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Transferencia y Contratransferencia: Entre la Ética y la Pasión

Transferencia y Contratransferencia: Entre la Ética y la Pasión

Status: Terminada
Genre:Romance / Completas / Yuri
Popularitas:85
Nilai: 5
nombre de autor: Joy campos

Josiane no quería estar allí, pero se vio obligada a ir a terapia debido a las reglas del refugio en el que vive.
Patrícia, su psicóloga, estaba acostumbrada a tratar casos difíciles, pero nada la preparó para Josiane.
Entre la ética y el amor ¿cuál prevalecerá?

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Capítulo 13

Continuación de la sesión 10

— Entonces, ¿lo descubrimos juntas?

Josiane permaneció en silencio, con la mirada baja, sus dedos inquietos descansando en su regazo. Patrícia podía sentir la tensión en el aire, como si Josiane estuviera a punto de decir algo importante, pero se contuviera, retrocediendo de nuevo a su fortaleza.

Por un momento, Patrícia sintió un impulso. Era algo casi instintivo, movido por la conexión silenciosa que parecía crecer entre las dos. Lentamente, extendió la mano y, con cuidado, tomó las manos de Josiane.

— No tienes que tener miedo — dijo Patrícia, con la voz más baja, casi un susurro.

Josiane levantó la vista rápidamente, sorprendida por el gesto. Las manos de Patrícia eran firmes, pero amables, y aquello era diferente a cualquier cosa que Josiane hubiera experimentado antes. Por un instante, no apartó las manos. Permanecieron así, conectadas, mientras un silencio cargado de significado flotaba en la habitación.

Cerca, las dos quedaron frente a frente, y Josiane sintió algo que no supo explicar. Su mente, normalmente tan llena de defensas, ahora parecía tomada por un pensamiento intrusivo.

Se imaginó besando a Patrícia.

Fue rápido, casi un destello. Pero fue suficiente para causar un tumulto dentro de ella. Se vio inclinándose hacia delante, sintiendo el calor del toque en sus labios, contra los de ella, algo que nunca había sucedido, pero que parecía tan real. El pensamiento llegó como una ola, inesperada e imposible de ignorar.

La visión intrusiva fue seguida inmediatamente por un sobresalto.

Josiane se echó hacia atrás abruptamente, apartando sus manos de las de Patrícia, como si el contacto se hubiera vuelto insoportable, Patrícia, ajena a la imagen que Josiane tuvo en su mente, la miró confundida.

— ¿Josiane? ¿Qué ha pasado?

— Yo... no quiero hablar más. — respondió Josiane, su voz más alta de lo que pretendía. Apartó la mirada, intentando recomponerse, pero aún sentía el calor en sus manos y el impacto de aquella imagen en su mente.

Patrícia se mantuvo calmada, pero había una mezcla de sorpresa y preocupación en sus ojos. No podía entender lo que acababa de suceder, pero sabía que Josiane estaba claramente asustada.

— Está bien, Josiane. No tenemos que continuar ahora si no quieres.

Josiane asintió, pero no miró a Patrícia. Se levantó, casi abruptamente, y cruzó los brazos en un gesto defensivo.

— Yo sólo... ya no quiero más, ¿de acuerdo? — dijo, mientras caminaba hacia la puerta.

Patrícia respetó su espacio, permaneciendo sentada.

— De acuerdo. Podemos continuar cuando estés lista.

Josiane salió rápidamente, sin mirar atrás. Patrícia se quedó en la habitación, aún sintiendo el calor residual de aquel breve contacto. Algo en la reacción de Josiane la intrigaba profundamente, pero, al mismo tiempo, había un creciente malestar dentro de ella.

— ¿Qué ha sido eso? — murmuró Patrícia para sí misma, mientras la habitación volvía al silencio.

Sabía que algo había cambiado en ese momento, pero aún no podía entender qué era.

Patrícia estaba sentada en la sala de reuniones de la clínica, jugueteando distraídamente con la tapa del bolígrafo que sostenía. Sus pensamientos aún estaban atrapados en la última sesión con Josiane, que había sido más temprano ese mismo día, específicamente en el momento en que tocó sus manos. No era algo que hiciera con frecuencia, pero tampoco estaba completamente fuera del protocolo. A veces, un toque en el hombro o un gesto de apoyo con las manos formaba parte del proceso terapéutico, especialmente cuando un paciente necesitaba un momento de calma.

Pero ese contacto no había sido como los demás. Patrícia sabía que había algo diferente en la conexión que había sentido, y el sobresalto de Josiane al retroceder reforzaba esa diferencia.

