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Dos Dimensiones

Dos Dimensiones

Status: Terminada
Genre:Completas / Malentendidos / Elección equivocada / Traiciones y engaños / Dejar escapar al amor / Juego del gato y el ratón / Amor-odio
Popularitas:2.8k
Nilai: 5
nombre de autor: Miguel Antonio Alba La O.

La juventud es la etapa de nuestros mayores miedos, pero también de nuestros más escandalosos amores.
¡Ven y acompañame en esta historia donde la religión y el amor hacen estragos!

NovelToon tiene autorización de Miguel Antonio Alba La O. para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Mundos distintos

Al asignarse las aulas, Diana se sentó en la mesa cerca de la puerta. Algunos compañeros viejos habían caído con ella, pero fingían que no le conocían. Suspirando la joven trató de serenarse.

Entendía por una parte a sus antiguos amigos

No querían mezclarse con la cristianita. Diana era recién convertida pero aun así daba pasos agigantados en la obra del Señor. En las vacaciones sus antiguos círculos de amigos se habían sorprendido de que ella los rechazara casi siempre ante la solicitud de una fiesta.

Observaba como muchas de su antiguo colectivo pasaban de largo por su mesa y ni la miraban. Recordó cuantas veces había compartido con ellas sus secretos y la traición le dolió en lo profundo de su pecho.

Pero no dejó que la tristeza tomara su corazón.

La silla a su lado permanecía vacía hasta que vio que una chica de brillantes ojos café y precioso pelo azabache se sentaba a su lado. Al principio pareció sorprendida, pero poco a poco, se fue acostumbrando a su nueva compañera. Comprobó que detrás de ella se sentaban en la segunda mesa dos chicas más. Seguidas en la tercera por un chico de lo más encantador. La sonrisa radiante que le dedicó a Diana, más la visión de esos preciosos ojos grises y pelo rubio hicieron que le diera un vuelco al corazón.

-Me llamo Elizabeth – dijo la desconocida al fin tendiéndole una mano

-Me llamo Diana – dijo aquella con inseguridad en la voz

De repente las dos chicas de atrás saltaron a presentarse:

-Me llamo Daniela – dijo la chica rubia y de ojos imposibles color cielo

A pesar de haber parecido amigable, Diana sabía que le estaba evaluando su persona. No era la primera vez que le decían quién era sin ni siquiera conocerla más.

Para su asombro ella no habló después de su presentación, sino que le dedicó una sonrisa que nada tenía que ver con el aspecto que daba a mirar. Las dos se parecían. Nadie conocía lo más secreto de ellas, solo se lo mostraban a personas especiales.

Todos tenemos algo que esconder. Por necesidad enterramos el yo verdadero y lo atamos con candados para que no muestre lo secreto del corazón.

Pero nada es eterno. Ellas comprenderían el porqué.

La que estaba sentada al lado de Daniela la chocó con el hombro y soltó una carcajada inusual. Por lo general el primer día de clases era para conocerse y Los profesores tardaban bastante en entrar a las aulas.

-Me llamo Naomi, no le hagas caso a su actitud de princesa de hielo, la película de Frozen le quedaría perfecta.

Diana no pudo aguantar y se partió de la risa. ¿En verdad esas dos se llevaban tan bien?

Daniela era como el invierno, en cambio Naomi era como el nítido y claro verano.

Diana esperaba que el chico de detrás no hablara, pero sí lo hizo y cuando salió su voz dulce, suave y varonil no supo cómo reaccionar

-Me llamo Gabriel y espero que seamos muy buenos amigos.

Pero de repente un chico apareció en la puerta opacando la presentación de Gabriel. De hermoso pelo negro y ojos azules como el mar en días de braveza. Samuel logró que un cortocircuito ocurriera en la cabeza de Diana.

¿Quién era ese chico? ¿Existían esos modelos hoy en día? ¿Babear es pecado?

