La historia de un Alfa que solo ansiaba la tan anhelada libertad
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Capitulo 21
Advertencia:
La siguiente historia no es apta para menores de 21 años puede contener; lenguaje vulgar, soez, momentos explícitos, eróticos, hasta subido de tono y hasta nopor-grafico, violencia física, mental, abuso, inc3sto, se recomienda leer bajo su propio riesgo. ~
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Decidi acompañar al señor de la Vega a pesar de que estaba aterrado del pensar que pudiese comerme. Fui a la casona a preparar las cosas para tal viaje.
Volveríamos a Urabamba que estaba sobre el Valle sagrado de los Incas; la distancia hasta esta era grande, serían casi 7 horas de viaje. Unas 2 horas hasta el río para luego seguir su curso e ir subiendo nuevamente hasta llegar a Urabamba.
Por lo que deberíamos llevar para comer y descansar ante tal viaje, según el señor aprovecharía para socializar por lo que regresaríamos muy tarde, quizás hasta debamos hospedarnos. Por lo que debíamos llevar ropa para el frío al subir y fresca para bajar: —Ire con ustedes. No estoy tran.. —Exclamo Fernando apareciendo de la nada.
—No le haré nada a tu indio, si es tu preocupación. —El señor de la Vega respondio de mala manera.
—Pero..., si aparece el puma siendo tres sería menos peligroso, aparte padre usted le teme a los grandes felinos.
—Ni lo menciones que tiemblo —El señor de la Vega se mostraba asustado ante la posibilidad de toparse con un puma, se veía tan genuino acaso él no sabía que aquel mounstroso ser; era nada más ni nada menos que él mismo. Eso me dejó sumido en mis pensamientos, mientras cargaba el burro con algunas cosas básicas como pedernal, machetes, ollas, etc.
Preparamos los faroles de aceite, por si al volver nos agarraba la tenebrosa noche.
—¡Deberíamos llevar una antorcha! —Exclame al mismo tiempo que el señor de la Vega que no le agrado que opinara al mismo tiempo que él. —Este ahuyentara a los animales grandes. Por lo que preparo los palos a los cuales cubrió con la grasa y la tela para tenerlo ante cualquier emergencia —Llevare una escopeta, tú lleva tu arma.
Fernando tomo aquel rifle de mano "colt" y procedió a prepararlo para estar listo ante cualquier duda, y luego me dio una especie de cartuchera extraña para colocarmela en mi costado, poniendo una versión de su rifle con el cañón mas corto —Toma Cruz, está tiene repetición ¿Sabes usarla? Es por si ves al puma dispararle, no tengas piedad.
Esta loco, su padre era insoportable, pero no lo mataría. Me besó en la frente para subirnos a los caballos mientras su padre hacia cara de asco. Empezaríamos el viaje al valle sagrado, Urabamba.
Yo llevaba carne seca, frutas, lo necesario para el viaje, aparte de especias, aceite para cocinar algo en el camino:
Iríamos a Urabamba a avisar del puma; de paso traer víveres para la hacienda, y porque no, dar un pequeño paseo. Mientras avanzábamos oíamos a su padre quejarse.
—Escucha bien Fernando, que no se te olvide el 24 en unas semanas será el día de San Juan asi que deberás organizar todo bien, espero que tú indio no lo arruine. Aprovecharemos el viaje para conseguir la hoja bijao, en el valle compraremos lo necesario para hacer el "Juanes".
—Sera muchas gallinas, demasiadas.
—No vamos a matar tantas gallinas, ¿qué clase de idiota me crees Fernando? —El señor de la Vega lo miraba enojado, ante la duda de su inteligencia —¡faenaremos una vaca!
—¡¿Una vaca?! Es demasiado para un simple festival.
El séñor de la Vega lo miro con desprecio. —No es un simple festival, es el día de del San Juan Bautista ¿Cómo te atreves a cuestionarlo, y no conforme llamarlo simple festividad? Seguro ese indio, te desvía del camino de la fe, y te convierte en un salvaje como él. Dime que harás no celebraras el San Juan, ah pero luego seguro el 1 de agosto te pondrás a danzar a la Pachamama ¿No?.
Tonterías la Pachamama no era el 1 de Agosto era las última semana de julio y la primera de agosto, pero no un día en especial. Aparte todo los días se agradecía a la Pachamama no solo un día en especial, ella lo era todo, era la vida misma.
La naturaleza y sus ciclos, su comparación era absurda. Comparar la vida en si con él tan Juan, pero yo era respetuoso no le contestaria. Aunque me muriese de ganas.
Los oia que discutían, mientras yo solo pensaba la cantidad de comida que debería cocinar, una vaca tenía mucha demasiada carne, demasiada.
