NovelToon NovelToon
El Señor Oscuro Y La Gran Bruja De La Calamidad

El Señor Oscuro Y La Gran Bruja De La Calamidad

Status: En proceso
Genre:Romance / Demonios / Brujas / Ángeles / Mujer despreciada / Secretos de la alta sociedad
Popularitas:2.7k
Nilai: 5
nombre de autor: IsaacZero

En una época donde la alta sociedad, la reputación y las apariencias determinan el estatus de las personas, una joven Baronet se inscribe a la escuela más prestigiosa donde la crema y nata de la sociedad se reúnen para forjar a los futuros nobles y gobernantes del reino. Ahí tendrá que sobrevivir a los abusos y humillaciones de sus compañeros para ganarse un lugar dentro de la alta sociedad y recuperar el honor de su familia que ha sido pisoteado desde hace tres generaciones.

Pero sus planes podrían verse afectados con la repentina aparición de fenómenos paranormales y eventos más allá de la comprensión humana, que asolan la institución. Y que aparentemente iniciaron el mismo día que conoció a un conde atractivo, de figura galante y atractivo sobrenatural.

¿Qué misterios ocultan sus ojos carmesíes y su cabello negro como la obsidiana?, ¿será nuestra protagonista capaz de sobrevivir entre las fauces de dos bestias hambrientas?, ¡échale un vistazo a esta historia de romance y terror!

NovelToon tiene autorización de IsaacZero para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 2: Un Misterioso Conde

La Academia Edem. Ubicada en el centro de la ciudad más grande del país más rico del continente, "Nueva–Arcadia". Es una prestigiosa institución que ha existido por más de 200 años, y ha visto pasar muchas generaciones de los miembros más respetables de la sociedad.

Esta es la escuela predilecta y exclusiva para la alta sociedad. Aquí es donde se forjan los futuros gobernantes de la nación, desde Condes hasta Duques. No hay mejor educación en todo el continente que la que puede encontrarse en Edem.

¿Cómo podríamos explicar la gloria de la Academia Edem en pocas palabras?: ¡Gloriosa, imponente, competente y espectacular!, son tan solo algunos adjetivos que podemos usar para describir la magnitud de la institución.

Su extensión abarca más que tres hipódromos puestos juntos, y se alza por sobre todas las casas y edificios cercanos; como lo haría un castillo construído en lo alto de una montaña. Su infraestructura está sostenida por pilares de cuarzo, y piedra caliza de la mejor calidad, extraída directamente de la cantera propiedad del Barón Reinfield (maestro de la institución). Sus paredes están revestidas con acabados de oro y plata, tanto en el exterior como en el interior. Y en su interior alberga todo tipo de lujos y opulencias dignas de la alta sociedad. Desde muebles y enseres hechos de oro y plata, hasta obras maestras de arte, música, poesía y literatura expuestas en los salones y en los amplios pasillos de la institución.

Pero el mayor tesoro de la institución, no es otro que sus alumnos. Los hijos de aquellos que gobiernan el país: condes, barones, marqueses y duques, por mencionar algunos ejemplos. Ya que estos retoños son el futuro de la nación. Por sus venas corre un tipo de sangre azul único en el mundo que se distingue de la sangre roja común y corriente.

En sus manos está el futuro de la nación y también su paz y prosperidad. Por lo que formarse en esta academia, que es posiblemente la mejor institución del mundo es una obligación.

Sin embargo, la realidad dentro de la institución es muy diferente a la que se tiene concebida por parte de aquellos que aún no saben lo que ocurre en el interior de sus muros lujosos. Y es que para empezar, algunas de las personas que estudian aquí y que deberían ser respetables miembros de la comunidad, no son más que un montón de malcriados, interesados y clasistas.

¿Qué no lo crees dices?, entonces acompáñame a revisar lo que ha ocurrido esta mañana, cuando se anunció la llegada de un nuevo alumno proveniente de un país extranjero.

– "Escuché que es un conde".

– "¿De qué país viene?".

– "Dicen que es muy guapo".

– "Eso espero".

– "Si es así espero que sea soltero".

– "¿Desde cuándo te ha detenido que estén comprometidos?".

