Maldita sea mi suerte, cuando todo era perfecto mi suerte cambia haciendo que mi vida se convierta en una vida llena de miseria.
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capitulo 21
Pasaron algunos días desde la cirugía de Julio, toda la familia creía que el seguía de viaje pero lo cierto es que estaba en el hospital, habían comenzado las primeras pruebas de la cirugía en apariencia había salido bien, pero las pruebas estaban demostrando lo contrario, Julio no tenía sensibilidad en las piernas, Adrián se sentía muy frustrado pues había puesto todo su empeño en esta cirugía más porque se trataba de su mejor amigo, Adrián mando hacer mucho más prueba, pero todo parecía estar bien tal vez se trataba de algo psicológico o quizá tal vez Adrián se negaba a qué saliera mal, por otra parte Julio se sentía demasiado triste, molesto al parecer su suerte estaba muy mal, a cada momento maldecía su suerte, todas sus ilusiones se había caído ahora no tenía forma de expresarse a Fátima el amor que sentía.
Fátima estaba ilusionada por la llegada de Julio, faltaba poco para su llegada Fátima quería sorprenderlo, pero no sabía cómo así que de pedirle ayuda a Mari, ella le aconsejo usar uno de los vestidos que había comprado con Nadia para recibirlo aquel vestido era un poco más atrevido, el día de la llegada de Julio se maquilló, uso aquel vestido la combinación entre ambos la hacía lucir sensual sin caer en la vulgaridad, Julio llegó junto con Adrián, Fátima sin pensarlo corrió para abrazarlo,, sin embargo,, Julio la rechazo, Fátima se sintió terrible Julio jamás se había comportado de esa manera en lugar se llenó de tensión, incluso el comportamiento con su madre fue frío y distante, Julio se veía molesto, Fátima tenía ganas de llorar, pero quizá todos esos años estando sola, acostumbrada al rechazo detuvieron sus lágrimas y es que hay veces en que uno se va acostumbrando a los malos tratos y al parecer Fátima ya se había acostumbrando.
Llegó la noche y Fátima subió a la habitación que compartía con Julio, pero este la rechazo.
—Puedes salir de aquí ya di ordenes para que lleven tus cosas a la que será tu nueva habitación —.
Fátima salió sin decir nada toda la seguridad que había adquirido, ella se encerró en su habitación, ella le daba vueltas a lo que había sucedido como es que siempre terminaba apartando a toda la gente que ella amaba, algo debía de estar mal en ella siempre terminaba sola.
Mari y Adrián se quedaron abajo sin entender lo que estaba sucediendo los dos se miraron, pero muy pronto apartaron su vista, Mari se alejó de él, pero el la detuvo.
—Suéltame —
—Tenemos que hablar —
—No tengo nada que hablar contigo —
—Yo creo que sí —
Adrián acercó más a Mari y la beso pero está vez Mari se soltó y le dio tremenda cachetada, Adrián solo se pudo sobar la mejilla. Mari sentía su cuerpo arder ante el deseo pero no iba a ceder ella no iba a ser juguete de nadie si algo había aprendido de su madre era que los hombres muchas veces abandonaban a sus hijos sin importantes nada, ella no iba dejar que una calentura echara a perder su vida, ella se fue a su habitación se encerró sentía que el corazón latía a mil por hora. Adrián se quedó ahí parado sabía que se merecía ese golpe después de todo él creía merecerlo pues después de aquel encuentro en la cocina el simplemente había huido, él cada vez estaba más confundido siempre creyó que el jamás se iba enamorar y ahora estaba enamorado hasta los tuétanos.
Julio paso toda la noche sin poder dormir sabía que se había comportado de mala manera con Fátima, el creía que alejándola le irá mejor después de todo ella era muy joven podía rehacer su vida, quizá ya era tiempo de pensar en el divorcio aunque eso conllevará perder la herencia de su abuelo.
A la mañana siguiente Julio mando llamar a Fátima a su despacho, Fátima se llenó de ilusión pues creía que el comportamiento de Julio se debía al cansancio del viaje, se arregló, maquillo para disimular las ojeras, entro con gran alegría al despacho sin imaginar lo que le estaba esperando.
—Siéntate — ordenó Julio sin dejar de hablar. — Te he pedido que vengas ya que. —Julio dudo por un momento lo que iba a decir, sin embargo lo dijo. —Quiero el divorcio —.
Fátima parecía que no estaba escuchando, parecía que estaba en trance, Julio esperaba que ella le dijera algo, que llorara solo miro a los ojos a Julio y dijo:
—No, no te voy a dar el divorcio el matrimonio es para toda la vida —
—Nuestro matrimonio, si se puede llamar así, ni si quiera se ha consumado, no ves que jamás vas a tener una vida normal a mi lado, sería muy injusto atarte a mi vida, no se si podré darte un hijo, tal vez ahora creas que podemos ser felices, pero que va a pasar más adelante —.
—Y porque no solo vivimos el presente —.
—Porque no te puedo ofrecer ni un presente, ni un futuro, no puedo atarte a una vida llena de desgracias —.