—Una vaca no es mala idea, está tiene mucha carne, podría hacerse muchas cosas aparte de los Juanes. La población podría traerte recursos que necesitas Fernando ahorrandote venir hasta el Valle por ellos o esperar su tiempo de elaboración en la hacienda. Aparte una festividad es algo muy alegre, he ido a mucho festivales religiosos y son muy lindos.
—Ves Fernando hasta el salvaje sabe que es una buena idea, no como tú que simplemente cuestionas mis decisiones ¡Desagradecido!
Su padre avanzo dejándonos un poco atrás mientras Fernando tomo su rifle para apuntar a la espalda de su padre, pero se contuvo y la guardo nuevamente —¡No vale la pena! —Tome su puño, mientras lo acariciaba para que no hiciera tal tontería.
A medida que avanzamos, y descendiamos la vegetación se volvía más densa, más alta, por lo que entraba menos luz.
Fernando seguía el viaje con un mapa y una brújula. —Casi llega...
—¡Alli está el río! Aquí lo veo! —Nosotros no veiamos casi nada, era muy lejos para visualizar algo, pero a medidas que no acercábamos se iba notando que si era cierto, era el río Urabamba ¿Cómo veia tan lejos? A través de la vegetación.
Al llegar a la rivera del río, hicimos una fogata para consumir algo. Yo empecé a pelar las yucas para ponerlas en la olla a hervir mientras preparaba una salsa de aji rápida con especias disecadas.
Mientras preparaba otra fogata para la sartén. No hicimos ni 3 pasos y el Señor de la Vega volvió con tres Paco; dos eran grandes, uno era medianito, lo limpie, sazone y empanice para freirlo. Sin duda el señor de la Vega me odiaba, ya que me daba el pescado más chiquito a mí, no había mucha diferencia entre los 3, pero eran un dedo más chiquito que el resto. Entonces decidí cometer un crímen contra la naturaleza, Fernando me vio —¡No lo hagas! No.
Tome un cítrico que traje de la casona para colocarselo al sazón del Paco, no era un limón ni una lima, era algo mucho peor. Le colocaría naranja al pescado; si yo no disfrutaba ellos tampoco.
—Dile a tu indio, que se ubique ¿Acaso no entiende las jerarquías? Él no puede esperar comer lo mismo que nosotros, ahora deberemos comer vaya saber que aberración.
Servi los pescados con su yuquita y aji picante. Mientras Fernando solo sonreía —No importa Cruz, cómida es comida, lo importante es que no te caiga mal a ti ni al bebé. El señor de la Vega abrió sus ojos como si hubiese visto un fantasma al oír esto. —¿Bebé? ¿Cómo que bebé? ¿Preñaste a este Indio? ¿Vas a tener un hijo? —El señor de la Vega quedó con el plato de Fernando en la mano y ninguno de los 3 se movió.
—Sí.
—Debiste decírmelo.
Sacandole el plato de Fernando para luego quitarme el mío. —La jerarquía cambio, Fernando —Dandonos el plato del otro. —Para mí nieto debe ser lo mejor. Aunque tú... —señalandome —Le hayas puesto naranja, y arruinado la comida.
Mostrando un cambio abrupto de actitud de odioso a un poco menos odioso.
Al comer aquel pescado, el sabor a naranja inundó mí paladar, por dios lo que pensé que saldría mal salió riquísimo el sabor era exquisito, un sabor dulzón junto al gusto del pez del río hacían una combinación exquisita. Al Señor de la Vega le había encantado. —¿Cómo era que te llamabas?
—Llariku, pero mí nombre ahora es Cruz de la Vega.
—Cruz, ya te dije que los esclavos no adoptan el apellido del amo.
—¿Quién te dijo tal mentira Fernando? Claro que adoptan el apellido del amo.
Yo sabía que no estaba equivocado, lo sabía.—Cruz, dime ¿qué necesitas que te compre en el pueblo? Necesitas algo para ti, para el bebé, para la cocina, para la comida. Dime sabes escribir, necesitas algo donde escribir, no se, algo dónde plasmar recetas. El señor se la Vega parecía eufórico —¡Dimelo y te lo compro!
—No lo molestes. Lo asustas padre.
—Tú no te metas Fernando ¿Cómo puede ser que no hayas anunciado aún a tu hijo? Aprovecharemos ahora para anunciarlo, y lo confirmarás en el San Juan. Ese niño es un de la Vega no un pelele, debe tener lo mejor. —Acercando a mí oído, te comprare un recetario y anotaras la receta de este pescado para hacerlo en la casona, te pagaré para que cocines ya que mi hijo no lo hace.
—Trato hecho —A partir de ahora sería el encargado de la comida de la hacienda de la Vega.
Continuara...