Dos secretos destruyen un matrimonio, en secreto ellos vuelven, el secreto para robar el marido fracasa y un secreto para liberarse y ser feliz. Una mezcla de secretos para desenredar un ovilo de lana.
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Sara sufre
Gustavo está nervioso, logró engendrar un hijo con Sara, está loco de felicidad, en su casa está arreglando el cuarto del bebé, está ansioso de verlo en sus brazos en cuatro meses viene al mundo, y más aún saber que es un niño; lo que creía imposible por las cicatrices en su cara, con la ayuda de Sara, pero con la idea de Enrique todo fue posible y lo mejor de todo, gratis. Bueno ni tan gratis por qué tuvo muchas, pero muchas horas de trabajo, así que, le costó un saco de calorías.
La que sufre es Sara, está en la casa nueva, pero se aburre y sólo se echa sobre la cama, el sofá, pero aprender a hacer algo, nada que ver. Ella llama por teléfono a Enrique, ella podía llamar desde un fijo.
- ¡Aló! ¿Sara?
- Me siento sola, Enrique. Me tienes abandonada, sólo buscas sexo conmigo aun estando embarazada, tu hijo te necesita.
- Estoy trabajando.
- Por favor, amor mío, un poco de atención, estoy embarazada de tu hijo, ni muestras interés en él, sólo a la noche después de tener intimidad.
- Yo trabajo durante el día, puedes aprender a tejer, coser, tienes internet para ver tutoriales, Elmer está disponible para acompañarte a hacer los mandados.
- Necesito de ti. – se pone llorosa.
- ¡Joder! Deja trabajar, haz algo útil en tu vida aparte de producir hijos.
Enrique está enojado, así que coordina con Gustavo con mensajes.
- Gustavo ¿Qué tal tío? Sara ha llamado y está berrinchuda.
Gustavo
- De seguro se siente sola.
Enrique
- En tus días y tardes libres vienes y te llevo para que la veas.
Gustavo
- Si se entera que yo engendré ese niño, lo va a abortar.
Enrique
- Muy tarde para hacerlo, pero tengo un plan. Vamos, yo entro primero y le tapo la cabeza con una bolsa de tela negra, cosa que yo le hablo, pero dando la espalda y tú haces lo que quieras con ella.
Gustavo
- Vale, vale chaval. Iría por ti, para estar allá juntos y no que ospeche nada.
Enrique
- Vale, tío.
Gustavo
- Gracias nuevamente, chaval por esta oportunidad.
Enrique
- Descuida, tío. Nos vemos.
Enrique está satisfecho de que ella sufre, pero lo que no entiende es que ella no renuncia a recibir trato frío. Sara no renuncia, según ella, Enrique le está dando una lección, pero con el nacimiento del bebé todo cambiará, el bebé será el cambio que los unirá y así borrar de la memoria de Enrique todo recuerdo de Laura.
Al día siguiente por la tarde, Gustavo le escribe a Enrique.
- Tengo libre desde las cuatro, chaval.
Enrique
- Vale, tío. Ven a verme y te llevo.
Así fue, al entrar Enrique saluda fríamente.
- Buenas.
- Enrique – se arroja a sus brazos.
- No me abraces estás horrenda, cubre tu cabeza.
- ¿Me veo mal?
- Horrenda.
Esa frase fue destructiva, pero por amor obedece, al cubrir su cabeza, Enrique hace entrar a Gustavo. Mientras Enrique le habla con dureza a Sara, Gustavo le hace masajes en las piernas. Acaricia a su hijo. Sara se siente complacida, Enrique habla con rudeza, pero con el bebé es muy delicado, sentir que él ama a su hijo podría ser una oportunidad para iniciar una relación normal.
Los cuatro meses pasaron volando, Sara entra en trabajo de parto, llama a Enrique que venga para que le haga compañía, pero nada, ella tiene que soportar todo el intenso dolor sola, pare sola a su bebé. Está agotada, pero feliz de poder producir un hijo vivo.
