No Somos Hermanos
El bar estaba en silencio, salvo por el débil sonido de la música que aún resonaba en el fondo, y el leve murmullo de la ciudad más allá de las ventanas. El reloj marcaba las 2 de la mañana, y yo me sentía agotado, pero al mismo tiempo inquieto, como si algo no me dejara descansar. Dongho y yo habíamos quedado solos, como siempre, limpiando el bar mientras nuestras mentes vagaban por los eventos del día. La noticia de Junsu seguía rondando en mi cabeza, el anuncio de su matrimonio y lo del bebé fue como si hubiera dejado caer una bomba en medio de nosotros.
Dongho se veía tranquilo, pero sabía que algo más le pasaba. Siempre era así, su rostro sereno y su compostura escondían más de lo que dejaba ver. Él era el tipo de persona que nunca se desmoronaba, al menos no frente a mí. A veces me preguntaba si alguna vez lo hacía.
-¿Quieres que te acompañe a casa?- Me preguntó de repente, su voz suave, casi un susurro en la quietud del bar.
Asentí sin pensar. Por alguna razón, esa noche no quería estar solo. Aunque el camino a mi apartamento no era largo, el silencio entre nosotros se sentía pesado. Salimos del bar y la noche nos envolvió, fresca y oscura, con la brisa arrastrando el eco de nuestros pasos.
Caminamos por las calles desiertas, sin decir una palabra. Era raro entre nosotros, ese silencio que parecía más denso que de costumbre. Mi mente estaba llena de pensamientos que no lograba ordenar. Sabía que algo estaba mal conmigo, esa incomodidad que no entendía, esa sensación de querer decir algo pero no saber cómo. Siempre era así con Dongho. Él me hacía sentir expuesto, como si pudiera ver a través de todas las máscaras que intentaba ponerme frente a los demás.
Finalmente, no pude aguantar más. Mi garganta estaba seca cuando hablé, pero las palabras salieron de todas formas.
-¿Estás así por Junsu?- Pregunté, casi en un murmullo, sin mirarlo directamente. Mi corazón empezó a latir con fuerza al instante, como si mi propio cuerpo reaccionara al peligro de lo que acababa de decir. Podía sentir su mirada sobre mí, sorprendida, pero no dije nada más.
Dongho tardó en responder, o al menos así lo sentí yo. El sonido de sus pasos se detuvo por un momento, como si lo hubiera tomado desprevenido, y eso solo me hizo sentir peor. Tragué saliva, intentando aclarar mi garganta, mientras trataba de seguir caminando, fingiendo que la pregunta no había sido gran cosa. Pero claro que lo era.
-¿Qué...?- Empezó, su voz sonaba más baja de lo habitual, como si no supiera qué decir. Me miró fijamente, y su expresión era un enigma. -¿Por qué piensas eso, Haneul?-
No pude evitar soltar una risa seca. Era una risa nerviosa, más que cualquier otra cosa. Ni siquiera estaba seguro de por qué lo había dicho, pero la sensación había estado ahí, en mi pecho, creciendo desde que Junsu hizo su anuncio. Esa tensión en el aire, esa forma en que Dongho se había quedado tan callado, tan distante.
-No lo sé.- Respondí, encogiéndome de hombros, aunque la verdad era que sí lo sabía. No quería admitirlo, ni siquiera a mí mismo. -Simplemente... te vi más callado de lo normal hoy. Como si algo te molestara. Pensé que, quizás, te molestaba lo de Junsu... Que te guste o algo.-
Dongho me miró por un momento más, y luego soltó una pequeña risa, pero no era una risa divertida, parecía más como si intentara deshacerse de la incomodidad que le había causado mi pregunta.
-No, Haneul. No es eso. Junsu es solo... Junsu.- Respondió, su tono tranquilo, aunque no del todo convincente. -Me alegra por él, pero no me molesta que se case ni que vaya a tener un hijo. No lo veas de esa manera.-
No pude evitar fruncir el ceño. Parte de mí quería creerle, pero otra parte, más terca, me decía que algo no encajaba. Siempre había sido bueno para ver lo que los demás no decían, o al menos eso me gustaba pensar.
-Es solo que...- Continuó Dongho, interrumpiendo mis pensamientos, su voz más suave ahora. -Es extraño, ¿sabes? Que las cosas cambian tan rápido. Pero eso no significa que me guste Junsu, Haneul.-
Asentí, aunque seguía sin estar del todo convencido. Había algo en la forma en que lo decía, algo que no estaba seguro de cómo interpretar, pero tampoco quería presionarlo más. Dongho siempre había sido alguien que sabía cómo guardarse sus sentimientos, y si él decía que no había nada, entonces tal vez era mejor dejarlo así.
Seguimos caminando en silencio después de eso, el eco de mis pensamientos haciéndose más fuerte con cada paso, pero no pude evitar preguntarme, si realmente era Junsu lo que le molestaba, o si había algo más, algo más profundo que ni siquiera él mismo había llegado a comprender.
Tal vez siempre había sido solo yo, dándole vueltas a las cosas, buscando respuestas donde no había preguntas.
Dongho me dejó en la puerta de mi pequeño departamento como solía hacerlo, pero esta vez se sentía diferente. Había algo en el aire, algo espeso, incómodo. Él se quedó ahí, con esa expresión calmada, como siempre, pero en su silencio, yo solo podía escuchar el eco de la conversación que habíamos tenido minutos antes.
No quería entrar solo. No quería enfrentar esa sensación de vacío que siempre me esperaba cuando cruzaba la puerta de mi apartamento, y sinceramente, no quería dejar que el silencio que se había formado entre nosotros fuera lo último que compartiéramos esa noche.
-¿Quieres pasar?- Le pregunté, intentando sonar casual, aunque mi voz sonaba más tensa de lo que me hubiera gustado.
Dongho me miró, con esos ojos serenos que siempre parecían ver más allá de las palabras. Por un momento, pensé que diría que no, que se despediría, me daría una palmada en el hombro y me dejaría solo con mis pensamientos, pero, para mi alivio, asintió y dio un paso adelante.
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Comments
🤗Finita💖💫
Oooo o que raro, me gusta.
2024-11-14
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Nidia Mojica
Me gusta como inicio, a leerla.
2024-10-29
0