Siempre se habla de las protagonistas buenas y se tacha a las antagonistas, las que siempre joden y joden por tener al protagonista, pero han escuchado la versión de la mala, no, solo escuchamos la de la principal, el lobo siempre será el malo en la versión de Caperucita aquí escucharemos que tiene para decir el lobo, que piensa, que lo llevo a actuar así.
Una niña de papi, acostumbrada a tener lo que desee, chocará con la realidad cuando se encapriche con Adriano Castello Volkot y haga de todo para que sea suyo.
Isabella Rinaldi de 20 años, caprichosa, hermosa, e inteligente está acostumbrada a tener lo que quiere, pues, su padre todo se lo ha dado a pesar de que su madre siempre la ha querido corregir, pero está apoyada por su abuelo y su padre, André y Mariano Rinaldi quien la han tratado como a una reina y sin querer le han hecho un terrible daño.
¿Cómo creen que le irá a esta niña acostumbrada a pasar por encima de quien sea, contal de obtener lo que quiere?
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Que haces
Luciano.
Los días en la empresa han mejorado, pronto será el juicio contra Adriano, ya que los autores a quien les pagó para difamarnos lo señalaron a él y no me pienso quedar de brazos cruzados, es hora de que alguien les ponga uno hasta hoy ese seré yo, si mi tía está molesta, pero me apoya, ella sabe que Adriano tiene una obsesión conmigo y una rivalidad estúpida que a pesar de que yo también la tenía maduré y entendí que éramos unos idiotas somos familia y eso no debería ser así.
Estoy en mi oficina y escucho que entran con unos cafés y unas donas.
Aquí está su pedido señor Volkot algo más en que le pueda servir— dice la mujer de manera coqueta y se acerca a mí.
Por supuesto que si me puede servir y mucho, señorita— la mujer sonríe coqueta y se voltea descaradamente para que le bese el cuello, mis hormonas se alborotan y mis manos recorren sus piernas tan perfectas.
La mujer me empuja a mi silla y se sienta en mi regazo besando mi cuello y bajando sus dedos, yo la sigo besando y juro que es tanto el placer que olvide todo, nada más había en mi cabeza ni las consecuencias, ni que estaba mal porque yo sabía que esto estaba mal no debía sé así
tira su cuello hacia atrás y me vuelve loco comienzo a devorar su cuello y la siento en el escritorio olvidándome hasta de los cafés que allí se encontraban.
Le gusta como lo ayudo señor Volkot — claro que sí, señorita, es usted la asistente más eficiente que haya podido tener.
Baja su mano descaradamente al cierre de mi pantalón y sé que me voy a odiar por esto, pero no sé me puede culpar, tengo mucho de no estar con nadie y aunque sé que Isabella no se lo merece estoy siendo tan inconsciente que en este momento no me importa, esta mujer es hermosa, sensual, sexy.
Subo su falda para bajar sus pantis y la puerta es abierta, es allí que me golpea la conciencia.
Es allí que el remordimiento por lo que casi hago me agobia.
En este momento me siento un verdadero miserable calenturiento y mal hombre.
Luciano, pon el seguro y disculpen la interrupción— grita Adams decepcionado de mí y la mujer me abraza escondiendo su cara en mi cuello, está avergonzada, aunque le doy la razón a Adams, lo fulminó con la mirada.
Regresa luego Adams, por favor— digo y se retira, la miro y niego con la cabeza.
Fui un idiota discúlpame y esto no puede pasar.— ella baja su cabeza mientras se acomoda la ropa.
La culpable fui, yo lo siento, sé que está mal y aun así no me importó.
Dice y la abrazo, se aleja y se sienta a recitarme lo que toca para hoy.
Señor Volkot, tiene una reunión en una en dos horas, un almuerzo con los nuevos escritores a las doce, a las tres tiene la reunión mensual de empleados y hay que revisar los nuevos contratos, allí se los anexe.— termina y un mensaje hace relumbrar mi teléfono, es Adams.
* Maldito imbécil, me acaban de confirmar tu reservación de esta noche en el restaurante del hotel Windsor, idiota Isabella, no se lo merece*— y es allí cuando me siento de la mierda.
Mi día continuo entre reuniones y contratos, en la reunión se trataron nuevas propuestas y un proyecto nuevo, luego de allí fui directo a revisar unos contratos, pero mi cabeza seguía sintiéndose fatal por lo que casi hago.
Salí al almuerzo al que también fue Adams y este no me quería hablar, los nuevos escritores me dejaron fascinados con sus historias y seríamos unos idiotas si no los contratábamos, ellos estaban felices, la verdad que ellos serían un total éxito.
Salimos de allí y Adams no paraba de reprocharme Pero que le diría él tenía razón y mucho fui un imbécil, llegamos justo para la reunión con el personal y la verdad estoy muy complacido con su trabajo, se los hice saber y les di varias buenas noticias entre ellas varios ascensos y aumentos, el día estaba saliendo bien, pero no dejaba de sentirme mal.
Vi la hora y eran las seis fui a mi apartamento, para calmarme y alistarme, hoy compensaría a Isabella por lo que hice, me dice y dejé que el agua se llevará mis culpas y me vestí con un hermoso traje negro y una corbata igual, la camisa era blanca y mis relucientes zapatos negros, había esperado está noche tan que casi cometo una tontería que me pensaría la vida entera en mi conciencia.
Tomo mi auto y voy al nuevo departamento de Isabella si cambio el que tenía y dice que no importa que luego se mude conmigo, lo quería comprar con su dinero y seguirse demostrando que ella puede, mi isa es una gran mujer y yo la amo.
Llego y toco su puerta y está hermosa, luce un vestido color blanco corto, lleva pedrería en la parte de arriba y su escote es en forma de corazón, pero sin mangas ni tirantes, dejando lucir su hermoso cuello y sus sexis hombros, en la parte del abdomen tiene crustales en una tela transparente y unas tiras intercaladas que simulan un corsé, lleva unos hermosos tacones blancos y unos aretes a juego, parece una diosa.
Vestido de Isabella.
Te ves hermosa mi amor— digo y me repara.
Usted también lo hace señor Volkot — la ayudo a subir al auto y en el camino tomo su mano y la beso, ella solo me sonríe.
Una vez llegamos el lugar es precioso, el lujo y el brillo reinan en el lugar, una vez ya sentados ordenamos y mientras esperamos me disculpo.
— Mi berrinchuda quiero pedirte perdón por mi comportamiento de la oficina, no debía pasar así, tú te mereces lo mejor — digo y sonríe.
Amor, yo también lo quería, la verdad es que muero por qué pase ya, solo me dio pena con Adams.— dice y no puedo evitar besarla amo a mi berrinchuda