Haneul lleva años lidiando con su smor no correspondido hacia Dongho, un alfa su mejor amigo. Haneul está harto de que Dongho no pueda corresponder sus sentimientos por esa relación fraternal que han desarrollado desde pequeños, así que en un esfuerzo por superar y olvidar su amor no correspondido, renuncia a su trabajo y a su amor.
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Cruzando la línea
El silencio entre nosotros era ensordecedor. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, pero no era solo nerviosismo; era algo más. Era la sensación de estar en el borde de algo que habíamos estado evitando durante demasiado tiempo. Mi mirada estaba fija en la suya, buscando alguna señal de lo que realmente pensaba, pero Dongho se mantuvo en silencio, su respiración más rápida, su cuerpo tenso.
Mis manos se movieron casi por instinto, sin romper el contacto visual. Con una calma que contrastaba con la tormenta interna que sentía, desabroché lentamente su pantalón. Noté cómo su respiración se agitaba un poco más, pero no dijo nada. No hizo ningún movimiento para detenerme. Había algo en el aire entre nosotros, una especie de permiso tácito, pero también una incomodidad latente.
Llevé mi mano hasta su entrepierna, mis dedos rozando su piel sobre la tela mientras acariciaba su miembro, buscando una respuesta en su cuerpo. Sentí cómo empezaba a endurecerse bajo mi toque, y el pulso en mi pecho se hizo aún más fuerte, sin embargo, no era solo el deseo lo que me impulsaba, era la necesidad de una respuesta, de saber si todo lo que sentía era correspondido o si Dongho seguía viéndome como alguien que debía proteger.
Miré su rostro una vez más, buscando en sus ojos cualquier señal de lo que pasaba por su mente. Dongho seguía mirándome, sus labios entreabiertos, como si estuviera buscando las palabras correctas.
Dongho, sorprendido por lo que estaba ocurriendo, intentó detenerme. Sus manos temblaron mientras torpemente intentaba apartarme, como si no estuviera del todo seguro de lo que debía hacer. Lo sentí vacilar, y en ese momento supe que había una lucha interna en él. Podía percibir la mezcla de deseo y duda en cada gesto.
Pero, a pesar de su intento de detenerme, no lo hizo con fuerza. Su resistencia era débil, como si parte de él quisiera rendirse, dejar que las cosas siguieran su curso, y cuando mis dedos descubrieron completamente su erección, su cuerpo reaccionó involuntariamente, tensándose bajo mi toque.
Mi respiración se hizo más pesada, y, sin apartar mi mirada de la suya, continué moviendo mi mano lentamente, sintiendo cómo respondía a cada caricia. El aire entre nosotros se volvió denso, cargado de algo que no habíamos permitido salir antes. La conexión entre nosotros era intensa, casi palpable.
Entonces, sin decir una palabra, bajé la cabeza lentamente, manteniendo mi mirada fija en la suya. El momento era inevitable. Mis labios rozaron su piel, y sin perder el contacto visual, lo tomé entre mi boca, con una intención clara en mi mirada.
Dongho me observó, su respiración irregular, sus ojos mostrando una mezcla de confusión, deseo y algo más que no lograba descifrar. Yo, sin apartar mi mirada, le di una última mirada cargada de deseo, esperando que entendiera todo lo que mis palabras no habían sido capaces de transmitir hasta ahora.
El ambiente entre nosotros era denso, cargado de emociones que ninguno de los dos parecía poder controlar. Podía sentir la tensión en cada respiración que Dongho tomaba, cada mirada que me lanzaba, como si estuviera debatiéndose internamente, atrapado entre lo que pensaba que debía hacer y lo que realmente sentía. Mientras mis movimientos continuaban, lo miré con un toque de provocación en mi mirada, consciente del efecto que estaba teniendo sobre él.
-Si te hace sentir mejor...- Murmuré en un susurro apenas audible, con un tono cargado de ironía. -Puedes imaginar que soy Junsu.-
Sabía que mis palabras eran como echarle leña al fuego, pero una parte de mí no pudo evitar decirlo. Era una herida abierta, algo que había cargado en silencio durante demasiado tiempo. Quería saber si él realmente me veía, si en algún rincón de su mente, yo podía ser más que ese hermano menor que siempre había protegido, pero incluso mientras hablaba, el sabor amargo de la inseguridad se instaló en mi boca.
