La miro, estupefacto. Se ve tan hermosa con esa bata blanca, y la blancura de la habitación contrasta con su hermoso cuerpo latino que me enloquece. Siento que estoy soñando, pero se ve muy real. Cuando ella nota mi mirada, me quedo helado. La mirada que me daba antes era de amor... ahora es como si estuviera viendo a su peor enemigo.
—Por tu culpa mi vida se jodió —me dice, con la voz llena de rencor.
—No, Morgan, nena, yo traté de salvarte, te amo. Fui lo más sincero que pude contigo a pesar de lo que pasó con Madison —le respondo, desesperado.
—Por tu culpa estoy así.
—No, sabes que no es verdad —le insisto.
—Sí, estoy muerta por tu culpa. Solo tú tienes la culpa por haber entrado en mi vida. ¡TE ODIO! —me grita con todas sus fuerzas.
Trato de acercarme para abrazarla, pero cuando al fin la tengo entre mis brazos, se deshace, como si fuera de humo.
Me despierto sobresaltado, empapado en sudor. Mi respiración está agitada y siento mis mejillas mojadas por las lágrimas
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Capitulo: 3
CONNOR.
—No me llames hijo. Ese derecho lo perdiste cuando intentaste matar a personas inocentes, como eran las amigas de Morgan.
—Morgan, vaya. Hasta de muerta logra estar de entrometida donde no importa —dice, con voz burlona.
—No hables así de ella —le espeto, con los dientes apretados.
—¿Y por qué no? ¿Vendrá a asustarme acaso? —ríe.
—Tú no eres mi padre. Eres un infeliz hijo de puta que no quiere que los demás sean felices.
—¿Caleb lo sabía? —pregunta, entre risas.
—No sé de qué hablas —respondo fríamente.
—¡CALEB SABÍA LO QUE SENTÍAS POR SU QUERIDA MORGAN! ¿Sabía que te querías meter entre sus piernas?
—Cállate.
—Vamos, seguramente era una zorra y te la follaste en casa de tu querido hermano.
—¡¡¡QUE TE CALLES, CABRÓN!!! —le grito, fuera de mí.
Y sin más, le cuelgo.
Camino hecho una furia hacia mi auto, me subo y me dirijo a ver a un viejo amigo. Llegó la hora de hacer pagar a mi padre todo lo que le hizo a Morgan.
Antes de arrancar, tomo mi teléfono y veo la foto que tomé la vez que Morgan y yo comimos helado, después de su pelea con Caleb y antes de descubrirlo en la cama con Madison. Una pequeña y traicionera lágrima se resbala por mi mejilla. La limpio mientras hablo solo.
—Vengaré tu muerte, preciosa.
CALEB.
—Ya te puedes ir. El dinero está en el sobre, arriba del buró —le digo a la chica.
La pelirroja me lanza una mirada dolida y luego sentencia.
—No soy una puta, ni mucho menos necesito tu dinero.
—Vaya, pues anoche parecías una. Solo me bastó invitarte unos cuantos tragos y me abriste las piernas fácilmente —le digo, con amargura.
—Eres un maldito imbécil —dice, furiosa.
Se levanta, recoge su ropa, se la pone mientras camina hacia la salida, me muestra el dedo medio y se va, dando un portazo.
Sin importarme, me pongo mi bóxer y me acuesto de nuevo en la cama. Unos pequeños y tímidos toques en la puerta me interrumpen.
—¿Quién carajos es? —pregunto, con voz de fastidio.
—Caleb, soy Mady. ¿Puedo pasar? —escucho su voz.
—Claro, pasa.
—Caleb, creo que deberías considerar traer a tus mujeres a casa —comenta, jugando con sus manos. Parece nerviosa.
—¿Y por qué lo haría?
—Porque a este paso, probablemente todos terminemos viviendo en la calle.
—No entiendo a dónde quieres llegar, Madison. Habla claro y sin rodeos.
—Caleb, desde que Morgan murió, has traído a dos chicas por día, una en el día y otra en la noche. Siempre son diferentes. Y cada vez que las haces enojar, o destruyen algo, o azotan las puertas que se encuentran a su paso.
—No te preocupes, Madison. Recuerda que en la casa de mi padre había mucho dinero que tomamos. Nos alcanza para comprar otra casa si esta se destruye.
—¡Carajo! ¿Es que no tienes un poco de respeto por la muerte de Morgan?
—No digas más, Madison —sentencio, con voz grave.
—¡Mierda! Ni siquiera ha pasado un año de su muerte y mira lo que has hecho.
—¿Me juzgas a mí? ¿Se te olvidó que te acostaste conmigo mientras yo estaba con tu jodida hermana? No me vengas a hablar de respeto, porque eres la menos indicada.
—Caleb, yo...
—Caleb y una mierda. Sal de mi habitación. ¡AHORA! —le grito.
Miro cómo sus ojos se cristalizan antes de salir. No me siento mal ni nada por el estilo. Al contrario, me alegra que llore, porque cuando Morgan murió, ella no soltó ni una lágrima. Y Morgan lloró demasiado cuando nos sorprendió juntos. Por lo tanto, se lo debemos. Y si, lo admito, yo también he llorado y más que cualquiera de los chicos, solo que no enfrente de ellos, solo cuando estoy a solas... como ahora.
Y es que, mierda, ¿cómo no llorar? Madison es tan idéntica a Morgan físicamente que, si no hablara, sentiría que es ella. Pero tan solo oírla hablar, y caigo en la realidad de que Madison no es Morgan, y nunca lo será.
Madison es sumisa y Morgan era incontrolable.
Madison es tímida y Morgan era ruda.
Madison es tierna y Morgan era cruel.
Madison es una niña y Morgan era toda una mujer.
Me levanto de la cama y me dirijo al baño para darme una ducha y después cambiarme con lo primero que encuentro. Salgo de la habitación y me dirijo a la sala. Ahí encuentro a Dylan, Hunter, Madison y Megan viendo películas.
—Chicos, saldré y no sé cuánto tardaré, así que si van a comer, no me esperen.
—Caleb, ¿estás bien? —pregunta Dylan, preocupado.
—Sí, estoy bien. Solo tengo que salir. ¿Alguno de ustedes sabe las coordenadas exactas de la escuela, específicamente del salón donde conocí a Morgan?
—No —responden todos al unísono.
Bufo mientras tomo las llaves de mi Mustang y me dirijo al centro de la ciudad. Después de unos 15 minutos, llego al lugar. Inmediatamente, me saltan a la vista las miles de pegatinas y hojas llenas de diferentes diseños. Y entonces lo veo a él, a Jack.
No estoy seguro de hacer esto, pero tengo planeado algo especial para Morgan. Así que, antes de hacer eso, haré algo que he querido hacer hace mucho tiempo.
—¿Vienes a tatuarte o quieres pedir consejos de diseños? —me pregunta Jack.
—Quiero hacerme un tatuaje. Lo quiero en el pecho y quiero que sea grande…