Eran algunos de los rumores y comentarios que resonaban en los salones de clase y en los pasillos repletos de estudiantes adinerados. Las jóvenes solteras ya no podían con la curiosidad, e incluso las que ya estaban comprometidas, estaban ansiosas por conocer al misterioso conde que recién había reclamado su cargo, a diferencia de la gran mayoría de los estudiantes de la institución que apenas se estaban preparando para ocupar su lugar en un futuro.

Los rumores que giraban en torno al conde, lo describían como todo un caballero de muy buena posición, y dueño de su propio dominio. Ahora solo tenían que confirmar su apariencia para terminar de decidir si les agradaría o no.

Hoy es Lunes 3 de octubre de 1864, en la academia Edem. Era un día soleado y el ambiente estaba muy agitado.

El invitado de honor finalmente había llegado. Con sus manos abrió las puertas del aula de par en par, y exudando confianza y seguridad ingresó a la habitación.

– ¡Es hora de darle la bienvenida al nuevo integrante del curso 1–A! –anunció el maestro Thompson, quien avanzó al centro del pizarrón para que toda la atención recayera sobre él y sobre el nuevo alumno–: ¡Él es el recientemente nombrado: "conde Tempest de Netirvania", y ha venido desde el lejano país de "Rumanía", para estudiar con nosotros, así que denle la bienvenida que se merece!

Y todos aplaudieron su nombre y su título tan pronto como lo escucharon. Inmediatamente notaron que su uniforme si bien seguía siendo el mismo que debían usar los varones en la academia: (una gabardina elegante, con una camisa de vestir y una corbata azul; con pantalones de seda y zapatillas negras), su conjunto era completamente negro, en lugar de beige como el que los estudiantes normalmente usaban, y su corbata también era de otro color (era roja en lugar de azul). Esto solo significaba que las autoridades de la academia tenían alguna especie de preferencia hacía él, y si bien, esto normalmente provocaba envidia o celos entre los alumnos, en este caso en particular ninguno sintió tales sentimientos cuando lo examinaron detenidamente de pies a cabeza.

La verdad es que los rumores no le hacían justicia a lo que era el conde en realidad: Su cabello era de color negro como la obsidiana y era tan largo que caía por debajo de sus hombros, hasta su espalda, sus pestañas eran alargadas, y resaltaban su mirada afilada y calculadora, y su piel bronceada hacía resaltar el castaño de sus ojos. Sus labios afilados eran rojizos y se curvaban cuando sonreía. Entonces finalmente profesó sus primeras palabras:

– Es un gusto por fin conocerlos –dijo con educación, e hizo una reverencia–. Espero que podamos llevarnos bien a partir de hoy. –Su voz también era profunda y algo ronca, pero transmitía confianza.

Con tan solo unos cuantos segundos, el conde ya se había embolsado el corazón de todas y cada una de sus compañeras de clase.

Rápidamente se apresuró a tomar uno de los lugares vacíos más cercanos a la ventana, en la última hilera de la clase. Y por donde caminó, provocó emociones cálidas en los cuerpos de las señoritas que habían quedado embelesadas con su atractivo casi sobrenatural. Cuando ocupó su lugar, se dispuso a saludar cordialmente a quienes tenía a su alrededor. A su izquierda se encontraba una hermosa señorita de piel blanca y cabellos rojizos como el azafrán. A su derecha había un joven de piel morena y cabello oscuro, y frente a él estaba Lilliette Magnuson, hija del gran barón Magnuson, que era uno de los pilares más importantes de esta sociedad.

– Es un honor recibirlo en nuestra escuela, su excelencia –dijo la señorita Magnuson con delicadeza– Si necesita ayuda en algo, lo que sea, no dude en consultármelo, será un honor para mí ofrecerle mi ayuda.

– Se lo agradezco milady –respondió el conde, y con mucha educación besó la mano de la señorita– La verdad no me esperaba una bienvenida tan cálida. Había oído rumores acerca de los nobles de este país. Como que eran muy reservados y cosas por el estilo, pero todos ustedes son muy gentiles, espero poder estrechar lazos de amistad que beneficien a nuestras naciones.

– ¡Déjemelo a mí, su excelencia! –la futura baronesa Magnuson tomó la mano del conde y mientras la acariciaba con delicadeza prosiguió–: ¡Los rumores que ha escuchado no son para nada acertados, aquí en Nueva–Arcadia somos muy amistosos, y nos gusta recibir a extranjeros importantes como usted!, ¡Si lo que desea es forjar lazos de amistad para mutuo beneficio de nuestras naciones, entonces será un honor presentarlo con la crema y nata de nuestra sociedad!