De inmediato, un gruñido profundo escapó de Dongho, un sonido que mezclaba frustración y algo más que no podía descifrar. Su cuerpo se tensó bajo mi toque, y antes de que pudiera procesarlo del todo, sentí cómo su respuesta física se intensificaba al seguir mis movimientos, pero lo que realmente me sorprendió fue lo que dijo después.
-No quiero...- Su voz salió áspera, como si estuviera luchando por mantener el control. -No quiero verte como nadie más, Haneul.-
Sus palabras, cargadas de una sinceridad que no esperaba, me golpearon de una manera inesperada. Me detuve por un segundo, sorprendido por la fuerza de lo que acababa de decir. Todo el juego de provocación que había intentado desplegar se desmoronó de inmediato, y lo que quedaba entre nosotros era la verdad cruda y real. No quería imaginarme como otra persona. No quería pretender.
Dongho no estaba luchando contra lo que yo pensaba, sino contra algo mucho más profundo, sus propios sentimientos. Me miró con una intensidad que nunca había visto en él, como si finalmente se permitiera mostrarme todo lo que había estado reprimiendo.
El silencio que siguió fue tan pesado como revelador.
El ambiente entre nosotros se volvió denso, cargado de algo indescriptible. Las palabras de Dongho resonaban en mi mente, y por un momento todo lo que había dicho parecía desvanecerse, reemplazado por el calor que compartíamos en ese instante. Mis manos, firmes, continuaron su trabajo, y sentí cómo su cuerpo reaccionaba de manera involuntaria, aunque sus palabras seguían colgando en el aire.
Esas palabras lo cambiaban todo. Me habían golpeado de una manera que no esperaba, haciendo que, por un segundo, el juego entre provocación y vulnerabilidad que había estado llevando se desmoronara. Dongho no quería verme como otra persona. No necesitaba imaginar a Junsu, ni a nadie más. Me quería ver a mí. Esa verdad me llenó de una mezcla de alivio y ansiedad.
No dije nada. Dejé que mis acciones hablaran por mí, y continué lamiendo y chupando su miembro, sin apartar la mirada de él. Sentía cómo sus respiraciones se volvían cada vez más rápidas, más entrecortadas. Su cuerpo se tensaba bajo mi toque, y cada movimiento que hacía lo acercaba más al límite. Mi propia respiración estaba acelerada, pero estaba completamente concentrado en él, en lo que estaba sucediendo entre nosotros.
Poco a poco, sentí cómo se acercaba al final. Sus manos se aferraron a los cojines del sofá, sus gemidos eran bajos, casi reprimidos, como si estuviera luchando por contenerse, pero ya no podía. Un momento después, lo sentí, un estremecimiento que recorrió todo su cuerpo cuando finalmente acabó en mi boca.
Me quedé quieto por un segundo, permitiendo que la intensidad del momento se desvaneciera lentamente. Mi mente estaba llena de emociones encontradas, pero el peso de lo que acababa de suceder entre nosotros era claro. Esto había cambiado algo, algo que ninguno de los dos podía ignorar.
Después de sentir a Dongho temblar bajo mi toque, el momento llegó a su clímax. Sin vacilar, me lo tragué, manteniendo la mirada fija en él todo el tiempo, como si estuviera buscando algo más que solo su reacción física. Quería ver más allá de la tensión de su cuerpo, más allá de los suspiros entrecortados. Necesitaba saber cómo se sentía realmente sobre lo que acababa de suceder entre nosotros.
Cuando todo terminó, me aparté lentamente, limpiando los restos de ese momento con un movimiento sutil, sin perder el contacto visual. El silencio era denso, cargado de significados no dichos. Mis ojos seguían buscando en los suyos alguna señal, algo que me dijera que no había sido solo el calor del momento, que lo que acababa de suceder era real para él tanto como lo era para mí.
Me quedé inmóvil, esperando una reacción, alguna palabra o gesto que rompiera ese silencio incómodo. Dongho respiraba aún de manera irregular, y yo, lleno de una mezcla de expectación y nerviosismo, lo miré esperando su aprobación, o al menos algún indicio de lo que pasaba por su mente.