Micaela es una mujer de la vida moderna, ha heredado el legado de su padre, siendo una peligrosa mafiosa, pero algo sale mal y pierde la vida, reencarnando en Sol D’Angelo, la hija de un duque, villana de la novela la cual leyó en su juventud, pero al tener los recuerdos de Sol, se da cuenta de que nada es lo que parece y ella jamás fue una mala persona, solo fue víctima de aquella que hermanastra que fue considerada la protagonista, aunque ahora, cuando la historia inicie, ella le demostrará a todos, lo que es ser una verdadera villana y buscará vengarse de aquellos que la hicieron sufrir.
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21
Varios días después
esta vez sol sabía que él alma en el cuerpo duque, era la de su padre y que a pesar de no recordar nada, su cuerpo reaccionaba casi de forma mecánica a lo que él era.
Sol: padre, que le parece un entrenamiento cuerpo a cuerpo
Sebastián: cariño, aún estás muy pequeña, no quiero lastimarte
sol: bueno, entonces enséñame, quiero poder defenderme _ ojitos
Sebastián: para eso estoy yo para dar mi vida por ti si es necesario
Sol: y si un día te tienes que ir a alguna guerra y me vuelves a dejar, que pasara si no me puedo defender _ puchero
Sebastián: pues iras conmigo, sí estás cerca de mi podre protegerte .
Sol: entonces enséñame para que yo tambien pueda protegerte, o que, acaso tienes miedo que una niñita te patee el trasero señor duque
Sol sabía como manejar a su papá y lograr lo que quería. Así que, provocarlo, era la mejor manera
El duque sonrió ante las palabras de su hija, meneaba la cabeza de un lado a otro, como en negación. Pero más bien era un "qué voy a hacer contigo señorita"
Sebastián: está bien, pero lo aremos en el campo de entrenamiento, algo me dice que podrás llevarme el ritmo, sirve y los demás aprenden técnicas nuevas
Sol: amonos señor, que pañuelo es tarde
Sol entrelazó su brazo con el de su padre y caminaron rumbo al campo de entrenamiento.
todos los que estaban entrenando, sé quedaron sorprendidos al verlos de ese modo y juntos en el campo, bueno, más bien ya era común verlos juntos, pero está vez, había algo diferente en ellos.
Ambos tomaron una espada, primero lucharán con espadas, sí la perdían, tenían que buscar el modo de contrarrestar el ataque.
Los demás, dejaron de hacer lo que estaban haciendo y se concentraron en lo que estaba por pasar, había algo de malicia en ellos qué le resultaba difícil creer que pasaría.
Sol sonrió ladina, mientras que con su otra mano le hacía una señal de, "qué esperas, ataca" el duque río ante esta acción de provocacion, pero de forma inmediata arremetió contra ella.
Sol ya conocía su forma de ser, en su vida anterior, el entrenamiento con el había sido bastante duro, pero todo era por su bien, para que ella tuviera todas las herramientas para defenderse en el futuro.
Sol le detuvo la espada atravesando la suya, de un rápido movimiento, igual al de su padre, hizo a un lado la espada contraria y arremetió. Después de eso, el ruido de los choques de ambas espadas era lo único que se escuchaba. Ambos atacaban con ferocidad y tenían casi la misma técnica, la fuerza, bueno, era lógico que el duque tuviera más fuerza. Pero sol lo compensaba con agilidad.
Un descuido del duque lo hizo perder la espada, pues Sol se había acercado demasiado y le había dado un golpe en el estómago.
Un... eso es trampa, eso no se vale, eso es deshonesto, etc., sé escucho cuando Sol hizo esa acción, pues para ellos contaba más el honor qué el luchar por sobrevivir. Lo que nadie se imaginó es que el duque se le lanzará a Sol sin espada y con una patada giratoria la desarmara.
Sol ante esto, sé colocó en pose de pelea.
Y lo que se vendría después, sería una serie de golpe tras golpe, aunque sol era pequeña, su velocidad y técnica era impecable, es más, su estatura y complexión, era una ventaja para ella.
El último golpe fue el definitivo, pues este hizo caer Al duque de culo.
al verlo, sol corrió a levantarlo pero de un movimiento, el duque la hizo caer, terminando por hacerle una llave.
me rindo, me rindo _ grito Sol, al verse revasada y con la cara en el suelo.
Sebastián: nunca te confíes, no importa si se trata de tu padre, en este mundo hay muchas cosas inimaginables así que nunca bajes la guardia.
En ese momento llego uno de los guardias, anunciando que el príncipe heredero venía en camino al ducado. El duque había implementado anillos de seguridad, así que era fácil para ellos saber quien venía a sus tierras sin siquiera haber llegado.
Sebastián: estás seguro de que es el príncipe heredero
guardia: he, bueno, es el carruaje del reino, a ellos no los pudimos revisar
Sebastián: tendré que arreglar eso, no importa si es el mismísimo emperador, sé debe anunciar su visita o por lo menos, dejar revisar.
Sol: tranquilo padre, solo te pido que veas lo que veas, no le quieras cortar la cabeza, yo se lo que are, sí.
Sebastián: está bien hija confío en ti.
Sol: bueno, cuando llegue, hazlo pasar, dile que estoy en mi habitación
Sebastián: que?
Sol: no are nada malo, simplemente debo poner mis cartas sobre la mesa, de lo demás, las brujas se encargarán.
Sebastián: está bien mi princesa
tanto el duque como Sol se encaminaron a la casa, sol debía darse un baño y colocarse un vestido, el duque también debía cambiarse, sé había sudado incluso más que cuando entrena con sus caballeros, su hija sin duda era buena para los golpes y estaba orgulloso por eso.
Sol se bañaba y vestía sola, a regañadientes Rosita se lo había permitido, ya no era muy necesario su ayuda, sus vestidos normalmente tenían botones al frente o a un costado facilitándole las cosas.
No paso mucho cuando el príncipe había llegado a la entrada de la gran mansión, en donde estaban maricela y Sandra. estás al ver el carruaje del reino, supusieron de quien se trataba. No perdieron el tiempo y se colocaron en la entrada para recibirlo.
maricela: sea bienvenido su majestad _ reverencia
Sandra: es un gusto tenerlo aquí en casa su alteza _ reverencia
Fernando: buen día, duquesa, buen día, señorita
maricela: a perdón, pase príncipe, está usted en su humilde casa.
Fernando: (humilde, imagínate una de lujo) gracias duquesa.
Los tres entraron a la casa, la que no perdió el tiempo para colgarse del brazo de Fernando, fue Sandra.
No paso mucho cuando el duque bajo las escaleras en dirección al príncipe.
Sebastián: que lo trae por aquí príncipe
Este no se inclinó ante el y de esto, todos se dieron cuenta, el príncipe se molestó un poco ante la falta de respeto, pero aún no era tiempo de reclamos, debía primero asegurar al ejército del duque.
Fernando: buen día, duque, solo quería ver a mi prometida e invitarla a dar un paseo, claro, sí usted me lo permite.
sandra solo apretó la falda de su vestido, pues el compromiso de Sol y el príncipe ya era un hecho, el mismísimo rey se había encargado de regar la información.
Sebastián: está bien, sí mi hija quiere, yo no tengo objeción.
más tarde subiré otro capítulo
disculpen la demora pero han sido días muy ocupados