Miles de preguntas cruzaron el corazón de Diana en esos momentos. Un fuerte deseo la jaló a admirar más los ojos de aquel muchacho y él la sorprendió mirándolo.

-¿Te gusta lo que ves? – preguntó aquel divertido

Toda la clase se quedó en silencio. Pronto vendrían los profesores a dar el inicio de las asignaturas pero mientras tanto cualquier chisme era importante

-¿Disculpa? – dijo Diana sin amedrentarse y alzando la barbilla – solo observaba que tapas la bonita visión de la puerta

- Me mirabas a mí de una forma asombrosa, te puedo decir lo que pasó por ese pequeño cerebro – dijo él inclinándose sobre la mesa de Diana, tan cerca que Elizabeth tuvo que carraspear

- Diana, recuerda quienes somos, no te dejes provocar por sus palabras, todos tienen las miradas puestas sobre ti, cualquier error y serás la burla de todos –

Samuel reconoció esas palabras de algún lugar y rápido sacó las conclusiones. En su antigua escuela también había gente de su calaña y él se había encargado de destruirlos a todos.

-Diana ¿verdad? Eres cristina, que divertida es la vida para enviarme tal destino.

Diana enojada comenzaba a arrepentirse y avergonzarse de haber mirado a ese chico de una manera en forma de admiración.

-¿Te digo lo que viste? – Habló en el mismo momento en que ella abría los labios – Admiración…. Estupefacción por mi belleza… profundo deseo por besarme y hacer cosas que chicas como tú no deberían ni pensar.

Al momento en que dijo eso, ella se levantó de su silla que se quejó con un chirrido. Elizabeth tomó su mano pero ella encaraba a Samuel de forma asombrosa.

Samuel estaba sorprendido, esa chica era una bomba de tiempo, parecía en un momento dócil y apacible, pero cuando la agitaban…

¡Bum! Era una explosión de pura ira y sobredosis de sarcasmo

-¡Acaso puedes tú decirme que hacer o no hacer! Se supone que eres Dios y por eso me juzgas con rayos en las manos. Pues te diré una cosa, un pequeñito secreto: soy cristiana pero eso no impide que peque algunas veces, porque mi deber es crecer junto con Cristo.

Diana observó a Elizabeth

-¿Tú también eres cristiana? – Elizabeth asintió y al momento los otros tres de detrás levantaron sus manos.

- Pues ya ves listillo, nosotros cinco somos cristianos ¿y qué? , ustedes los de fuera solo utilizan los defectos y los canalizan en gentes que según ustedes ya son perfectas…

Samuel iba a protestar pero ella se lo impidió alzando una mano.

-Noticia para ti y para todos los de esta clase – le dijo a él y a todos a su alrededor – somos cristianos pero también seres humanos.

Todos enmudecieron ante la elocuencia y veracidad de las palabras. Las antiguas amigas de Diana se morían de envidia en un rincón, mientras que otros que la conocían ya no veían a la chica vive mundo y fiestera.

Veían un ejemplo de chica cristiana.

Mientras tanto Samuel enmudecido y cruzado de brazos pensaba y admiraba a la chica de ojos color miel. Le había hechizado la fuerza de sus palabras y en su mente la situó como un reto personal.

-Hoy ganaste cristianita, pero ambos sabemos que pertenecemos a mundos diferentes, tarde o temprano nuestras dimensiones van a chocar, pienso destruir la fuerza de tu habla –

-No estés tan seguro chico rudo, viví en el mundo y le conozco las entrañas, nada de lo que hagas me sorprenderá tanto o me hará desmayar –

Diana lo siguió con la vista cuando él se retiró a su asiento al final del aula. Cuando se sentó de frente vio un papel arrugado de libreta que había sido lanzado desde atrás. Lo abrió y notó un pequeño escrito.

-Me has desafiado de una manera abierta y descarada, comienza la guerra cristianita –

Diana arrugó el papel pero antes miró el nombre del escritor firmado al final de la declaración de guerra:

Samuel…

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