Milena es una hermosa joven, buena hija, que sueña con un futuro prometedor en Italia. Las cosas no fueron fáciles al inicio pero salió adelante de la mano de un encantador piloto que la supo enamorar. Luego de cinco años de feliz matrimonio y dos hijos, un día ella descubre que su amado esposo le ha sido infiel desde el noviazgo. Luego de los primeros caóticos días, después de enterarse de las infidelidades, ella planea con mucha frialdad la manera de salir fortalecida de su divorcio. Ella le enseñará a Gabriele su esposo, la importancia de la fidelidad en un matrimonio. Le hará pagar el engaño que sufrió y lo hará vivir en la tristeza, el arrepentimiento y la soledad. No le quedarán más ganas a Gabriele de volver a burlarse de una mujer. Cuando quiera volver a recuperar a su esposa, ya ella no estará ahí más para él. Ella ahora le pertenece a otro que sí la hizo única y especial. ¿Podrá Gabriele recuperar su mujer algún día? ¿Fue domado el infiel? ¿Lo amará aún Milena?
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CAPÍTULO VEINTIUNO. INICIA EL DESASTRE
Pasaron seis meses, entonces decidimos saber el sexo de nuestro segundo hijo. La obstetra preguntó ¿qué están esperando ustedes niño o niña? Al unísono gritamos NIÑA. En efecto, los felicito, serán padres de UNA BEBÉ.
Gabriele y yo nos abrazamos con tanta dicha. Vendría una muñequita que complementaría la alegría de nuestro hogar y le haría compañía a Massimo. Empezamos a llamar a todos para compartir esta felicidad tan grande.
Remodelamos la casa, ahora todo para ella sería rosado, ya lo de Massimo era azul. Pero ahora la cuna, el velo, las cortinas, las lámparas, la ropita, las sábanas, las cobijas. Juguetes, peluches y los implementos para su limpieza, todo era rosado. En fin, que se notara que allí viviría una princesita.
Esta vez Gabriele me dejó a mi elegir el nombre de nuestra hija. A mi me gustaba mucho FLAVIA. Una dama que gobernó a Roma en el siglo I. La dinastía Flavia, entre el 69 al 96 d. C, fue la segunda dinástica de emperadores que gobernó el imperio romano después de los césares Julio y Claudio.
El nombre Flavia significa “La de cabellos claros”. Ella era encantadora, carismática y sabía cómo manipular a otros para conseguir lo que quería. Incluso el monumento más importante de la dinastía de Flavia fue el anfiteatro Flavio, más conocido hoy en día como Coliseo.
A Gabriele le encantó, así que de manera unánime decidimos que nuestra pequeña principessa se llamaría FLAVIA FERRETTI. Ahora ya no era uno solo el que besaba mi barriga, ahora eran dos. Tanto Gabriele como Massimo le hablaban a mi bebé y le cantaban dulces canciones.
Me di cuenta en algún momento que le estaba dedicando más tiempo a mis hijos que a mi esposo. Así que algunas noches cuando me despertaba y los veía dormidos, acariciaba las zonas más sensibles de Gabriele y entonces él apasionadamente venía sobre mi como depredador nocturno. “Principessa me hacías falta, te amo Milena. Cada día que pasa estoy más loco por ti. Eres todo lo que necesito, te amo y te amaré por siempre amor mío ". Ven principessa, sé mia por siempre.
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Lo amaba, lo deseaba, lo necesitaba como a la vida misma. Hacer el amor con él era el clímax de mis sentidos. Nos entregábamos sin límites, sin barreras, lo dábamos todo sin importar nada, era una entrega total. Yo me entregaba totalmente a sus deseos y él me hacia suya a su placer.
Mi madre prácticamente ahora vivía en mi casa. Dejó solo a Andrés en el pequeño apartamento que Gabriele les había comprado. Mi hermanito casi estaba a punto de terminar su carrera. Ahora ya era un ingeniero automotriz.
En su tiempo libre, Andrés, como egresado de una prestigiosa universidad italiana, tenía la posibilidad de trabajar en una empresa de diversas industrias nacionales e internacionales armando partes de un vehículo o en centros de diseño.
