Hasta Que La Venganza Nos Separe

El ambiente en el jet privado era ligero y animado, un marcado contraste con la tensión que había dominado las horas anteriores en la mansión D' Batista. Camila estaba en su elemento, hablando emocionada con Chloe sobre todo lo que Verona tenía para ofrecer.

—En Verona puedes admirar históricas plazas, monumentos arquitectónicos reconocidos, museos y catedrales. Por ejemplo, en la Piazza Bra, en el centro histórico, se encuentra el Arena, uno de los coliseos romanos mejor conservados —explicaba con entusiasmo mientras Alessandro, sentado a un lado, sonreía al escucharla.

—También podemos visitar La Casa de Julieta, con su famoso balcón. Es turístico, sí, pero tienes que verlo al menos una vez. La Catedral de Verona y el museo de Castelvecchio también son increíbles.

—¿Y los jardines? —preguntó Chloe, intrigada.

—¡Claro! El Giardino Giusti es precioso. Un lugar perfecto para relajarte y disfrutar de la naturaleza —respondió Camila con una sonrisa amplia—. También está la Torre dei Lamberti. Desde allí puedes tener las mejores vistas panorámicas de la ciudad.

Alessandro se echó a reír, interrumpiendo a su hermana.

—¿Piensas llevarla a todos esos lugares en un solo fin de semana? Camila, te recuerdo que no vamos a hacer un maratón turístico.

Camila le lanzó una mirada juguetona.

—No subestimes mis habilidades, hermano.

Mientras tanto, Gustavo estaba sentado frente a ellos, aparentemente escuchando la conversación, pero su atención estaba completamente en Camila. Había algo en su entusiasmo, en la manera en que hablaba y se movía, que lo tenía hipnotizado.

"¿Habrá superado lo que alguna vez sintió por mí?", se preguntó. Sabía que no debía pensar en ello, que ese capítulo de sus vidas había quedado en el pasado. Pero verla ahora, tan segura de sí misma, tan distinta de la adolescente que solía buscarlo constantemente, le hacía cuestionarse todo.

Camila había cambiado. Ya no era aquella joven que vivía pendiente de él, esperando su atención. Ahora era una mujer con su propia luz, y eso lo atraía aún más. Pero también sabía que su indiferencia podía ser un recordatorio de que lo que alguna vez existió entre ellos no volvería.

Por un momento, sus miradas se cruzaron, y Gustavo sintió un leve estremecimiento. Camila, como si nada, le dedicó una sonrisa cortés antes de volver a hablar con Chloe. Gustavo suspiró y desvió la mirada hacia la ventanilla, intentando calmar el torbellino de emociones que comenzaba a formarse en su interior.

"Este viaje va a ser más complicado de lo que pensaba", reflexionó mientras el avión seguía su rumbo hacia Verona.

...🌷...

La Villa D' Batista era aún más hermosa de lo que Chloe había imaginado. Los ventanales amplios que dejaban entrar la cálida luz del atardecer y los jardines perfectamente cuidados daban al lugar un aire mágico. Camila y Alessandro la miraban con nostalgia; ese rincón escondido de Verona había sido testigo de su infancia y tenía un lugar especial en sus corazones.

Chloe, que generalmente no era alguien fácil de impresionar, no pudo evitar soltar un suspiro de admiración.

—Este lugar... —murmuró, recorriendo con la mirada cada detalle—. Tiene algo... especial.

—Es nuestra segunda casa —dijo Alessandro con una sonrisa sincera.

Tras instalarse en las habitaciones asignadas, con Alessandro al lado de Chloe y Gustavo junto a Camila, todos se cambiaron para salir a cenar. Alessandro los llevó a uno de sus lugares favoritos, el Ristorante il Cenacolo, un restaurante acogedor y lleno de encanto.

La cena transcurrió entre risas, buenos vinos y conversaciones ligeras. Camila hablaba de anécdotas de su niñez en la villa, Alessandro bromeaba con Chloe, quien comenzaba a relajarse, y Gustavo disfrutaba en silencio de cada momento, aunque no podía apartar los ojos de Camila.

—Creo que ahora sí estoy lista para enamorarme de Verona —bromeó Chloe mientras apuraba su copa de vino.

—Es solo el comienzo —le respondió Alessandro con una mirada cómplice.

Después de la cena, decidieron dar un paseo por el Jardín Giusti, un lugar que parecía sacado de un cuento. Las luces nocturnas realzaban la belleza del jardín, y el aire fresco los envolvía mientras caminaban entre setos perfectamente recortados y esculturas antiguas.

En medio de las risas y las bromas, Camila, distraída, chocó con un hombre que venía en dirección contraria.

—¡Oh! Lo siento mucho —dijo rápidamente, levantando la vista hacia él.

Era un hombre alto, de cabello castaño claro y ojos azules, con una sonrisa cautivadora.

—No, no, fue mi culpa —respondió él, divertido—. Estaba demasiado distraído.

Camila sintió un leve rubor en las mejillas, pero rápidamente retomó la compostura. Conversaron brevemente, lo suficiente para que el hombre, que se presentó como Cristian Santini, demostrara un interés claro en ella. Cuando intercambiaron números de teléfono, Gustavo, que había estado observando todo desde unos pasos atrás, sintió que su paciencia llegaba al límite.

Sin pensarlo demasiado, avanzó hacia ellos y tomó a Camila suavemente del brazo.

—Lo siento, tenemos que seguir. Ya se está haciendo tarde —dijo con firmeza, dedicándole a Cristian una mirada que no dejaba espacio para interpretaciones.

Camila, aunque sorprendida por el gesto, pero no protestó. Por el contrario, disfrutó el momento en silencio. Sabía lo que significaba ese acto: Gustavo estaba celoso, y eso la llenaba de satisfacción.

Mientras retomaban el paseo con el grupo, Camila no pudo evitar sonreír para sí misma.

"Así que finalmente te diste cuenta, Gustavo", pensó. Pero no se lo iba a poner fácil. Recordaba perfectamente el rechazo que él le había dado años atrás, cuando, con el corazón en la mano, le confesó sus sentimientos antes de que él se marchara al extranjero.

"Ahora será diferente", decidió. "Vas a tener que ganarte mi amor, Gustavo. Y esta vez, yo pondré las reglas del juego."

Entretanto, Gustavo caminaba a su lado, debatiéndose entre la frustración y la atracción que sentía por ella. El viaje a Verona, que prometía ser un respiro, estaba tomando un giro inesperado.