Eros y Lyra descubren que están unidos por el lazo más poderoso: son compañeros destinados. Sin embargo, las heridas del pasado convierten ese vínculo en una lucha constante para Lyra, quien intenta resistirse a lo inevitable. Pero el llamado del destino es más fuerte, y poco a poco, la atracción entre ambos comienza a derribar las barreras que los separan.
La cercanía se intensifica cuando Eros y Lyra emprenden un viaje en busca de respuestas sobre los inquietantes cambios que ella experimenta. En el camino, descubrirán que el mundo está tejido de secretos oscuros: brujas que juegan con el destino, vampiros que ocultan verdades prohibidas y Doppelgängers que amenazan con cambiarlo todo.
Te invito a caminar bajo la misma luna con Eros y Lyra en busca de respuestas.
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Capítulo 19
Eros
Cuando por fin la tengo para mí, cuando al fin pude besarla, tocarla sin miedo a su reacción… llega Ayla y lo arruina todo.
—Más te vale que sea importante —le gruño a la chica que acaba de entrar en la habitación.
Lyra la mira con recelo, una clara demostración de lo poco que le agrada que esté cerca de nosotros. Ayla nos observa a ambos antes de hablar.
—Lamento interrumpir a los tortolitos, pero esto es importante —dice con descaro. Sus palabras hacen que Lyra y yo nos crucemos una mirada. —Sí, ya sé que son compañeros. No son muy buenos ocultándolo, por cierto.
—Habla ya —le ordeno, perdiendo la paciencia.
—Algo pasó —responde con un deje de nerviosismo.
—¿Qué pasó, Ayla? Habla de una puta vez.
—Vieron a Lyra en la manada Luna Roja —suelta de golpe, mirando directamente a mi compañera, que luce la misma confusión que yo.
—Explícate, Ayla —exige Lyra con voz firme.
—Sí, joder, ya sé que suena a locura porque estabas inconsciente, pero dijeron que te vieron. Te veías diferente, no sé cómo explicarlo, pero eras tú… y a la vez no lo eras.
Sus palabras no tienen sentido, pero tampoco parece que esté mintiendo. No puede hacerlo; su aura vibra con sinceridad.
—Eso es absurdo —murmura Lyra, negando con la cabeza.
—¿Quién te dijo eso? —pregunto, y Ayla baja la mirada al suelo.
—Habla, Ayla.
—Fue… mi compañero —responde al fin, y su voz está cargada de tristeza.
—¡¿Qué?! —exclamamos Lyra y yo al unísono.
Ayla suelta un suspiro frustrado, como si las palabras le pesaran.
—Es complicado. Cuando fuimos a mi manada, allí estaba el beta de la manada Luna Roja. Él es mi compañero, pero… me dijo que aún no estaba listo. ¿Qué mierda significa eso? —sacude la cabeza, reprimiendo un gruñido—. Pero eso no importa. Lo importante es que, en ese momento, él recibió una llamada. Le dijeron que una chica de esta manada estaba paseando por la suya. Y cuando le mandaron la foto… —hace una pausa, sus ojos se clavan en Lyra— era igual a ti.
El silencio que se extiende tras sus palabras es sofocante. Lyra aprieta los labios, su respiración entrecortada. Sus ojos brillan con un matiz extraño, mezcla de miedo y confusión.
—Eso es imposible —dice ella al fin, con la voz quebrada—. Yo… estaba aquí, inconsciente.
Un escalofrío me recorre la espalda.
Esto no tiene ningún sentido.
—¿Dónde está la foto? —le pregunto a Ayla.
—El idiota de mi compañero no quiso dármela, es un imbécil —responde con desdén.
Puedo sentir la confusión de Lyra; yo estoy igual. Esto no tiene ningún puto sentido. Ella estuvo aquí, inconsciente, no pudo ir a la manada Luna Roja. Además, esa manada queda a un día de viaje.
