Una tarde como cualquiera, Andi escuchó el grito de una niña que le decía "papá" a su esposo. En ese momento, ella sintió que el amor era egoísta y cruel. Pero nadie sabia que ese encuentro cambiaría sus destinos.
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Fotografía
Andi salía de la ducha envuelta en una toalla cuando escuchó el timbre de su casa. Se acercó a la puerta para abrir; no tenía temor en mostrarse de la forma que estaba. En cambio, para Kevin fue una gran sorpresa verla de esta manera. Sabía perfectamente que detrás de esa toalla escondía más que una piel hermosa.
Respirar se le dificultaba a Kevin; miraba a Andi con deseos, moría por sentir sus besos carnosos y tocar su piel suave con la suya.
—¿Qué haces aquí?—Andi preguntó.
—Quería saber como están.
—¡Deja de mirarme así!
—¿Y cómo quieres que te mire? Si me estás recibiendo en toalla.
—Mejor pasa.
Kevin entró a la casa de Andi; era un lugar pequeño, pero acogedor. Observaba las fotos que tenía en la pequeña biblioteca mientras Andi se cambiaba. Tomó la fotografía de Andi, donde sonría a lado de su esposo. Kevin envidiaba a Dennis. Si quería un día ganarse el cariño de la mujer que le movía los suelos tenía que trabajar mucho.
—Es una linda fotografía— dijo Kevin, poniendo la foto en su lugar al ver que Andi se acercaba.
—Fue el día más feliz de mi vida— comentó ella.
—También quiero una foto de nuestra boda, Andi.
—¿Para qué quieres una foto?
—Para que mis amigos dejen de molestarme.
—¿Por qué te molestan?
—Por qué soy el único del grupo que no se casó. Con la foto podre demostrarles lo contrario.
—Es por una buena causa, aceptó.
—Y también quiero mi luna de miel.
—La luna de miel es para los que se aman. Y nosotros no nos amamos.
—Es una condición para que nos casemos.
—¿Cuántas condiciones más me podrás?
—Y hasta el día de la boda pueden ir sumando.
—¿Cuándo será la boda?
—La próxima semana.
—Pediré dos semanas en el trabajo, ¿Qué fecha exactamente?
—El sábado 15 de noviembre.
—Perfecto.
—No te veo entusiasmada.
—¿Cómo puedo estar entusiasmada si aun el aroma de mi esposo está en esta casa, abrazándome?
—Perdón por mi estupidez.
—No sé si estamos haciendo lo correcto o no, pero quiero asegurarme que la niña esté bien, me puedes prometer eso.
—Te lo prometo, pero quiero que cumplas tu rol de esposa.
—Kevin por favor.
—Andi, no me veas como un monstruo. Quiero que me veas como un amigo, un compañero alguien en quien puedas confiar.
—¿Te gustó?
—No estoy muy seguro, pero me gusta estar a tu lado.
Andi no podía negar que Kevin era un hombre muy atractivo, incluso más atractivo que su difunto esposo, pero aún había muchas lágrimas guardadas en su pecho; no podía ahogarse en su llanto, tenía que poner pausa a todo y sacrificarse, ya no vivía para ella, sino para la niña. Pensaba que si no hacía lo que Kevin le pedía, podía suspender todo y llevarse a la niña con él a la fuerza y entregársela a su madre, y él continuaría con su vida de alguna manera, pero la vida de la niña sería miserable y, quién sabe quizás en algún momento moriría por su enfermedad.
—¡Andi, estoy lista¡— dijo la niña, al salir de la habitación.
—¡Qué hermosa que estas, mi amor!—dijo Andi a la niña.
—Hola, hermosa— saludo Kevin a la niña, acercándose hacía ella y luego se agachó para estar frente a ella.
—Hola Kevin— saludo la niña a su padre.
—¿Podrías darme un abrazo?
—¿Estás triste?
—Un poco.
—Porque mi hija no me saludo con un beso.
La niña giró la mirada para ver a Andi, y ella con la mirada le dijo que abracé a Kevin.
La niña abrió sus pequeños brazos y abrazó a Kevin. Le recordó a su padre y se puso a llorar. Ninguno se había buscado, pero en el trayecto se habían chocado. El corazón de Andi dejó de sentir frío; la niña era cobijada por su padre, y esto calmaba su ansiedad.
Kevin, desde su uso de razón, nunca había recibo un abrazo tan tierno y sincero; su corazón estaba aprendiendo a volar a otro ritmo. No podía rechazar ese amor que la niña le estaba ofreciendo. Él solo quería una vida relajada: viajar y disfrutar de los placeres de la vida; de vez en cuando, acostarse con las mujeres más bellas del mundo, cuando y donde quisiera. Pero ese espejismo se estaba rompiendo con un simple abrazo.
—¿Por qué lloras, hermosa?— Kevin preguntó cuando la niña se alejó de él.
— Extraño los abrazos que mi papá me daba siempre cuando llegaba a casa.
—Tu papá ahora es un guardián en el cielo y, desde ahí, ahora te abraza y te cuida.
—¿También a Andi?
—Sí, hermosa. También cuida a Andi, pero yo también puedo cuidarlas si vos querés.
La niña con una sonrisa respondió.
—Cuéntame, ¿a dónde se iban? ¿Puedo acompañarlas?— preguntó Kevin a la niña.
—Tenemos hambre, Andi me llevaba a comer.
—Yo también tengo hambre. No comí todo el día, vamos yo invito.
Kevin agarró la mano de la niña y salieron. Andi los seguía por atrás; extrañaba el cuerpo de su esposo, anhelaba cambiar el rumbo de las cosas, alterar el tiempo y decirle que le perdonaba, y que no había problema si seguían siendo el padre de Lara, pero que estuviesen juntos. Pero era difícil esa posibilidad.
La compañía de Kevin en estos momentos era una pequeña magia. Andi agradecía que él estuviera con ellas en esos días difíciles, ya que Andi no tenía a nadie muy cercano. Era hija única y no se hablaba con sus padres, pero sabía perfectamente que el tiempo pasaba y no podía seguir aislada de sus padres.
Kevin le contaba historias graciosas a Lara mientras comían. Andi se sentía feliz; recién conocía la verdadera sonrisa de la niña. Deseaba que esto fuera así siempre, pero la batalla recién empezaba.
La vida aún no era generosa con Andi como ella creía; el cielo azul estaba por pintarse de gris. La madre de Kevin no estaba conforme con la relación de ella con su hijo, y estaba desenterrando parte del pasado para trasformar el futuro de su hijo.