Enrique y Gustavo fueron a casa por la noche, Enrique entra al cuarto y prende la luz.
- Sara, ¿Estás despierta?
- Enrique – su voz es apagada – nació nuestro hijo.
- Dámelo, mis padres han venido a verlo.
- Acaba de comer, que no lo sacudan mucho.
Enrique toma al bebé con cuidado, y sale sin decir una sola palabra. Llama a Gustavo y lo hace pasar a otro ambiente mientras Elmer lleva a Sara a su control. Una vez que Sara estuvo fuera de casa, Gustavo toma taxi con su bebé en brazos y ordena seguir el otro auto. Camino al hospital, el flamante papá no deja de llorar, está muy emocionado de conocer a su hijo.
Sara es revisada, y al mismo tiempo el bebé, papá está firmando los papeles.
- Mi bebé, tengo que alimentar a mi bebé – Sara busca el bebé.
- Señora, el señor lo ha llevado a pediatría para su control.
- Cuando termine, quiero que me lo devuelvan. Quiero alimentar a mi bebé.
- Tenga paciencia, señora.
Gustavo busca a Elmer para que él entregue al niño a su madre para que lo alimente.
Mientras tanto, ¿Qué ocurre con Rodrigo y Alma?
El señor Aurelio Casas descubre a su sobrina haciendo una llamada a su amiga dónde presume que hace el amor con un hombre muy guapo, que su juguete es grande y le permite jugar con él y la satisface totalmente, pero que sólo pueden entregarse una vez por semana, que la relación lleva durando varios meses, que las entregas son totales, intensas, románticas y largas. Que en cada encuentro siente que hay un lazo que los une y se hace más fuerte.
Esa noche habló con ella.
- Escuché por allí que tienes novio.
Alma no sabe que decir, guarda silencio.
- Veo que tú silencio y esa cara lo confirman ¿Se puede saber quién es el hombre que satisface totalmente en la cama?
- ¿Tío? – está pálida del miedo – yo… yo… - se le bloquea la lengua.
- Con que tiene un muñeco grande y juegas con él.
Alma está totalmente avergonzada, baja la cabeza y queda en rotundo silencio.
- ¿Desde hace cuánto tiempo se conocen y desde hace cuánto tiempo exactamente es que ustedes dos se entregan?
Alma guarda silencio, deja caer sus lágrimas con total dolor, su relación ya no podía esconderla por más tiempo.
- Estas viviendo bajo mi techo, al menos podías decir a su debido tiempo que un hombre te estaba gustando. – su voz se mantiene firme, ronca, autoritaria pero no hay malicia su cara está seria.
- Lo lamento tío, yo lo seduje, porque me atrae mucho.
- Muy bien, lo sedujiste tú. – suaviza la voz por qué ella está hablando, cabizbaja, pero habla - ¿Por qué no has controlado tus deseos pasionales? ¿Sabes que eso es un indicador que no calificas para manejar problemas en el hogar? Aguantar los deseos pasionales te ayudan a fortalecer una virtud importante y hermosa que es la paciencia. Me entristece saber que en el futuro vas a sufrir por qué sólo serás capaz de destruir tu hogar. - La voz se mantiene ronca y firme – A menos que ocurra un milagro y cambies.
Escucha llorar a su sobrina.
- No llores, simplemente has destruido tu hogar antes de construir la base.
- Lo amo mucho.
- No es amor, es capricho y has desarrollado una costumbre. Los jóvenes de ahora confunden las cosas. Has seducido a un pobre hombre con tal de satisfacer tus fantasías sexuales, ahora te voy a enviar al extranjero, irás a Sudamérica para hacer supervisiones. A la vez, podremos a prueba tu corazón, si al regresar tu corazón sigue sintiendo cosas por él, y él lo mismo por ti, entonces tendrás mi bendición.
Alma no soporta más, se fue a toda prisa a su habitación a llorar como una Magdalena. Aurelio tiene que encaminar a su sobrina para no que sufra en el futuro.