Mínimo mi hermanito podría ganarse para empezar, unos tres mil euros al mes. Me ganó mi pequeño. ¿Quién lo diría? Todo esto gracias a la bondad y ayuda de mi hermoso esposo.
Continuaron pasando los meses y entonces llegó el día más esperado : NACIÓ FLAVIA. He visto niñas hermosas, pero como mi pequeña, ninguna. Igual que Massimo, sacó los hermosos ojos de su padre. Si con Massimo vi loco de felicidad a Gabriele, ahora con Flavia es cuando verdaderamente lo veo como un padre enternecido y enamorado de su hija.
Gabriele sollozaba de emoción y le daba las gracias a Dios por este regalo. No quería que nadie cargara su principessa, ella era solo de él. La vestía, le cambiaba el pañal, la bañaba. Agarraba mi seno para que ella abriera su boquita y se alimentara. Jajajajajajaja ¡estaba loco!
Un año pasó rápido. Nuestro matrimonio cada día era más sólido. Al inicio fue lleno de pasión y romanticismo, pero ahora estábamos disfrutando de otra etapa: La crianza de nuestros hijos. Y todo era bello. Éramos un complemento. Flavia crecía, cada día más bella, la imagen de su padre.
Nuestros viajes en nuestro motorhome continuaron. Cada vez la cama era más pequeña, pero nuestra felicidad era más grande. Mis hijos increíblemente se apegaron más a su padre.
Seguramente era así porque yo imponía disciplina, orden, horarios y reglas, mientras que Gabriele lo único que hacía era repartir besos y caricias. Solo juegos y un complacer caprichos a toda hora.
Aunque yo me molestaba, por dentro me sentía muy feliz de ver a Gabriele amar con locura a sus pequeños y a ellos disfrutar del amor incondicional de su padre. Gabriele era perfecto, lo más bello que existía en mi mundo.
—Omairita, madre, ahora préstenme toda su atención. Hasta acá la historia ha sido muy hermosa. Hasta ahora tú y mi madre solo han escuchado mi relato de los valiosos recuerdos de los momentos preciosos vividos por casi siete años al lado de Gabriele: Su conquista, el matrimonio y luego el nacimiento de nuestros dos retoños.
— Omairita, madre, he tratado de extraer de esa remembranza, de esta recordación de lo que ocurrió en nuestro inicio y que ahora solo forma parte de mi memoria, los aspectos más sobresalientes que adornan mi historia de amor.
—Pero ahora vamos a dar inicio a la segunda y lamentable parte de esta fallida historia de amor. ¿Están preparadas?
—Hija,yo te digo sinceramente que daría mi vida Milena por no escuchar lo que viene a continuación. Esa burbuja de ensueño en la que hemos vivido desde que conocí a Gabriele, no quisiera que me la destruyeras.
-Hija linda de mi corazón, no estoy preparada. Te digo que hasta el día de hoy yo veo a Gabriele como mi yerno amado, como a un hijo querido.
—Estoy tan agradecida a él. Un hombre que no nos conocía y sin embargo nos dio tanto, solo por amor a ti.
—Tu ya lo mencionaste hija, también todo lo que yo tengo en mi memoria es lo que tú has relatado. Nunca podré olvidarlo, ninguno como él. Solo Gabriele ha conmocionado mi existencia. Desde que lo conocí quedé hipnotizada de su personalidad, de sus atenciones, de su físico y de su amor por ti.
—Por todo esto Milena hija mía, no estoy preparada para ver cómo se destruye tu hogar, el hogar de mis dos pequeños nietos . Flavia apenas va a cumplir cinco meses y Massimo acaba de cumplir tres añitos. ¡Son tan pequeños! ¿Qué va a ser de ellos cuando no tengan más a su padre al lado? Ellos lo idolatran, no pueden vivir sin él, lo necesitan. ¿Dónde iremos? ¿Qué harás? ¿Qué futuro les espera a tus hijos lejos de su padre?