– Muchas gracias otra vez, y me disculpo por tener que disponer de su ayuda tan pronto.

– No se preocupe por eso su excelencia, para mí es un honor ser la primera en recibir su amistad... «Es tan... ¡Hermoso y además sabe lo que quiere!, definitivamente tengo que "llevarme bien" con él».–pensó–. ¿Ya conoce a la honorable hija del barón Willow?, ¡su nombre es Carolina Willow! –Apenas le había ofrecido su ayuda, pero la señorita Magnuson ya estaba presentándole a otros miembros de la alta sociedad. Ella no perdía el tiempo y siempre iba directo al grano cuando alguien le interesaba.

«La conozco perfectamente, seguro que ya está pensando en meterse con él. Siempre tan audaz y atrevida solo por qué los demás le temen» –la señorita Willow se guardó su deducción para si misma, mientras sonreía y saludaba con cordialidad–. «Aunque no la culpo, tal vez me le adelante esta vez. La verdad es que es irresistible». –Mucho gusto su excelencia. Es un placer –dijo con una sonrisa, mientras estrechaba su mano.

– Es un placer señorita Willow.

Cuando el conde estrechó su mano para saludarla, relamió sus labios y abrió sus ojos con impresión, pero nadie más lo notó. Acto seguido procedió a besar la mano de la doncella, y como resultado el rostro de la señorita se tornó completamente rojo como un tomate, y su respiración se entrecortó. Si no se controlaba podía ahogarse ahí mismo.

– Si me disculpa por la intromisión, también me gustaría estrechar su mano, su excelencia –dijo el hijo del conde Cash, sumándose a la conversación.

– ¡Creo que ustedes podrían ser muy buenos amigos! –comentó Lilliette–. Su excelencia permítame presentarle al futuro Conde Cash; su nombre es Robert, y también viene de un país extranjero.

– Es todo un placer para mí, su excelencia –Robert se acercó y estrechó su mano.

– El gusto es mío, sir Robert. –cuando se dio el apretón de manos, una sonrisa sospechosa se dibujó en el rostro del conde Tempest. Una vez más, nadie lo notó.

Pero había una última persona a la que había ignorado todo este tiempo: Aquella jovencita de cabello castaño y de apariencia tímida que ocupaba el último lugar detrás de él.

– Ella no es importante –comentó la señorita Magnuson, cuando vio que el conde miró en su dirección por unos segundos–: Ella es una simple baronet, no es alguien que merezca su atención.

Ante el comentario despectivo hacía su persona, la tímida Lisa Bellstar agachó la mirada y sumergió su rostro avergonzado en el libro abierto que tenía frente a ella. Esa clase de comentarios por parte de sus compañeros eran algo con lo que había tenido que lidiar toda su vida, hacía mucho que no le afectaban, pero cuando lo hicieron frente al conde, sintió una vergüenza repentina que enrojeció su rostro y recorrió su nuca.

«Al cabo que ni tenía ganas de conocerlo... Seguro es como todos los demás. Estoy segura de que en una semana me tratará como una plebeya, tal y como todos los demás» –pensó Lisa.

Algo extraño ocurrió mientras la señorita Bellstar se perdía en sus pensamientos. Un evento del que nadie más que ella, parecía ser capaz de presenciar:

Las hojas del libro que estaba leyendo comenzaron a pasar rápidamente, a pesar de que las ventanas estaban cerradas. Las páginas parecían no acabarse nunca, y a cada segundo aumentaban su velocidad. Pero cuando trató de tomar el libro con sus propias manos, fue salpicada por un líquido espeso de color carmesí: (era sangre), y la misma comenzó a brotar de las hojas del libro de texto, cada vez salpicaban más y más, con mucha intensidad, hasta que estuvo casi cubierta por completo de líquido carmesí.