Entonces, las palabras que Lyra me dijo sobre la Diosa Luna vuelven a mi cabeza.
—¿Qué te dijo? —le pregunto de repente a mi compañera, haciéndola dar un respingo.
—¿Qué? —pregunta, confundida.
—La Diosa Luna —respondo con firmeza.
—¿Hablaste con la Diosa Luna? —inquiere Ayla, sorprendida.
—¿Qué hiciste qué? —intervienen dos voces a nuestra espalda.
Nos giramos hacia la puerta y vemos a Jules y Lizzie de pie, con expresión incrédula.
—¿Qué está pasando aquí? —pregunta Lizzie, con el ceño fruncido.
—Vieron a Lyra en la manada Luna Roja, cosa imposible porque no salió de aquí… y también habló con la Diosa Luna —explica Ayla brevemente, dejando a las amigas de mi compañera atónitas.
…
—¿Eso fue todo lo que dijo? —pregunto tras escuchar a Lyra repetir cada palabra que la Diosa le confió.
—Sí. Al parecer solo habla a medias —responde ella, frustrada.
—Perfecto. Dice todo, pero no dice nada. Gracias, Diosa Luna —suelta Ayla con ironía—. Y ahora, al parecer, debemos buscar un libro que ha estado extraviado por más de mil años.
—¿Debemos? —pregunto alzando una ceja.
—Sí, debemos. Aunque no lo creas, ya estamos involucradas en todo esto —responde señalando a Jules, Lizzie y a Lyra.
—Por primera vez estoy de acuerdo con ella —dice Lizzie con seriedad—. Nosotras ya estamos metidas, y estaremos dispuestas a ayudarlos en lo que sea.
Lyra permanece en silencio, lo cual me indica que está de acuerdo, aunque la noto distraída.
—¿Qué pasa, nena? —le pregunto.
—¿Qué va a pasar ahora? —me devuelve la pregunta, y su voz tiembla apenas.
—No lo sé. Debemos esperar un poco mientras planeamos qué hacer. Hablaré con el Alfa de la manada Luna Roja, le pediré la foto y después veremos los pasos a seguir. ¿Te parece bien?
Ella asiente con suavidad. Odio no saber qué hacer, odio sentirme atado de manos… pero por primera vez no tengo respuestas. Y lo que más me duele es ver a mi compañera preocupada, sin poder quitarle esa sombra de incertidumbre.
—Alfa —me llama de repente uno de los guerreros, entrando en la habitación.
—¿Qué pasa? —pregunto con el ceño fruncido.
—Un vampiro estuvo rondando la casa de la señorita Lyra —informa con seriedad.
Todos nos ponemos de pie al instante.
—¿Dónde están mis padres? —es lo primero que pregunta Lyra, la urgencia marcada en su voz.
—Están abajo —responde el guerrero.
Un silencio pesado cae sobre nosotros. El aire se carga de tensión, y mi lobo ruge dentro de mí. Un vampiro, aquí, rondando a Lyra… eso no puede ser casualidad.
—Aseguren la casa —ordeno con firmeza—. Nadie entra ni sale.
Mis ojos buscan los de mi compañera, que me mira con un miedo que intenta ocultar, pero no puede. Me acerco a ella y tomo su mano.
—No voy a dejar que te toque, ¿me oyes? —le prometo con la voz ronca, dejándole sentir mi convicción—. Sea lo que sea lo que está pasando, no lo enfrentarás sola.
Lyra asiente, aunque sus dedos tiemblan entre los míos.
......
Estamos todos en la sala de estar los padres de Lyra por suerte se encuentran bien, son lobos y su padre es un guerrero por lo que sabe que hacer en estas situaciones, he puesto más seguridad alrededor de la manada y he enviado a varios guerreros a buscar por la manada a ese vampiro suelto al igual que he puesto seguridad en la casa de mi compañera.
—Estaba buscando algo por lo que al no encontrarlo se largo — habla Jhon el padre de Lyra .