—Te conozco Milena y sé de tu fuerte e imbatible carácter. No te dejas vencer fácilmente y eso me da miedo. Eres indomable, y eso no es bueno. No escuchas y no entras en razón cuando crees que tienes razón.
—Como sea hija querida, te amo, perdóname.
“Donde tu vayas yo iré contigo “. Estoy de tu parte y no de la de Gabriele. Mis consejos, mi consuelo y mi vida están a tu disposición. Lo que tú decidas yo te apoyaré. ¡Habla mi amor!
— Ok! Madre, Omaira, hace algunos días atrás, como ya les había dicho, estaba en mis labores cotidianas, cuando recibí una llamada de un número desconocido. Vacilé en responder, pero al final respondí. Era una secretaria que trabaja en la tienda ALBERTA FERRETTI, mi suegra.
Ella se presentó: MARISA MARCELLINI. Al instante la recordé, una de las secretarias de mayor edad que trabaja en aquella Tienda y que siempre me pareció una señora bastante seria.
—Oh si, Marisa, me acuerdo de ti, dime.
—Por favor Milena, perdóname por lo que te voy a decir. Sé que te voy a hacer mucho daño, pero ya no aguanto más. Si después de escucharme quieres que me boten de este empleo no hay problema. Ya tengo la edad suficiente para jubilarme y con gusto voy a casa.
—¡No te voy a hacer daño, dime Marisa!
—Milena, tu esposo te engaña. Desde hace más o menos un año él viaja continuamente a diferentes países con Alessia D’Antonio. Ella es la recepcionista de esta tienda.
—Gabriele se la llevó en esta ocasión en el mismo vuelo que él va. La metió en primera clase y luego se va a demorar más que en sus vuelos normales. En este vuelo donde él se fue solo tardaría dos días, pero ella le dijo a una amiga que él le prometió pasearla por París y por Madrid, lo que les tomaría unos ocho días.
—Milena, no lo culpes a él. Alessia coquetea aquí con todo el mundo, es una descarada. Se viste como si fuera una prostituta, y vive coqueteándole a Gabriele todo el tiempo.
—Además Milena, tu suegra es una bruja. Ella es la culpable. Es ella la que le vive metiendo por los ojos a Gabriele cuanta mujer se le atraviesa . Ella no te quiere y juró que no descansaría hasta que destruyera tu matrimonio.
—Milena, no culpes a Gabriele, él te adora. Yo lo he escuchado hablando de ti y de tus hijos. Los ama, ustedes son para él lo más importante. Él es una víctima de la prepotente madre que tiene, una mujer prejuiciosa y enchapada a la antigua. Habla con él, escúchalo. Él merece que tú lo entiendas y le des una oportunidad.
—Marisa, ¿tú estás segura de todo lo que me estás diciendo? ¿Tú no estás jugando conmigo?
–¡Qué más quisiera que esto no fuera verdad Milena, pero no te estoy engañando! Me hierve la sangre cuando escucho a tu suegra o a Alessia burlarse de ti. Por eso te llamé, perdóname, sé astuta por favor. No les permitas más este absurdo jueguito a tu suegra o a todas aquellas que se quieren llevar a Gabriele a la cama. ¡Que lloren ellas no tú!
—Marisa, no sé qué decirte. Me dejaste sin palabras, me siento muy confundida. No asimilo esto que me has contado, de todas maneras gracias por tu confidencia. Nunca mencionaré tu nombre, no te preocupes. Gracias,si te necesito te llamo.
—¡La vida me acaba de noquear! !Quiero morir!
Y por el próximo capítulo, es un alivio donde el muy mal marido se dará con una piedra en la cabeza cuando por fin se saquen las caretas. Espero solamente que los niños, no salgan tan perjudicados.
ya loo esperoooooo
Y eso de su mamá que le de la oportunidad de arreglar la cosas, cuando el muy poco hombre desde un principio no la respeto , solo fue un juego y se rió en su cara con una de sus amantes? de verdad le va a seguir pidiendo eso?
lo que si debe enfocarse en ver por los niños , darles seguridad y amor que van a necesitar.