Tanto su corazón como su respiración se aceleraron al límite, hasta el punto en el que sintió que se iba a desvanecer. Pero todo acabaría pronto cuando alzó la mirada y vió lo que tenía en frente:

Ahí estaba el conde Tempest frente a ella viéndola fijamente, pero su apariencia era muy diferente a la que había visto hasta hace un segundo. Él no reflejaba emoción alguna, pero sus ojos parecían ver através de su espíritu. Cada encuentro que tenía con su mirada, le cortaba la respiración y le provocaba una especie de excitación hasta el punto de hacerla sudar. Y fue cuando finalmente sintió que iba a desvanecerse por completo que tres imágenes borrosas pasaron rápidamente ante sus ojos:

Primera imagen: Unas tijeras.

Segunda imagen: Una persona desconocida, nunca la había visto pero extrañamente le era muy familiar.

Tercer imagen: Un libro que nunca antes había visto, pero que sabía que ya lo había leído.

– ¡Bellstar, Bellstar! –exclamó en repetidas ocasiones el maestro Thompson, hasta que finalmente sacó a la joven de su alucinación–. ¿Cómo se atreve a no prestar atención?, ¡Su actitud es muy lamentable!

– ¡Lo siento maestro, lo siento mucho! –repitió agachando la cabeza.

– Tengo que hablar con usted después de la clase, así que necesito que se quede –ordenó el maestro Thompson, y siguió con la clase.

La jovencita asintió avergonzada, con las burlas y las murmuraciones de sus compañeros resonando a su alrededor, mientras el temor crecía en su pecho luego de las indicaciones de su profesor.

Finalmente la clase había llegado a su fin, y ya era hora del receso. Los alumnos guardaron sus útiles escolares y lentamente abandonaron los salones, en dirección al gran comedor. Antes de partir se agruparon cada quien con sus amigos cercanos y juntos siguieron su camino.

La única que no pudo dirigirse al gran comedor fue Lisa Bellstar, quien tuvo que esperar a que el salón quedara completamente vacío para atender las indicaciones de su maestro.

En cambio, el conde Tempest fue uno de los primeros en abandonar el salón de clases. Sus nuevos compañeros: Lilliette, Carolina y Robert lo esperaron para acompañarlo hasta el gran comedor, pero gentilmente les explicó que antes debía ir a la dirección para atender algunos asuntos con respecto a su inscripción.

Pero esa no era la verdad.

En realidad caminó por los pasillos durante varios minutos, siguiendo las indicaciones del complejo retratadas en las paredes, en busca de la enfermería. Y cuando finalmente la encontró, tocó la puerta siete veces, muy lentamente, con siete segundos de diferencia entre los golpes.

– ¡Adelante! –dijo la doctora desde el interior de la habitación.

Lentamente se abrió la puerta, y cuando el conde se encontró por primera vez con una mujer de mediana edad que vestía la bata blanca, y que estaba parada frente a él.

Relamió sus labios y sonrió.

– Siempre supe que vendría por mí sin importar donde me escondiera... ¿Ha llegado mi momento?

– Sí. –respondió con seriedad– Su tiempo se acabó, estoy aquí para terminar con la paz de esta fiesta que se ha extendido por cientos de años.

– Oh, que crueldad milord –dijo la doctora, con melancolía y tristeza– ¡Que tenga que disponer así de nosotros es una crueldad mi señor!. Cree que hay algo que pueda hacerse para...

– Ya es muy tarde –interrumpió el conde–. Tuvieron tiempo de sobra, ya no hay nada que se pueda hacer.

– Entonces le ruego una última oportunidad de demostrarle que no somos una causa perdida. A cambio le daré... "Todo en cuanto poseo y gobierno". Si me concede un poco más de tiempo para demostrarle que podemos cambiar nuestro destino. ¿Puede tener piedad de mi una vez más?

Y por algunos minutos lo pensó seriamente. El conde puso su mano sobre su mentón y se paseó de un lado a otro por toda la habitación mientras consideraba la petición de la mujer mayor que solo le faltó ponerse de rodillas para tratar de convencerlo.

"Si podría, pero no quiero"

Fue su respuesta final. Y cuando finalmente la proclamó, hubo un viento furioso que cerró la puerta de un azote, dejando a ambos en el interior de la habitación mientras el ruido de las voces lejanas de los estudiantes cesaba cada vez más, hasta que finalmente no hubo ruido alguno.

1
Veronica Bossio
excelente historía
Veronica Bossio
super interesante
Veronica Bossio
espectacular tu historia
Zero: muchas gracias ☺️ espero la siga disfrutando
total 1 replies
Paula Pérez Barrón
suena muy interesante ☺️
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play