Cuando José Luis conoció a Violeta, no sabía a lo que se dedicaba.
Ella intentó cambiar de vida, pero las circunstancias no la dejaron.
Su vida siempre fue muy dura. El amor, la pasión, el sexo, hicieron presa de ella...
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¿Dejar de estudiar?
Te aseguro, niña, que si vuelves a llegar tarde te voy a suspender tres días, aquí no vas a hacer lo que te dé tu gana, hay reglas y se tienen que respetar.
Sí, maestra, lo siento.
Las clases transcurrieron de lo más normal, al terminar las clases Violeta salió directo a su casa. Pero en la puerta de salida se encontró que Jairo la estaba esperando.
Jairo, ¿qué haces aquí?
Te estoy esperando, ¿no lo parece?
Ya te dije que no quiero que mi papá me vea con un chavo porque se va a enojar mucho conmigo, dijo Violeta volteando para todas partes.
No te preocupes no hay moros en la costa.
De verdad, Violeta, te lo pido con el corazón en la mano, ¿quieres ser mi novia?
No quiero ser maleducada pero supe que tienes una casa de citas donde van mujeres de la vida galante, no te hagas, dijo Violeta con nerviosismo.
¿Y eso qué tiene que ver, mi amor?, no tiene nada que ver contigo. Yo te amo a ti y te prometo que te voy a respetar. Por lo demás no te preocupes. Ese es solo un trabajo como cualquier otro. Me lo acaba de heredar mi padre que en paz descanse, pero todas las chicas que trabajan ahí son profesionales y jamás nos van a meter en problemas ni a ti ni a mí. Entonces, ¿me aceptas?
Está bien, Jairo, acepto ser tu novia, pero, por favor, trata de que mi padre nunca se dé cuenta de esto.
No te preocupes, nunca lo sabrá, ¿te puedo dar un beso?
Violeta jamás había recibido un beso de un hombre, así que no sabía qué hacer, estaba muy nerviosa. Y solo atinó a decir, sí.
Jairo le tomó el rostro con delicadeza y le plantó un beso en los labios que la elevó hasta el cielo.
Ambos estudiaban en la misma universidad. Aunque Jairo era algunos años mayor que ella no tenía necesidad de estudiar ni de trabajar porque tenía dinero a manos llenas.
Mi amor, poco a poco te enseñaré a besar y a amar. Ya verás que no te vas a arrepentir.
Jairo la abrazó, en su boca se dibujó una sonrisa de triunfo. Ya tenía planes para Violeta; pensaba meterla a esa casa de citas como la belleza principal. Claro, primero tenía que enamorarla lo suficiente como para que ella aceptara sin problemas.
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En la noche, cuando todos estaban reunidos para cenar, Santiago Cruz les dio una noticia:
Santiago empezó a hablar... Familia, les tengo que dar una noticia muy grave. A partir del próximo lunes van a empezar a sacar cosas para hacer una venta de garaje. Nuestra fortuna se ha convertido en nada.
¿Pero, cómo así?, ¿qué fue lo que pasó?, Armida García quería saberlo todo.
Un mal manejo de unos contadores de la empresa. Pero él ya está en la cárcel. Ahora a nosotros nos van a embargar. Y antes de que eso suceda debemos sacar todo lo que podamos. O, en caso contrario, nos quedaremos chiflando en la loma.
Papá, ¿y qué va a pasar con mis estudios?
Tendrás que olvidarte de eso.
Eso no, yo quiero estudiar, prepararme para un futuro.
¿Acaso no escuchaste lo que dije?, estamos en la vil ruina. Y ya deja de llorar, con eso no vas a resolver nada.
Violeta se fue a su cuarto, necesitaba hallar una solución. No podía trabajar porque apenas había entrado a la "Uni", además a sus 17 años era muy difícil encontrar un trabajo "decente".
"Dios mío, ¿qué voy a hacer?", su cara se llenó de lágrimas que corrían libres por sus mejillas.
Afuera los padres seguían discutiendo.
Armida, será mejor que controles a tu hija si no quieres pagar junto con ella los "platos rotos".
Al menos deja que termine el semestre. Para que si después decide retomar la carrera, se lo validen.
No hay dinero, ¿no lo entiendes?
Tranquilo, amor, te entiendo, es que me duele que Violeta esté sufriendo.
¿Y no te duele lo que yo estoy pasando? ¿Tener un futuro estable y de repente vernos sin nada? Anda, ve a calmar a Violeta.
Jairo.
José Luis.
Armida fue al cuarto de su hija, estaba inconsolable.
Hija, no es para tanto, podrás continuar tu carrera en unos meses en cuanto tu padre se restablezca.
En unos días van a ser los exámenes finales para este semestre y no puedo faltar, mamá, por favor, no me hagan esto.
Lo siento, hija, qué más quisiera yo que siguieras estudiando, pero ya te dijo tu padre que no hay dinero así es que a partir de mañana ya no irás.
Por favor, madre...
Ya dije, y ahora ve a limpiar la cocina. Tuvimos que despedir a la muchacha.
Violeta dio un gran suspiro de resignación y fue a la cocina, el fregadero estaba atiborrado de trastes de todo el día.
Las lágrimas brotaban a borbotones de sus lindos ojos.
En una hora la cocina estuvo limpia.
Violeta se fue a su cuarto, no sabía a ciencia cierta lo que le depararía el destino.
El sueño la venció poco después.
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A la mañana siguiente, muy temprano, Violeta se salió sin que sus padres se dieran cuenta. Necesitaba hablar con la maestra y con su novio Jairo.
Amor, ¿qué te pasa?, traes una cara de funeral.
Mi padre nos acaba de decir que estamos en la ruina, ya no podré seguir estudiando.
A ver, tranquilízate, mi reina. Explícame todo, por favor.
Violeta le explicó todo a grandes rasgos, sin omitir nada.
No te preocupes, mi amor. Todo tiene una solución, tienes que pensar en tu bienestar yo te voy a ayudar.
¿De verdad? ¿Y de qué manera me vas a ayudar?, dijo Violeta, en su voz se notaba la esperanza.
Hablaremos de eso después, por ahora solo concéntrate en tus estudios. De ninguna manera te saldrás de la Universidad, ¿de acuerdo?
Gracias, Jairo. Te lo agradeceré toda la vida.
Jairo dijo apenas en un susurro, como si hablara para así mismo. Pues eso espero mi vida. Y será más pronto de lo que te imaginas.
Violeta entró a clases sin ningún problema.
José Luis, en ese momento pasaba por ahí y la vio.
En ese entonces ya sabía que ella tenía novio porque los vio a los dos besándose.
Pasó de largo sin mirarla siquiera, pero en su corazón se quedaba una tristeza infinita por esa mujer que amaba sin que ella lo supiera.
A todas estas, ¿y la anticoncepción?