuank su teléfono y llamó.
El japonés del señor Lui era pésimo. Sin embargo decía vivir en Japón.
Miró la franja donde debía opinar sobre la visita del comprador.
Y escribió: "El señor Lui Chuank no es japonés".
Luego trató de ejercitarse un poco con la máquina y terminó por entender algunas cosas y finalmente hacer el desastre previsto. Su computadora se cerró inexplicablemente.
Desde el teléfono le avisó una voz que el señor Chuank estaba por arribar al ascensor. Se levantó y fue a recibirlo a la usanza japonesa. Lo acompañó a el despacho de su jefa , los presentó y se retiró a su despacho.
– Así que estoy en el lugar correcto? Qué bien Marilú. Seguro seré despedida. - rezongo en voz baja hablando con su gemela muerta.
Pero su gemela debía estar muy ocupada porque nada venía a su mente.
Entonces lo vió.
El inspector Riera atravesaba el salón donde miles de secretarias abandonaban sus compras y ventas telefónicas para saludar efusivamente al hijo de la jefa.
Maria Cristina se paró junto al escritorio y le recibió sería. El tenía una hermosa sonrisa.
– ¿Cómo le va en su primer día?-
– Fatal. Creo que seré despedida.
El volvió a sonreír. Su cara era un verdadero poema. Se agachó y le dió un beso en la mejilla.
– Su mamá está ocupada. - dijo sintiendo que su cuerpo estaba totalmente erizado por la acción de ese beso en su mejilla–
– Vine a hablar contigo María Cristina. Tenemos novedades. Estamos revisando los miembros de un club de tenis donde vieron al asesino. He pedido que me envíen todas las fichas y las fichas tienen fotos. Así que si te parece esta tarde iré a casa de mí madre y la miraremos juntos.
– Okey. Sabe usted lo que le pasó a mí máquina ?-
– Solo tienes que reiniciarla. Así, entiendes? -
– Gracias. - dijo sonrojándose.
No sabía que le pasaba. Pero ese hombre le descolocaba.
– Está tarde te ayudaré un poco con informática. No te preocupes. Ahora me voy - dijo Riera.
Le volvió a besar en la mejilla y ella volvió a encenderse. Apenas ese hombre salió de su escritorio se fue al baño a mojarse el rostro y se insultó varias veces ante el espejo por estúpida.
Cuando su jefa la llamó ella estaba en el proceso laborioso de terminar una lista de pedidos donde los tipos de letras y las autocorrección del sistema le hacían enojar bastante.
Sabía que sería despedida pero para su sorpresa recibió una felicitación.
El hombre en cuestión no era confiable.
Con la firma de unos cuantos pliegos obtuvo su primer trabajo. De Recursos humanos le acercaron el adelanto de su salario. Y una señorita adorable le acercó su refrigerio. Sin dudas su hermana no se equivocaba. Estaba en el lugar correcto.En el tiempo correcto y la hora precisa. Además el inspector iría a verla. Y le ayudaría a entender la computadora. Todo estaba maravillosamente bien.
– Gracias hermana. – dijo en voz baja. Estés donde estés, muchas gracias por esta oportunidad.