Adrian creía que la suerte rara vez estaba de su lado, especialmente cuando perdió su trabajo debido a la homofobia. Su vida se complicó aún más cuando un accidente lo dejó atropellado, lo que le costó una entrevista de trabajo crucial. Sin embargo, lo que no podía prever era que la suerte a veces se manifiesta de maneras inesperadas. Ser atropellado por Benicio no solo cambiaría la trayectoria de su vida, sino que también desataría una serie de sentimientos intensos y lo llevaría mucho más allá de lo que jamás imaginó.
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Capítulo 21
Aunque Adrián insistía en que el incidente que lo había dejado con la camisa en ese estado fue un accidente, Benicio todavía tenía dudas sobre la veracidad de esa afirmación. Se había dado cuenta de que Adrián era de aquellos que no respondían a las agresiones. Si en el pasado algunos compañeros intentaron aprovecharse de su amabilidad, él sabía que podría volver a ocurrir.
— Ya que estás más presentable, podemos irnos — le indicó Benicio a su empleado.
Adrián se limitó a asentir con la cabeza y salió con él. Cuando pasaban por un punto específico de la empresa, la mirada del asistente se encontró con la de la mujer que había derramado el líquido sobre él.
La sorpresa en el rostro de la chica era evidente. No entendía cómo la camisa de Adrián estaba sin manchas, distinta a lo que ella había esperado, y no comprendía cómo había salido de esa situación que ella misma había provocado. Para colmo, Adrián le regaló una sonrisa burlona.
— ¡Ay, qué rabia! ¿Cómo consiguió otra camisa? — preguntó ella a una colega que estaba a su lado.
— Si quieres que te diga la verdad, él parece tener influencia aquí dentro. Creo que deberías dejar de hacer esas cosas, podrías meterte en problemas también — le aconsejó su compañera.
— Él no tiene derecho a quejarse de nada; él se lo buscó todo. — Se justificó.
La otra mujer que había intentado advertir a la que se metía con Adrián se dio por vencida. Sabía que las cosas suelen complicarse para el más débil y prefirió mantenerse al margen del asunto, evitando así el riesgo de verse afectada por algo que no le concernía.
Fuera de la empresa, los asuntos del día se solucionaron con facilidad. Benicio estaba de mejor ánimo y la atmósfera entre ellos era más estable que en días anteriores.
En la empresa, Fábio estaba ya al tanto de lo sucedido con Adrián. Pasó el informe a Carla, que como era de esperar, se molestó y en la llamada calificó a todos de incompetentes.
— Montón de inútiles, ¿no pueden sacar a un tipo como él de la empresa? Por lo visto, tendré que encargarme de esto personalmente — se quejó después de colgar.
Carla estaba extremadamente molesta con la situación. No descansaría hasta conseguir que Adrián se fuera de la empresa. No solo porque lo consideraba un oportunista, sino también porque le parecía que su prometido se comportaba de manera extraña.
Incluso en momentos íntimos, oyó a Benicio mencionar el nombre de su asistente, algo que no podía sacarse de la cabeza. Aunque estaba segura de la orientación sexual de su prometido, no conocía bien a Adrián y no quería que tuviera ninguna influencia sobre Benicio.
Los dos volvieron casi al final de la tarde. Adrián tenía trabajo que hacer después de la salida con su jefe. Como necesitaban los documentos a la mañana siguiente, decidió quedarse hasta tarde en la empresa para asegurarse de que todo estuviera listo sin preocupaciones.
Cuando se dio cuenta de que habían regresado, Gabriela fue a hablar con su colega. Durante su ausencia, había oído rumores y decidió confrontar nuevamente a Adrián.
— Adrián, dijiste que podrías manejar a esas personas y los chismes. ¿Has hecho algo para detener estas situaciones?
— Estoy enfrentando a quienes dicen algo, pero sé que no será fácil hacerles entender y dejar de acosarme. Honestamente, creo que debe haber alguien instigándolos a volverse contra mí. — Expresó sus sospechas.
— De eso no tengo duda, pero estoy segura de que si hubieras hablado con el señor Benicio, esto ya se habría acabado.
— No estoy seguro de que sea tan simple. ¿Piensas que la persona detrás de todo esto no se enfurecerá más si se entera de que el presidente me está defendiendo? — Adrián compartió su perspectiva.
Gabriela sacudió la cabeza, en desacuerdo con sus palabras, y expresó claramente su opinión.
— Es precisamente por eso que debes hablar. Cuando esa persona se entere de que el presidente te respalda, podría decidir dejarte en paz. Después de todo, dudo que alguien quiera ser despedido.
Gabriela estaba decidida a convencer a Adrián de cambiar su enfoque, ya que creía que esa actitud no solucionaría el problema y el acoso no cesaría.
Después de hablar un poco más con él y tratar de persuadirlo, Gabriela regresó a su puesto, cuidando de no correr el riesgo de que Benicio la buscara y no la encontrara.
En la oficina de Benicio, éste se encontraba frente al amplio ventanal de su oficina, reflexionando sobre lo agradable que había sido el día al lado de Adrián. Pensando en ello, decidió hablar con Danilo. Con su amigo podía desahogarse, ya que en ese momento necesitaba de su amistad y no de un profesional, aunque recientemente había consultado a su médico.