— ¿Estás bien? — La voz de Caroline interrumpió sus pensamientos.

Patrícia miró a su supervisora, que acababa de entrar en la habitación con una carpeta en la mano.

— La verdad es que no lo sé. — Patrícia dudó, Caroline notó algo y cerró la puerta. Entonces Patrícia se armó de valor. — Necesito hablar contigo.

Caroline se sentó a la mesa, ajustándose las gafas y cruzando los brazos con atención.

— ¿Sobre el caso de Josiane?

Patrícia asintió, con la mirada inquieta.

— Sí. Siento que estoy avanzando y retrocediendo al mismo tiempo. Ella me escribió una carta... bueno, en realidad para ella misma, pero la guardó para que yo la leyera.

— Eso es un gran progreso, Patrícia. — Interrumpió Caroline, con una sonrisa de aprobación.

— Lo sé. Y, por un momento, pensé que finalmente estaba consiguiendo derribar sus barreras. Pero ahora... parece que todo ha vuelto al punto de partida.

Patrícia comenzó a relatar los acontecimientos recientes, omitiendo detalles que consideraba personales o demasiado específicos sobre Josiane, por secreto profesional, pero compartiendo lo suficiente como para expresar su preocupación. No mencionó cómo Josiane había colocado la carta en el cuaderno, pero destacó cómo el gesto había roto el ritmo habitual de la terapia.

— Es como si todo estuviera fuera de lo normal — continuó Patrícia. — Sé que el enfoque que estoy utilizando no es precisamente convencional, pero tampoco sé si estoy siendo eficaz. Parece que cada vez que doy un paso adelante, doy dos hacia atrás.

Caroline escuchó atentamente y, cuando Patrícia terminó, suspiró y se inclinó hacia delante.

— Mira, Patrícia, lo que sientes es natural. — comenzó Caroline, con voz cargada de experiencia y tranquilidad. — Estás probando un nuevo método. Algo diferente de lo que aprendiste en la facultad, que, admitámoslo, es muy teórico y está lleno de reglas rígidas. Aquí, en la práctica, las cosas son más dinámicas.

Patrícia frunció el ceño, aún inquieta.

— ¿Y si me estoy desviando demasiado de lo que es apropiado? ¿Y si acabo perjudicando su progreso?

Caroline negó con la cabeza, sonriendo levemente.

— No estás perjudicando nada. De hecho, estás haciendo más progresos que nadie con ella hasta ahora. Josiane se abrió lo suficiente como para escribirte una carta, Patrícia. Eso no es poca cosa. Por lo que sé, nunca lo ha hecho antes, con nadie.

Patrícia apartó la mirada, aún insegura.

— Aun así, no puedo dejar de pensar que algo está... mal. No sólo con el enfoque, sino conmigo.

Caroline observó a Patrícia durante un momento, como si estuviera intentando decidir qué decir.

— Patrícia, déjame decirte una cosa. Si abandonas ahora, lo llevarás como un peso en tu carrera. — Caroline la miró directamente a los ojos. — Ya tienes cuatro años de experiencia, pero, en el fondo, sabes que este caso es especial. No sólo por el contrato que tenemos con el ayuntamiento, sino porque has conseguido algo que nadie más ha conseguido: ella ha confiado en ti.

Patrícia negó con la cabeza, suspirando profundamente.

— ¿Y si fracaso?

Caroline le puso una mano en el hombro y la apretó suavemente.

— Todos fracasamos en algún momento. Es parte del trabajo. Pero, si abandonas ahora, no sólo estarás fallando a ella, sino también a ti misma.

Patrícia se quedó en silencio, absorbiendo aquellas palabras.

— Reflexiona sobre ello — continuó Caroline. — Y recuerda, si Josiane ha confiado en ti lo suficiente como para entregarte esa carta, te está dando una oportunidad que probablemente nunca le ha dado a nadie. Y si te cierras a ella ahora, puede que se cierre para siempre.

Patrícia respiró hondo, sintiendo el peso de las palabras de Caroline. Sabía que su supervisora tenía razón, pero eso no hacía las cosas más fáciles.

— Gracias, Caroline. Voy a pensarlo.

Caroline sonrió levemente y se levantó, cogiendo la carpeta.

— No te preocupes tanto, Patrícia. Lo estás haciendo mejor de lo que piensas.

Cuando Caroline salió, Patrícia se quedó sentada, mirando a la mesa, perdida en sus pensamientos. Sabía que no podía rendirse, pero también sabía que tenía que encontrar la manera de lidiar con los sentimientos que empezaban a surgir, sentimientos que aún no quería reconocer del todo.

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